¿Protegiendo o Perjudicando a la Industria?: Las Contradicciones del Acuerdo Comercial entre EE.UU. y Japón Bajo Trump
El pacto comercial automotriz impulsado por Trump favorece a Japón, pero deja a los fabricantes estadounidenses preocupados por su competitividad global
Por: Redacción Bar y Vida
El nuevo marco arancelario: ¿beneficio o trampa?
El reciente acuerdo comercial anunciado por el expresidente Donald Trump con Japón ha provocado una intensa ola de reacciones en la industria automotriz estadounidense. Mientras Trump lo promociona como una victoria económica y un incentivo al crecimiento laboral, voces influyentes del sector, como Matt Blunt del American Automotive Policy Council, manifiestan una creciente preocupación por las consecuencias a largo plazo. El pacto impone un arancel del 15% sobre los autos japoneses, una reducción con respecto al 25% anteriormente anunciado, pero plantea nuevas tensiones en la competencia entre fabricantes nacionales y extranjeros.
Según Blunt, los fabricantes estadounidenses se enfrentan a aranceles del 50% en acero y aluminio y del 25% en autopartes, lo que les pone en desventaja frente a competidores japoneses. La situación se agrava ya que muchos productos fabricados en Estados Unidos tienen componentes internacionales que también estarán sujetos a estos impuestos.
El impacto sobre los fabricantes nacionales
Ford, General Motors y Stellantis —los gigantes de la fabricación automotriz estadounidense— están en el ojo del huracán. El origen de sus productos, muchas veces con contenido extranjero pero ensamblados en EE.UU., los convierte en víctimas de una política arancelaria que parece no considerar las complejidades de la cadena de suministro global.
“Definitivamente estamos en desventaja”, dijo Blunt en una entrevista, subrayando que este acuerdo ofrece ventajas a Japón aún cuando sus productos no tengan ningún contenido de fabricación estadounidense. Esta lectura contradice la narrativa del expresidente, quien afirmó que la medida generará cientos de miles de nuevos empleos y equilibrará la balanza comercial.
¿Una puerta abierta realmente abierta?
El acuerdo también promete la apertura del mercado japonés a los autos estadounidenses. Pero, en la práctica, este mercado ha demostrado impenetrabilidad sistemática incluso para marcas globales.
Según datos de la Organisation Internationale des Constructeurs d’Automobiles, los fabricantes no japoneses —de EE.UU., Europa y Corea del Sur— apenas controlan un 6% del mercado automotriz japonés. Esto lleva a muchos expertos a pensar que la supuesta apertura del mercado japonés es más una cortina de humo que una estrategia viable.
“Un hueso duro de roer; me sorprendería mucho ver una penetración significativa en Japón”, comentó Blunt respecto a las expectativas creadas.
Ventajas ocultas para Japón (y el Reino Unido)
El marco fija una tarifa clara —15%— para los vehículos provenientes de Japón. Esta estabilidad, aunque alta, es percibida por otros países como preferible al vaivén de políticas arancelarias variables y volátiles típicas de la administración Trump. Japón, según los analistas, obtiene así una ventaja operativa que puede afectar directamente la competitividad de la industria automotriz norteamericana.
Karl Brauer, analista de iSeeCars, resume el impacto: “Ofrece a Japón una ventaja en costos operativos frente a otros competidores, incluso frente a algunas marcas estadounidenses que usan contenido extranjero intensivo”.
Inversiones japonesas y la otra cara de la moneda
La organización Autos Drive America, que representa a empresas como Toyota, Honda y Nissan, ha respaldado el acuerdo. Alegan que las automotrices japonesas han superado en volumen de producción a las estadounidenses en los últimos dos años dentro del propio EE.UU.
“Los fabricantes internacionales han invertido más de $124 mil millones en sus operaciones en EE.UU. durante las últimas tres décadas”, afirmó la organización. Empresas como Honda fabrican modelos como el CR-V y Accord en plantas estadounidenses. Lo mismo aplica para Toyota o Nissan. El acuerdo las beneficia al ofrecer previsibilidad y margen de planificación estratégica.
Las piezas del rompecabezas: ¿Qué pasa con Canadá y México?
El acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) entró en vigor en 2020 y proporciona excepciones arancelarias, pero de alcance limitado. Actualmente se encuentra próximo a revisión, y las decisiones unilaterales de Trump podrían interferir en las próximas negociaciones trilaterales.
“Habrá negociaciones entre EE.UU., Canadá y México, pero dudo que superen el 15% en aranceles”, aseguró Sam Fiorani, vicepresidente de AutoForecast Solutions. Sin embargo, criticó la inacción de la administración actual respecto a la necesidad de renegociar acuerdos existentes conforme cambian las políticas.
El dilema climático: cancelación del Grain Belt Express
En otro punto de fricción, la administración Trump también ha cancelado la garantía federal de $4.9 mil millones para el proyecto Grain Belt Express, una línea de transmisión de energía renovable que pretendía llevar energía eólica y solar desde Kansas hasta el este del país. La cancelación pone en entredicho los compromisos climáticos estadounidenses.
Bob Keefe, director ejecutivo de E2 —un grupo independiente que apoya la energía limpia— declaró:
“Cuando la demanda eléctrica y el precio del consumo se disparan, es difícil imaginar un movimiento más retrógrado.”
El proyecto prometía generar hasta 4,000 empleos y ofrecer 5,000 megavatios de electricidad al mercado. Sin embargo, opositores como el senador Josh Hawley y el fiscal general de Missouri, Andrew Bailey, calificaron el proyecto de “fraude” y “robo elitista de tierras”.
Invenergy, la empresa promotora del proyecto, afirma que buscará caminos con financiación privada, pero la travesía no será fácil, particularmente tras perder un respaldo financiero de ese calibre.
Conclusión: Trump entre el proteccionismo y la contradicción
Las políticas comerciales y energéticas de Trump —como se revelan en estos casos— muestran una peligrosa dualidad. Por un lado, buscan proteger la industria nacional con medidas proteccionistas. Por otro, introducen reglas que, según analistas y protagonistas de diversos sectores, terminan favoreciendo más a competidores extranjeros.
Además, el rechazo a proyectos como Grain Belt Express y el escaso esfuerzo en fortalecer verdaderamente la producción estadounidense frente a la competencia asiática revelan una visión apenas superficial sobre lo que necesita la industria norteamericana.
Mientras tanto, tanto en las fábricas de Michigan como entre los agricultores de Missouri, comienza a crecer una pregunta incómoda: ¿para quién está gobernando realmente Trump?