Drones, desfiles cancelados y maniobras navales: la Armada rusa en el punto de mira ucraniano
La creciente amenaza de los drones ucranianos transformó el Día de la Armada en Rusia en un reflejo del alto costo de la guerra moderna
El Día de la Armada bajo amenaza
El Día de la Armada Rusa, una jornada generalmente llena de orgullo nacional, desfiles y muestra de poder naval, se celebró este año con un trasfondo mucho más sombrío. Las tradicionales paradas marítimas en San Petersburgo, Kaliningrado y Vladivostok fueron canceladas a último momento debido a crecientes preocupaciones de seguridad.
La razón oficial, como informó el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, es la "situación general", y más específicamente, el temor a ataques con drones ucranianos, una táctica cada vez más utilizada que está transformando el campo de batalla moderno y desestabilizando incluso los bastiones más protegidos del Kremlin.
Una celebración reducida, un mensaje claro
En medio del ambiente enrarecido, el presidente Vladímir Putin visitó San Petersburgo como estaba previsto, aunque sus movimientos fueron limitados. El desfile naval —habitualmente símbolo de optimismo bélico y machismo imperial— se redujo a una sobria reunión en la sede histórica de la Armada, donde Putin recibió un informe sobre las maniobras "Tormenta de Julio", que involucraron a 150 buques de guerra desde el Báltico hasta el Pacífico.
Pese a las cancelaciones, Putin prometió aumentar la producción de buques de guerra y mejorar el nivel de entrenamiento de las fuerzas navales: “La capacidad de ataque y combate de la Armada alcanzará un nuevo nivel cualitativo”. Sin embargo, sus declaraciones contrastan con la creciente vulnerabilidad de las propias bases navales rusas.
El ascenso de los drones ucranianos
El motivo de esta prudencia es claro. Durante la noche anterior al Día de la Armada, el Ministerio de Defensa ruso reportó haber interceptado 99 drones ucranianos en varias regiones. Más tarde se reportaron drones adicionales derribados cerca de San Petersburgo, y una mujer resultó herida por fragmentos en la región de Lomonósov.
Este tipo de ataques no son nuevos, pero han ganado un cariz más sofisticado e impactante en los últimos meses. El ejemplo más destacado ocurrió el 1 de junio, con la operación denominada "Telaraña": un ataque de precisión que empleó drones lanzados desde camiones ocultos para impactar bases aéreas rusas desde la península de Kola en el Ártico hasta Siberia. El golpe fue devastador para la moral rusa y un símbolo de la adaptabilidad del ejército de Ucrania.
La habilidad de Ucrania para penetrar defensas profundas y destruir bombarderos estratégicos utilizados para ataques contra su territorio ha dado un respiro psicológico a una población bajo asedio constante.
Retrocesos navales rusos: de Crimea a Novorossíisk
Desde el comienzo de la guerra en 2022, Ucrania ha obtenido éxitos simbólicamente potentes: el hundimiento del crucero Moskva en el Mar Negro fue un punto de inflexión importante, y obligó a Rusia a replegar parte de su flota desde la base naval de Sebastopol (en Crimea ocupada) hacia puertos más seguros, como el de Novorossíisk.
Este cambio es indicativo de algo mucho más profundo: incluso con una Armada vastamente superior en número y poderío, Rusia no puede garantizar la seguridad de sus activos navales cerca de la zona de guerra. El mar de Azov y el mar Negro se convirtieron en campos de minas, blancos de misiles Neptune y testigos del tino tecnológico ucraniano.
Defensas aéreas tensadas al límite
Más allá de los ataques navales, el mapa completo es más preocupante: la noche previa al Día de la Armada, las defensas antiaéreas rusas estuvieron en máxima alerta. El aeropuerto de Púlkovo, en San Petersburgo, suspendió decenas de vuelos como medida precautoria ante potenciales amenazas aéreas. La incertidumbre fue compartida por millones de rusos, acostumbrados a ver sus cielos como seguros e inviolables.
En el noreste de Ucrania, particularmente en la ciudad de Sumy, ataques con drones provocaron daños en infraestructuras civiles, edificios administrativos y otros lugares no residenciales. Tres personas resultaron heridas. Además, dos hombres murieron por la explosión de una mina terrestre en la región, mientras que otra mujer fue herida en un ataque separado, según fuentes militares regionales ucranianas.
La estrategia de Moscú ante un enemigo cambiante
¿Cómo responde Rusia ante una guerra que se libra con dispositivos del tamaño de una mochila y de costos ínfimos? Aunque ha intensificado sus propios ataques con misiles y duelo artillero, la asimetría tecnológica y el factor sorpresa siguen favoreciendo a Ucrania en ciertas áreas tácticas.
Putin ha intentado compensar en el terreno económico y propagandístico con anuncios como la puesta en órbita de un satélite iraní, un gesto hacia los socios que aún respaldan a Moscú en la arena internacional. Pero los rusos están cada vez más conscientes de que ni su cielo ni su mar son intocables.
Desfiles cancelados y orgullo sacudido
Históricamente, el Día de la Armada Rusa fue instaurado por Pedro el Grande y reforzado por la URSS para celebrar el poderío naval. El evento tiene una enorme carga simbólica. Cancelar no solo el desfile de San Petersburgo, sino también los de Kaliningrado y Vladivostok, es renunciar temporalmente a esa narrativa de embriaguez imperial.
Más alarmante aún, este mensaje se transmite mientras la guerra entra oficialmente en su cuarto año. En ese período, Rusia ha perdido centenas de tanques, ha visto destruida parte de su aviación estratégica, y ha sido obligada a reposicionar capacidades militares desde Crimea a zonas más internas.
Una nueva era bélica – silente, invisible y letal
Quizás el Día de la Armada 2025 pasará a la historia no como una fecha de celebración, sino como una advertencia: los tiempos de los acorazados y los desfiles exuberantes se han transformado en una guerra hiperconectada, cargada de pequeños dispositivos que zumban sobre las ciudades sin que puedan ser detectados hasta el último segundo.
Ucrania, inferior en muchos ámbitos convencionales, está demostrando una capacidad de innovación militar que reescribe las reglas del enfrentamiento y pone en jaque incluso los rituales más firmemente enraizados del aparato estatal ruso.
El descenso de los actos conmemorativos navales es más que prudencia: es el reflejo de una guerra vivida a cámara rápida, donde los cielos ya no son seguros, los puertos ya no son invulnerables y las victorias simbólicas escasean, a pesar del boato propagandístico.
¿Qué ocurrirá en el Día de la Armada de 2026? En un conflicto donde la ventaja cambia con cada algoritmo y cada kilómetro de avance, ningún pronóstico es duradero. Pero lo que sí es claro es que ni Rusia ni su Armada volverán a ser las mismas.