Gaza bajo asedio: el laberinto mortal de la ayuda humanitaria
Entre rutas imposibles, burocracia militar e inseguridad, la población de Gaza sufre una hambruna evitable
La tragedia silenciada: Gaza al borde de la hambruna
Mientras el mundo observa con cansancio creciente el largo conflicto entre Israel y Hamas, una crisis humanitaria silenciosa se despliega con consecuencias mortales: la amenaza inminente de hambruna en Gaza. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), la población palestina en Gaza enfrenta niveles críticos de inseguridad alimentaria. Las imágenes son alarmantes: adultos y niños desnutridos, largas filas en busca de comida, hospitales colapsados.
Israel afirma haber permitido la entrada de alrededor de 4.500 camiones de ayuda desde mayo, pero esa cifra apenas representa un tercio de lo que el sistema humanitario considera necesario para atender a la población: se calcula que se requieren unos 300 camiones diarios. Actualmente, sólo ingresan unos 70 cada día. La diferencia tiene consecuencias letales. La ONU reporta muertes asociadas al hambre y a enfermedades relacionadas con la malnutrición.
¿Por qué la ayuda no llega?
La respuesta no es simple. El sistema de distribución de ayuda humanitaria en Gaza está atrapado en un triángulo mortal: inseguridad en las rutas, control militar y colapso del orden civil.
- Rutas peligrosas y bloqueadas: Los convoyes deben atravesar zonas controladas por el ejército israelí, solicitando permisos que en muchas ocasiones son denegados o dilatados. De 894 solicitudes de movimiento hechas por la ONU entre mayo y julio de 2025, más de la mitad fueron rechazadas o retrasadas.
- Colapso del orden público: La destrucción de la policía civil (controlada por Hamas) tras los bombardeos ha dejado un vacío de seguridad. Las multitudes desesperadas y las bandas armadas interceptan los camiones para saquear los suministros.
- Tiroteos en las entregas: Testigos y funcionarios de la ONU reportan que el ejército israelí abre fuego contra las multitudes que intentan acceder a la ayuda. Sólo en una semana, 79 palestinos murieron mientras intentaban obtener alimentos, según el Ministerio de Salud de Gaza.
“Estos factores han puesto en riesgo extremo tanto a la población como a nuestro personal humanitario”, explicó Olga Cherevko, portavoz de OCHA.
Israel y la ONU: dos narrativas opuestas
Desde el punto de vista israelí, el problema radica en la supuesta ineficiencia de la ONU y otras agencias humanitarias que, según ellos, no recogen ni distribuyen la ayuda adecuadamente. “Los camiones están listos. Sólo pedimos que vengan a recogerlos y a distribuirlos”, declaró Col. Abdullah Halaby, coordinador en la agencia COGAT, responsable militar de coordinar la entrada de ayuda.
Israel también sostiene que existen múltiples cruces habilitados y que realizan evaluaciones semanales de rutas, aunque OCHA denuncia que muchas de las rutas propuestas son inseguras o pasan por zonas dominadas por gangs. Además, algunos funcionarios israelíes han declarado que la ONU prefiere rutas no aprobadas por el ejército. Sin embargo, la ONU insiste que rutas alternativas seguras rara vez son ofrecidas.
La paradoja del escolta militar
Una de las soluciones propuestas es que convoyes de ayuda humanitaria sean escoltados por el ejército israelí. Pero esta idea genera gran controversia. Según afirmaciones de Stephane Dujarric, portavoz de la ONU, el problema es que estas escoltas tienden a provocar enfrentamientos y a poner en mayor riesgo tanto a los trabajadores humanitarios como a los civiles: “Nuestra mayor protección es el apoyo de la comunidad. Y para lograr eso, necesitamos que la ayuda llegue con regularidad. Cuando los alimentos llegan a diario, las comunidades dejan de atacar los camiones”.
La devastadora estadística del hambre
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) advierte que más de 1,1 millones de personas en Gaza viven en condición de hambre catastrófica. Esto significa que pasan días completos sin una sola comida nutritiva. La desnutrición ha alcanzado niveles históricos. Según estudios realizados en junio de 2025:
- El 63% de los niños menores de cinco años muestra signos clínicos de desnutrición aguda.
- Mujeres embarazadas están dando a luz bebés con peso muy inferior al normal.
- Clinicas improvisadas reportan al menos 12 muertes diarias por causas vinculadas al hambre.
¿Un conflicto o un castigo colectivo?
Organismos internacionales de derechos humanos, como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han señalado que las restricciones impuestas sobre Gaza constituyen una forma de castigo colectivo, prohibido bajo el derecho internacional humanitario. Las Naciones Unidas han recordado que bloquear el acceso de comida, agua y medicamentos a una población civil podría constituir un crimen de guerra, según los Convenios de Ginebra.
“Es una catástrofe fabricada por el hombre”, sostuvo recientemente Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados. Añadió: “El hambre no es una consecuencia inevitable de la guerra. Es el resultado de decisiones humanas concretas”.
La otra cara del asedio: las tensiones entre bastidores
La incapacidad de lograr un cese al fuego ha empeorado la situación. La retirada de las fuerzas negociadoras estadounidenses en Qatar marcó un retroceso. Estados Unidos argumentó que Hamas no estaba negociando de buena fe y afirmó que buscará otras opciones para liberar a los rehenes. Pero esa declaración deja entrever que, lejos de avanzar hacia la paz, la situación podría escalar aún más.
El presidente Donald Trump, de regreso en la Casa Blanca desde enero, había prometido resolver los principales conflictos globales. A seis meses de su retorno, sus iniciativas enfrentan múltiples fracasos: fricciones en las negociaciones con Irán, nulo progreso en el frente Rusia-Ucrania y una crisis humanitaria sin control en Gaza.
¿Cómo romper el ciclo?
La comunidad internacional necesita actuar con decisión. La ONU ha dejado claro que sólo un flujo sostenido y masivo de ayuda puede estabilizar la situación. Cuando entran suficientes camiones diariamente, se reduce el saqueo y baja la violencia en las entregas.
La tragedia de Gaza no está escrita en piedra. Es causada por decisiones humanas, por la indiferencia de los actores más poderosos y por una cadena de descoordinación y conflicto que margina al más vulnerable: el ciudadano palestino común.
Es imperativo preguntarnos: ¿Cuántos niños deben morir de hambre para que el mundo reaccione? ¿Cuántas excusas más escucharemos antes de que la justicia humanitaria prevalezca sobre la política del miedo y el control militar?