Hockey, justicia y poder mediático: el escándalo que sacudió a Canadá
El juicio a cinco exintegrantes del equipo canadiense Sub-20 revive debates sobre consentimiento, cultura del deporte y la presión social
Por años, el caso solo era un rumor incómodo entre bastidores. Hoy, es uno de los juicios más mediáticos en la historia reciente del deporte canadiense. Cinco exjugadores del equipo nacional de hockey junior de Canadá, campeones del Mundial Sub-20 en 2018, fueron acusados de agresión sexual en un incidente ocurrido en un hotel de London, Ontario. Las acusaciones, negadas por todos los implicados, movilizaron a medios, grupos feministas y fanáticos, y pusieron de nuevo en tela de juicio el machismo enquistado en la cultura del hockey profesional. La reciente decisión de la jueza María Carroccia de desestimar las acusaciones por falta de pruebas contundentes abre nuevas cicatrices en una sociedad donde el derecho a la presunción de inocencia y el respaldo a las víctimas parecen irreconciliables.
Una noche de celebración que se convirtió en escándalo
Todo ocurrió la madrugada del 19 de junio de 2018. El equipo acababa de ser homenajeado en un evento que combinaba un torneo de golf y una gala para celebrar su campeonato mundial juvenil. La mujer denunciante, quien no ha sido identificada por razones legales, conoció a varios jugadores esa noche. Según su versión, luego de bailar y beber con ellos, regresó al hotel, donde cuatro de los hombres entraron en su habitación sin su consentimiento. Afirmó que estaba desnuda, ebria y asustada. Relató ante el tribunal que sintió que la única “opción segura” era someterse a lo que los jugadores quisieran.
Por su parte, los acusados —Michael McLeod, Carter Hart, Alex Formenton, Dillon Dubé y Callan Foote— sostienen que la relación fue consensuada y que la denunciante participó activamente en los actos sexuales. Dos videos presentados como evidencia, grabados por McLeod, muestran a la mujer diciendo que “todo fue consensuado”. Sin embargo, ella afirmó que lo dijo por miedo y que ese comentario no reflejaba cómo se sentía realmente.
La justicia en la era del juicio social y la cancelación
La jueza Carroccia fue clara en su sentencia: no encontró el testimonio de la denunciante lo suficientemente confiable para establecer responsabilidad penal más allá de la duda razonable. Este estándar es el mismo que protege a cualquier acusado en una democracia: mejor dejar libre a un culpable que condenar a un inocente. Sin embargo, las reacciones públicas no tardaron en llegar. A la par de la lectura del fallo, manifestantes se congregaron frente al tribunal con pancartas que apoyaban a la víctima y denunciaban el fallo como una revictimización.
“No lo sabremos nunca con certeza —dice la periodista Nancy MacDonald de The Globe and Mail en un editorial—. Pero lo más preocupante es que muchos se convencieron antes del juicio, sin una sola sentencia firme, de que estos jóvenes eran culpables. Vivimos bajo la tiranía de la cultura de la cancelación”.
Hockey Canadá: crisis institucional y pérdida de credibilidad
El caso ha provocado una tormenta sin precedentes dentro de Hockey Canadá. La organización, que en su momento llegó a un acuerdo extrajudicial con la mujer por una suma no revelada, perdió patrocinadores clave como Tim Hortons, Canadian Tire y Scotiabank, además de enfrentar audiencias parlamentarias para rendir cuentas sobre cómo manejó el escándalo.
El entonces presidente de Hockey Canadá, Scott Smith, renunció en octubre de 2022, junto con toda la junta directiva. Una auditoría independiente reveló que la organización había mantenido un fondo secreto durante años para pagar acuerdos legales por comportamiento sexual indebido de jugadores. La respuesta fue visceral: el deporte nacional por excelencia de Canadá tenía un oscuro secreto que muchos habían querido ignorar durante décadas.
El equipo y la NHL: ¿fueron castigados antes de ser juzgados?
Cuatro de los cinco jugadores estaban activos en la NHL en el momento en que se revelaron los cargos en enero de 2024: Hart (Flyers), McLeod y Foote (Devils), y Dubé (Flames). Todos fueron suspendidos o puestos en licencia sin goce de sueldo. Alex Formenton, quien jugaba en Suiza, también fue liberado por su club.
“La NHL está comprometida con una investigación independiente del caso”, dijo el comisionado Gary Bettman. Aunque prometió publicar las conclusiones, también dejó entrever que, dependiendo del desenlace penal, algunos detalles podrían permanecer confidenciales.
Esto plantea una pregunta incómoda: ¿cuál es el impacto real de una acusación no comprobada en la carrera de un deportista? Muchos comparan este caso con el de Patrick Kane en 2015 —quien también fue acusado de agresión sexual pero nunca se presentaron cargos formales—. Kane volvió a la NHL sin inconvenientes, pero el clima social actual es distinto.
Hombres jóvenes, alcohol y una cultura que calla
Independientemente del resultado legal, este caso reabre una discusión fundamental sobre la cultura del hockey juvenil, donde los jugadores crecen siendo tratados como ídolos desde adolescentes, rodeados de privilegios y sin educación emocional o sobre consentimiento sexual. La socióloga canadiense Kinnon Ross MacKinnon lo resume así:
“No se trata solamente de culpables o inocentes. Se trata de cómo se educa en responsabilidad afectiva a chicos que desde los 15 años sólo conocen un mundo donde todo les es permitido.”
¿Y ahora qué? La cicatriz en la sociedad canadiense
Para muchas mujeres, sobrevivientes y activistas, la lectura del fallo fue otro golpe del sistema hacia quienes se atreven a denunciar. Pero también hubo quienes vieron en el proceso —largo, complejo, doloroso— una señal de que el sistema aún prioriza el debido proceso en lugar del juicio mediático.
Una nueva generación de fanáticos del hockey, más conscientes y exigentes, parece estar emergiendo. El llamado no es a destruir el deporte nacional, sino a transformarlo. Porque un sistema que protege a sus figuras a cambio de silencio termina siendo cómplice. Pero uno que castiga sin pruebas también falla.
Quizás el caso no haya cerrado heridas, sino que haya encendido una conversación aún más urgente: ¿es posible tener justicia cuando el poder, el deporte y el deseo de redención pública colisionan?