Universidad al borde: El déficit de $2.3 mil millones que amenaza al sistema de la Cal State
El sistema universitario público más grande de EE.UU. enfrenta recortes, cursos eliminados y huelgas sindicales mientras su presupuesto se desmorona
Un gigante herido: el estado financiero de Cal State
El sistema universitario California State University (CSU), la red pública de educación superior más extensa de Estados Unidos, está enfrentando su crisis financiera más grave en décadas. Un déficit acumulado de $2.3 mil millones amenaza no solo la calidad educativa para sus más de 460,000 estudiantes, sino también la estabilidad laboral de decenas de miles de trabajadores. ¿Cómo se llegó a este punto crítico y qué significa para la educación pública en Estados Unidos?
Una historia de promesas rotas y gastos crecientes
El problema no es nuevo. Desde hace al menos dos años, autoridades del CSU vienen alertando de un desajuste entre sus ingresos y los costos de operación. Esta semana, durante la reunión bimensual de la Junta de Fiduciarios de CSU, se confirmó que el déficit ha crecido desde los $1.5 mil millones en 2023 hasta los actuales $2.3 mil millones.
Jeni Kitchell, vicepresidenta asistente de Finanzas de la universidad, fue clara: “Esta creciente brecha demuestra por qué necesitamos una acción inmediata para alcanzar la sostenibilidad financiera. No podemos sostener el nivel actual de financiamiento”.
¿Qué está causando el agujero presupuestario?
La causa principal es un incremento persistentemente alto en los costos de operación. Solo en 2024, el sistema se enfrenta a:
- $310.5 millones extra en costos laborales, incluyendo aumentos salariales y beneficios contractuales.
- $63 millones en primas de atención médica más caras para sus empleados.
- $322 millones en déficits acumulados de los campus durante los últimos tres años.
Además, los ingresos por matrícula y apoyos estatales no han crecido al mismo ritmo. Según el portal de transparencia financiera de CSU, los ingresos crecieron apenas $700 millones desde 2023, mientras los gastos continúan superando los ingresos año tras año.
Consecuencias reales: despidos, recortes de cursos y menos servicios
Este desfase ha conducido al sistema a implementar una serie de medidas de austeridad:
- Despido de más de 1,200 empleados administrativos en los últimos dos años.
- Eliminación de 1,400 cursos universitarios.
- Disminución del 7% del personal de apoyo estudiantil.
Todo esto mientras el CSU trata de mejorar una de sus áreas más críticas: la tasa de graduación, especialmente entre estudiantes de bajos recursos.
El problema de la matrícula: ¿subirla o colapsar?
Otro intento de cubrir la brecha ha implicado un aumento anual del 6% en la matrícula, iniciado en 2023. Y se espera un nuevo incremento para el otoño de 2025. Sin embargo, incluso con este ingreso adicional, el déficit sigue presente.
Aquí el dilema es político y ético: más del 60% del alumnado proviene de hogares de bajos ingresos. Subir la matrícula podría agudizar la crisis de equidad y afectar a miles de familias hispanas, afroamericanas y primeras generaciones universitarias.
El gobierno rompe el pacto de financiación
Gran parte de los problemas estructurales del CSU están ligados a un acuerdo firmado en 2021 con el gobernador Gavin Newsom. Ese pacto de cinco años contemplaba aumentos de fondos estatales por más de $1 mil millones. Sin embargo, solo se cumplieron tres de esos cinco años. El dinero prometido para este año fue pospuesto hasta 2026 - 2028.
El fiduciario Jack McGrory fue directo en su reclamo: “Aprobamos aumentos salariales de más del 10% basados en esa promesa. La promesa fue violada, y eso afecta nuestras relaciones con los sindicatos y empleados”.
Uniones en rebelión: huelgas y presión política
El Sindicato de Empleados de CSU, que representa a más de 35,000 empleados incluyendo personal de limpieza, asistentes estudiantiles y administrativos, sostiene que se les deben $30 millones en aumentos salariales contractuales. Pero la directiva universitaria argumenta que la reducción de los $144 millones de fondos estatales este año anula esa obligación contractual.
Para agravar el conflicto, legisladores como Mike Gipson y Al Muratsuchi han expresado su apoyo total a los sindicatos. Gipson incluso declaró: “Si no les dan lo que merecen, vamos a paralizar todo esto”.
¿Préstamos sin intereses como solución milagrosa?
El estado ofreció este año a CSU un préstamo sin intereses para compensar el recorte presupuestario, con la promesa de reponer el dinero en 2025. Los sindicatos alegan que eso equivale a estar financiados completamente. Pero la administración discrepa, señalando que un préstamo no garantiza sostenibilidad financiera y podría terminar siendo una carga si los fondos no se restituyen.
La vicepresidenta del sindicato, Erin Foote, fue enfática: “Necesitamos que CSU se convierta en nuestro socio en un esfuerzo legislativo o en una medida electoral para obtener financiamiento garantizado, no préstamos temporales”.
¿Cómo reconstruir la sostenibilidad financiera?
Actualmente, CSU cuenta con $760 millones en reservas de efectivo, lo que le permitiría operar solo durante un mes. Las medidas de reducción incluirán una consolidación de oficinas administrativas en los campus del Área de la Bahía y posible fusión de campus, como ya ocurrió en 2023 para evitar gastos duplicados.
Si no hay reversión de los recortes ni incremento del presupuesto, el escenario para 2026-27 incluye:
- $365 millones en nuevos gastos obligatorios.
- $160 millones destinados a aumentos salariales.
- $63 millones en primas médicas más altas.
- $56 millones para admitir 3,500 nuevos estudiantes exigidos por el pacto original.
Nuevamente, sin los fondos estatales prometidos, la única fuente segura será el aumento de la matrícula.
¿Educación pública al borde del colapso?
Este problema va más allá de una gestión inadecuada: refleja una crisis nacional de financiamiento en la educación superior pública estadounidense. Mientras crecer la matrícula universitaria es un mantra político, los sistemas como CSU —que concentran estudiantes de menor poder adquisitivo— ven su misión amenazada.
En palabras de Patrick Lenz, director financiero interino: “¿Cómo vamos a aceptar más estudiantes si no tenemos recursos para contratar más profesores, ofrecer consejería en salud mental o simplemente alimentar a nuestros estudiantes con programas gratuitos?”
Si no se prioriza la sostenibilidad de sistemas como Cal State, lo que está en juego no es solo el futuro de estos campus sino el acceso a la educación superior para millones de jóvenes de clases trabajadoras en Estados Unidos.