Tensión al Límite en el Sudeste Asiático: La Disputa Fronteriza entre Tailandia y Camboya Vuelve a Estallar
Una combinación explosiva de nacionalismo, diplomacia quebrada y viejas heridas coloniales ha llevado a Tailandia y Camboya a una nueva confrontación armada
El conflicto que nunca terminó
La frontera entre Tailandia y Camboya se extiende a lo largo de más de 800 kilómetros, una línea que no solo divide geografías, sino también memorias históricas, nacionalismos y ambiciones políticas. El 25 de julio de 2024 amaneció con una escalada armada que dejó al menos nueve civiles tailandeses muertos y 14 heridos tras intercambios de disparos y ataques con cohetes. Casi de inmediato, Tailandia respondió con ataques aéreos, abriendo un nuevo capítulo violento en una disputa que lleva décadas latente.
Raíces coloniales, heridas abiertas
La mayoría de las tensiones actuales nacen de un mapa colonial francés de 1907 que trazó las líneas divisorias entre ambas naciones. Mientras Camboya ha mantenido ese mapa como documento de legitimidad, Tailandia lo tilda de inexacto.
Quizás el ejemplo más conocido sea el conflicto por el templo de Preah Vihear, una joya arquitectónica del siglo XI dedicada a Shiva. En 1962, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) otorgó soberanía sobre el templo a Camboya, con base en aquel mapa francés. Pero eso no detuvo a ambos países de librar escaramuzas. Entre 2008 y 2011, al menos 20 personas murieron y miles fueron desplazadas tras enfrentamientos armados en la zona.
Desde mayo, todo fue empeorando
La situación se tornó aún más inestable en mayo, cuando una breve escaramuza en una zona disputada dejó a un soldado camboyano muerto. Aunque ambos gobiernos anunciaron acuerdos para reducir tensiones, en la práctica cada paso que dieron fue más restrictivo y provocador.
Tailandia impuso restricciones severas al tránsito transfronterizo. Solo se permitía el paso a estudiantes, pacientes médicos y otros con necesidades urgentes. El 25 de julio, clausuraron completamente la frontera.
Camboya no se quedó atrás. Prohibió películas y programas tailandeses, interrumpió importaciones de gasolina, fruta y verdura tailandesas, e incluso boicoteó enlaces de internet y energía proveniente del país vecino.
Batallas en seis frentes
Según el Ministerio de Defensa tailandés, los enfrentamientos armados de ese día se desataron en al menos seis zonas fronterizas. El primero ocurrió por la mañana cerca del templo antiguo de Ta Muen Thom, en la provincia tailandesa de Surin, lindante con Oddar Meanchey (Camboya).
Este templo, menos famoso que Preah Vihear pero igual de simbólico, se ha convertido en otro punto rojo del mapa. Es un microcosmos de lo mal gestionado que ha sido el legado colonial: construido por el Imperio Jemer, situado en lo que hoy es Tailandia, y reclamado por ambos como propio.
Diplomacia en ruinas: escándalo político en Tailandia
En medio del clamor nacionalista, la crisis ha tambaleado también el ámbito político interno de Tailandia. La Primera Ministra Paetongtarn Shinawatra fue suspendida del cargo el 1 de julio tras el escándalo de una llamada telefónica filtrada con un líder camboyano.
¿La polémica? Se refirió al exlíder camboyano Hun Sen como “tío” y criticó a los militares de su país. Aunque Hun Sen ya no es Primer Ministro, ejerce una gran influencia política como presidente del Senado. Las filtraciones indignaron a sectores amplios de la población tailandesa, que interpretaron sus comentarios como una traición al honor nacional.
La crisis se profundizó cuando el partido Bhumjaithai, el segundo más grande del gobierno de coalición, retiró su apoyo, acusándola de mostrarse demasiado complaciente con Camboya. Actualmente, el gobierno está encabezado por el exministro de Defensa Phumtham Wechayachai como primer ministro interino.
Una frontera marcada por sangre y propaganda
En un entorno de amplificación mediática, los nacionalismos tailandés y camboyano han jugado un rol clave en avivar la confrontación. Mientras en Tailandia se pintan escenas de agresión camboyana, en Camboya el discurso oficial habla de “defender la soberanía”.
Esta narrativa dual ha permeado en las poblaciones locales, que históricamente ya veían al otro lado de la frontera con recelo. Las tensiones no solo se viven en los palacios presidenciales o cuarteles militares, sino también en las aldeas. Agricultores, comerciantes y familias que dependían del flujo bilateral sienten hoy un temor latente.
¿Regreso a La Haya?
En una jugada que recuerda a la década pasada, Camboya ha decidido recurrir nuevamente a la Corte Internacional de Justicia para resolver el conflicto. Pero Tailandia ha rechazado la jurisdicción del tribunal, argumentando que los problemas deben resolverse bilateralmente.
“La diplomacia no puede florecer cuando los misiles generan las conversaciones”, señaló un diplomático europeo bajo anonimato. El enroque mutuo en torno a la CIJ, sumado al orgullo nacional, amenaza con convertir esta escalada en un conflicto prolongado, con consecuencias económicas, humanitarias y políticas imprevisibles.
Lecciones del pasado ignoradas
- En 2011, los enfrentamientos en torno al templo Preah Vihear obligaron a más de 30.000 personas a huir de sus hogares.
- En 2013, la CIJ reafirmó la soberanía camboyana sobre el templo, una decisión que inicialmente fue aceptada, pero que desde entonces ha sido usada como munición política de ambos lados.
- En 2023, la relación entre los dos gobiernos parecía mejorar con el ascenso del nuevo Primer Ministro camboyano Hun Manet, sucesor de su padre, pero las esperanzas se esfumaron.
¿Qué sigue?
La posibilidad de una guerra abierta, aunque improbable, no puede descartarse si ambos gobiernos continúan priorizando la imagen pública sobre la diplomacia. El peligro latente en el uso de ataques aéreos y artillería pesada sobre áreas densamente pobladas podría escalar los combates más allá de incidentes fronterizos.
Por otro lado, organismos internacionales, como la ASEAN, han mantenido un silencio preocupante, incapaces hasta ahora de ejercer presión real sobre sus miembros para un cese al fuego.
El mundo observa con preocupación mientras esta disputa de raíces coloniales, agravada por errores contemporáneos, pone en jaque la paz regional y multiplica el sufrimiento de miles de civiles.
Una frontera sin fin
Aunque Preah Vihear y Ta Muen Thom son los emblemas visibles, esta disputa no es solo por templos. Es una lucha de egos nacionales, heridas históricas, ambiciones políticas y supervivencia diplomática. Sin voluntad política y compromiso verdadero por parte de ambos gobiernos, las montañas del sudeste asiático podrían seguir siendo escenario de una guerra que nadie realmente quiere, pero que muchos están alimentando.