El retorno del silencio: cómo la genética resolvió el misterio de Benny Leo Olson tres décadas después

Un cadáver hallado en el Mississippi en 1994 fue identificado en 2024 gracias a los avances en genealogía genética forense

En 1994, el cuerpo de un hombre fue hallado flotando en el río Mississippi, al sur de St. Louis. Sin identificación ni pistas claras, el desconocido fue enterrado bajo el nombre genérico de 'John Doe'. Por más de tres décadas, el misterio de su identidad permaneció congelado en el tiempo, hasta que los avances recientes en genética forense permitieron ponerle nombre y rostro: Benny Leo Olson, un hombre de Edwardsville, Illinois.

El misterio del 'John Doe' del Mississippi

Durante años, el caso fue una fría incógnita. Pese a que el cuerpo fue recuperado en buenas condiciones, las autoridades no contaban con tecnología suficiente en la década de los 90 para realizar un análisis genético eficiente. Los intentos por rastrear su identidad con huellas dactilares no dieron frutos inmediatos, y eventualmente el caso se archivó.

No sería hasta 2024 que la Oficina del Sheriff del Condado de Jefferson decidió reabrir el caso utilizando técnicas modernas de genealogía genética. Exhumaron los restos del hombre desconocido y recolectaron muestras nuevas de ADN. Gracias al trabajo de Alyssa Feller, una genealogista genética forense, y las bases de datos genealógicas, pudieron identificar a un pariente lejano, lo que permitió recomponer su árbol familiar y llegar hasta Benny Leo Olson.

Un estudiante perpetuo atrapado en su mente

Benny fue descrito por su media hermana, Catherine Heston, como un “estudiante perpetuo”. Su vida académica incluyó pasos por el St. Louis Community College-Meramec, la Western Illinois University y Southern Illinois University Edwardsville. Aunque su amor por el conocimiento fue grande, su vida personal estaba profundamente marcada por un diagnóstico psiquiátrico de esquizofrenia paranoide.

En 1980, Benny fue arrestado por intentar contratar a alguien para quemar la casa de su madrastra. Fue declarado no apto para enfrentar juicio y pasó 11 años en un hospital psiquiátrico en Illinois. Tras su liberación a principios de los años 90, su contacto con su familia fue esporádico y perturbador, sumido en delirios paranoicos. La última comunicación con Catherine fue una llamada inquietante, apenas un mes antes de que encontraran su cuerpo en el río.

El poder de la genealogía genética forense

La técnica utilizada para resolver la identidad de Benny Olson es parte de una revolución silenciosa en el mundo de la criminalística: la genealogía genética forense. Este enfoque utiliza pruebas de ADN comparadas con bases de datos públicas de genealogía, como GEDmatch y FamilyTreeDNA, para localizar parientes lejanos y reconstruir árboles familiares que conducen a identificaciones positivas.

Esta tecnología saltó a la fama en 2018, cuando ayudó a identificar y capturar al Asesino del Golden State, Joseph James DeAngelo, responsable de múltiples asesinatos en California entre las décadas de 1970 y 1980. Desde entonces, una oleada de casos de 'John Doe' y 'Jane Doe' han sido resueltos.

Según el Instituto Internacional de Identificación Genética, desde 2010 se han cerrado más de 500 casos fríos en Estados Unidos gracias a esta técnica, y más de 100 cuerpos durante décadas no identificados han sido restituidos a sus familias.

“Este caso es un testimonio del poder de la genealogía genética forense para devolverle el nombre y la historia a los desconocidos, además de ofrecer respuestas a sus familias”, declaró Alyssa Feller en un comunicado.

Las cicatrices invisibles de la enfermedad mental

El caso de Benny pone de relieve una triste verdad: las personas que luchan con enfermedades mentales graves a menudo quedan olvidadas por la sociedad, incluso por los sistemas de salud que supuestamente deben protegerlas. Tras pasar más de una década internado, la liberación de Benny pudo haber representado libertad legal, pero no implicó una red de apoyo suficiente para subsanar sus necesidades.

Su media hermana Catherine contó que la madre de ambos guardó durante años una caja con recuerdos de Benny: su anillo de clase, fotografías familiares y notas personales. Como si intuyera que algún día el pasado volvería por respuestas.

“Sabíamos que algo le había pasado, pero nunca realmente supimos qué. Ahora, al menos, podemos cerrar ese capítulo”, confesó Catherine Heston al St. Louis Post-Dispatch.

Una identidad rescatada del olvido

La identificación de Benny también aporta una forma de justicia simbólica. La historia de ‘John Doe’ deja de ser un enigma sin nombre; ahora es el relato trágico de un hombre con aspiraciones, enfermedades y una familia que lo quiso. Para muchos, estos descubrimientos marcan un renacimiento emotivo donde la ciencia y la empatía se entrelazan.

¿Cómo funciona la genealogía genética forense?

El proceso de este tipo de investigaciones puede tomar meses, e incluso años. Se inicia con la extracción de ADN de restos óseos, cabello o dientes. Luego, se realiza un perfil de ADN autosómico, el cual se carga en bases de datos abiertas y legales.

Cuando se encuentra una coincidencia parcial con un pariente (por ejemplo, un primo segundo), los genealogistas comienzan a construir árboles familiares hacia atrás —desde los bisabuelos comunes— y hacia adelante, uniendo ramas hasta que los datos apuntan a un individuo específico.

Sólo entonces se coteja con otras evidencias forenses, como huellas dactilares (como en el caso de Benny), registros médicos, ubicaciones y características físicas. En este caso, las huellas que Benny dejó décadas atrás tras el incidente con su madrastra fueron clave para confirmar su identidad tras la coincidencia genética inicial.

Los retos legales y éticos

Aunque el uso de genealogía genética ha liberado miles de historias del anonimato, no está exento de controversias. Grupos defensores de la privacidad han expresado su preocupación por el uso de datos personales para fines legales sin consentimiento explícito.

Sin embargo, la mayoría de las bases de datos usadas para estos fines, como GEDmatch, permiten a los usuarios decidir si su información puede ser utilizada por agencias policiales. Además, muchos expertos argumentan que estos métodos son fundamentales para resolver casos largamente olvidados.

Un cierre para la familia, un ejemplo para el futuro

Hoy, el nombre de Benny Leo Olson puede grabarse en una lápida con dignidad. Ya no será sólo un número más en los registros de cuerpos no identificados. Su historia, como la de muchos otros, recuerda que tras cada víctima olvidada hay una familia esperando respuestas y una sociedad que tiene una deuda con su memoria.

El caso de Benny no es único, pero su resolución es un símbolo de esperanza en una era científica donde la tecnología y la humanidad se dan la mano para restaurar vidas que, por años, estuvieron silenciadas. Es un recordatorio de que, a veces, incluso después de décadas, la verdad puede salir a flote... literalmente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press