Kiyoshi Kurosawa y el horror en tiempos de samuráis: una mirada inquietante al maestro del cine japonés

El aclamado director japonés prepara su primera película ambientada en la era samurái sin espadas ni batallas, pero con su firma: tensión psicológica, espacios cerrados y un realismo escalofriante

Un nuevo horizonte para el maestro del horror

Kiyoshi Kurosawa, el aclamado director japonés bien conocido por sus películas de horror psicológico enmarcadas en realidades modernas, se embarca ahora en un proyecto inesperado: una película de samuráis. Pero que nadie espere katanas brillantes ni campos de batalla épicos. Kurosawa propone una visión más introspectiva, aterradora y claustrofóbica del Japón feudal.

"Lo quiero hacer al menos una vez, y parece que realmente puede suceder, aunque todavía no hay nada seguro", dijo el cineasta durante una entrevista reciente, emocionado aunque reservado sobre los detalles. Lo que sí reveló da mucho para hablar: se trata de una historia dentro de un castillo samurái, sin combates ni persecuciones, pero con todo el peso de la tensión psicológica que caracteriza su filmografía.

El universo Kurosawa: horror cotidiano y narrativa asfixiante

Para entender la magnitud de este nuevo camino, hay que situarse en el universo cinematográfico que Kiyoshi Kurosawa ha creado durante más de cuatro décadas. Nacido en Kobe, Japón, en 1955, Kurosawa ha logrado consolidar un estilo único que mezcla el realismo psicológico con elementos sobrenaturales que invaden lo cotidiano, lo familiar. Sus películas como Cure (1997), Pulse (2001) y Tokyo Sonata (2008) exploran el horror no desde el grito fácil, sino desde la incomodidad permanente.

"Tal vez esta sea mi debilidad, o mi característica: quiero contar mis historias en un entorno muy realista pero deseo entretener. Es una contradicción a la que apunto cada vez", reflexiona el director.

Un género japonés reinventado

El cine de samuráis o jidaigeki ha sido tradicionalmente territorio de epopeyas visuales como Los siete samuráis de Akira Kurosawa (con quien no tiene parentesco). En esta nueva propuesta, el otro Kurosawa pretende explorar los códigos del género sin recurrir a sus ingredientes habituales. En lugar de espadas, habrá diálogos tensos; donde debería haber batallas, veremos el derrumbe emocional de personajes atrapados en una estructura jerárquica, tanto física como psicológica.

El enfoque intimista recuerda a películas de atmósfera cerrada, como Rashōmon o Kwaidan, pero con el giro moderno y existencial que define a Kurosawa. El escenario es también más que simbólico: el castillo samurái funciona como prisión, reflejo profundo de las tensiones humanas.

Pasado, presente y paranoia

Sorprende que Kurosawa se aventure en el pasado cuando ha sido enfático en ambientar sus historias en el mundo contemporáneo. Películas como Wife of a Spy (2020), ganadora del León de Plata en el Festival de Venecia, ya dejaban entrever un interés por los momentos históricos. Sin embargo, según confesó recientemente, lo suyo no es el costumbrismo histórico por sí mismo, sino cómo el pasado puede revelarse igual de inquietante que el presente cuando se filtra la paranoia.

"Todo lo que es feliz no es realista. Si comienzas desde el realismo del Japón actual, la felicidad completa no es posible", sentencia Kurosawa, confirmando que incluso en el siglo XVIII, su narrativa será todo menos luminosa.

Una carrera prolífica y sin concesiones

A lo largo de una carrera que abarca 40 años, Kurosawa ha logrado mantener un ritmo de una película por año, en promedio, sin renunciar a su visión autoral. Sus obras no suelen ser éxitos de taquilla, pero cuentan con legiones de seguidores críticos y académicos.

Uno de sus filmes más celebrados, Cure, muestra a un detective lidiando con asesinatos en serie aparentemente inconexos, pero unidos por un discurso hipnótico. El montaje utiliza tomas largas para profundizar el efecto perturbador y muestra cómo el horror puede incubarse sin sobresaltos, solo con la palabra y la mirada.

Hitchcock, realismo y "mentiras necesarias"

Influenciado por Alfred Hitchcock, Kurosawa reconoce que su afinidad es con el suspenso y no con la ciencia ficción. "Quiero contar historias que parezcan posibles, incluso cuando introduzco elementos que no lo son totalmente. Yo creo una mentira... pero una mentira creíble", afirma.

Esta fórmula lo ha llevado a tratar temas variados: la soledad, el aislamiento urbano, la pérdida de identidad, y ahora, como parece prometer con su incursión samurái, el peso del deber, del linaje y del encierro emocional.

Premios y reconocimientos internacionales

Este año, Kurosawa fue homenajeado en el festival Japan Cuts en Nueva York con el premio Cut Above Award. Ya había sido reconocido anteriormente con premios en Locarno, Cannes y Venecia. Y aunque sus películas muchas veces se alejan del mercado global, su prestigio crece a través de festivales y plataformas especializadas.

Durante su discurso, expresó que el cine japonés sigue enfrentando desafíos de financiación, especialmente en películas de época, donde los costos del vestuario y escenografía son impresionantes. Pero Kurosawa parece no intimidarse ante estos obstáculos, manteniéndose fiel a su visión estética y narrativa.

¿Una nueva era del cine japonés?

La evolución del cine japonés ha sido intensa en las últimas décadas. Mientras algunos cineastas optan por fórmulas comerciales, otros como Kurosawa, Hirokazu Kore-eda o Naomi Kawase, siguen siendo referentes de un cine autoral que no teme transitar zonas oscuras. Kurosawa, con su próxima obra, podría abrir una grieta creativa dentro del jidaigeki, que tradicionalmente no ha sido tocado por el género del horror psicológico.

Si su visión se concreta, podríamos estar ante una película que redefina dos géneros a la vez: el cine de época japonés y el horror asiático. Como en sus otras producciones, más que asustar, lo que busca es desestabilizar, colocar al espectador frente a sus propios miedos, su incomodidad, su impotencia.

Una película esperada para ver con los ojos abiertos

Mientras no se han revelado fechas oficiales de producción ni se ha confirmado el elenco, el anuncio ya ha generado expectativas entre críticos y cinéfilos. El solo hecho de que Kurosawa proponga volver al pasado para hablar del presente —como suele hacer en sus mejores filmes— promete una exploración densa y artística sobre lo que significa vivir atrapado entre muros: reales, mentales o históricos.

El terror, en su cine, nunca irrumpe, sino que permanece, se instala, crece lentamente. Y ahora, lo hará entre sombras japonesas, puertas corredizas y silencios que hablan más que mil batallas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press