Puerto, poder y política: el juego geoestratégico detrás de los activos del Canal de Panamá
La venta de los puertos de CK Hutchison genera tensiones entre EE. UU. y China, mientras el comercio global se convierte en tablero diplomático
Por décadas, el Canal de Panamá ha sido mucho más que una vía de tránsito marítimo; es también un punto neurálgico en la geopolítica global. Hoy, su relevancia se agudiza con la venta potencial de los activos portuarios en ambos extremos del canal, que ha escalado las tensiones entre China, Estados Unidos y Hong Kong. ¿Qué hay detrás de esta operación multimillonaria? ¿Por qué sus implicaciones van más allá de lo económico?
El Canal de Panamá: ruta vital para el comercio mundial
Desde su apertura en 1914, el Canal de Panamá ha servido como un atajo indispensable entre los océanos Atlántico y Pacífico, manejando alrededor del 6% del comercio marítimo mundial según la Autoridad del Canal de Panamá.
Históricamente controlado por EE. UU. hasta el año 2000, su operación ahora depende del gobierno panameño, aunque empresas privadas desempeñan funciones clave en los terminales portuarios. Allí es donde entra CK Hutchison Holdings, conglomerado con sede en Hong Kong, que opera los puertos de Balboa y Cristóbal desde 1997.
El negocio de los puertos: 23 países, 43 instalaciones, 23 mil millones en juego
En marzo de 2025, CK Hutchison anunció la venta de sus activos portuarios al consorcio formado por BlackRock Inc., Global Infrastructure Partners y Terminal Investment Limited, filial de Mediterranean Shipping Company. La transacción involucra:
- Más de 43 puertos en 23 países
- Un valor total cercano a los US$23 mil millones, con US$5 mil millones en deuda
- Participación estratégica en el control portuario del canal
La venta causó aplausos en Washington, ya que excluía inversores chinos, aunque eso también provocó ira en Pekín.
China reacciona: traición y tensiones políticas
Medios estatales chinos describieron la exclusión de inversores de la República Popular como una "traición a toda China". La misma oficina de Pekín encargada de asuntos relacionados con Hong Kong republicó artículos críticos al respecto, lo cual muchos interpretan como una muestra clara de su descontento.
Li Ka-shing, el empresario más rico de Hong Kong y figura detrás de CK Hutchison, se encuentra en una posición complicada. Por un lado, debe satisfacer las exigencias estratégicas de China continental; por otro, tiene que proteger los intereses financieros de su firma frente al escrutinio regulatorio de EE. UU., Europa y otras regiones.
¿Qué busca el gigante chino?
China no solo está interesada por orgullo nacional, sino también por razones estratégicas. Sus rutas comerciales dependen de puntos marítimos clave como el Canal de Panamá, el estrecho de Malaca o el canal de Suez. Pekín ve los puertos como nodos esenciales dentro de su iniciativa de la Franja y Ruta que busca rediseñar el comercio mundial.
Por ende, el hecho de que CK Hutchison expulse a capital chino de un activo tan sensible se interpreta como una anomalía frente a los intereses continentales.
Washington: la preocupación por el ‘dragón en la puerta’
En el otro extremo, Estados Unidos ha denunciado reiteradamente que China “interfiere en las operaciones del canal”. Aunque no hay pruebas contundentes publicadas, el gobierno estadounidense prefiere que actores aliados (como BlackRock) operen infraestructuras en esa zona crítica.
Durante años, Trump ha mantenido una retórica fuerte contra el control chino de infraestructuras.La venta parcial sin capital chino fue celebrada por Washington como una victoria diplomática. Pero el reciente anuncio de Hutchison de que "podría incluir un inversor estratégico de China" reabre la caja de Pandora.
Competencia y regulaciones: ¿por qué fracasó el primer intento de venta?
Los acuerdos iniciales entre Hutchison y el consorcio liderado por BlackRock caducaron en julio sin una resolución completa. La empresa señaló que necesitaban modificar la composición del consorcio y la estructura del trato para que pudiera pasar las revisiones de todas las autoridades regulatorias relevantes.
Esto incluye la evaluación de:
- La autoridad de competencia de China
- Agencias regulatorias en Panamá
- Auditorías de seguridad estratégica en EE. UU. y Europa
Los escollos son tan políticos como legales, y esto lo saben tanto en Hong Kong como en Washington o Pekín.
El papel de Panamá: ¿una voz entre dos gigantes?
Panamá, aunque pequeña en territorio, tiene un poder geopolítico enorme gracias a su canal. El gobierno panameño debe aprobar cualquier transferencia importante de operación portuaria, y tiene sus propios intereses geoestratégicos: mantener neutralidad y atraer inversión sin convertirse en peón de una guerra fría comercial.
Ya en el pasado, Panamá ha fortalecido sus vínculos con China, pero también mantiene relaciones históricas con EE. UU. con quien comparte tratados de defensa y cooperación logística. Su decisión sobre esta venta podría marcar un precedente sobre cómo países pequeños manejan presiones globales.
Nueva Guerra Fría: puertos, chips y petróleo
La disputa no se limita al Canal. Esta operación ocurre en un contexto donde EE. UU. y China también negocian tensamente sobre chips de IA, petróleo ruso e incluso opioides como el fentanilo. La inclusión de un inversor chino en los puertos panameños puede tirar del hilo comercial que conecta varios de estos temas.
Como dijo Gabriel Wildau de la consultora Teneo: “This is not just about ports. It’s about global leverage over infrastructure, data and flows of material power”.
China pide a EE. UU. retirar tarifas relacionadas con el fentanilo; EE. UU. exige a Pekín reducir sus compras de crudo iraní y ruso. Cada decisión empresarial de alta escala, como la compra de puertos, se convierte en una ficha más en el tablero.
La política local de Hong Kong: ¿lealtad a cuánto cuesta?
Desde 2020, Hong Kong ha endurecido sus reglas electorales para asegurar que la ciudad esté gobernada por "patriotas" leales a Pekín. Las empresas locales, incluso las multinacionales como CK Hutchison, enfrentan una expectativa implícita de alineación con los intereses de la República Popular.
La negativa inicial de Hutchison a incluir a inversores chinos ha causado críticas intensas en círculos nacionalistas. Incorporar ahora un socio chino puede ser una forma de evitar represalias indirectas, sostenimiento de licencias o aprobaciones futuras.
¿Qué sigue? Las fichas sobre la mesa
Las piezas siguen en movimiento. Hutchison aún negocia con el consorcio original, y según analistas, buscará una fórmula mixta que incluya a un inversor chino como minoría significativa, mitigando las preocupaciones de China sin desatar una alarma geopolítica en EE. UU.
Este caso ilustra cómo las empresas ya no negocian solo entre accionistas, sino entre intereses superpuestos de Estados-nación. ¿El futuro? Probablemente no será sellado en un contrato privado, sino en un acuerdo geoestratégico mayor que involucre comercio, seguridad y diplomacia.
Porque en el siglo XXI, ni los puertos son solo de carga; son puertas al poder.