El desastre invisible: las inundaciones en Texas y los errores de cálculo que cuestan vidas
Cómo la falta de preparación y errores en la gestión de desastres amplificaron el impacto de una de las peores tragedias naturales recientes en Estados Unidos
El caos tras las aguas
Texas ha vivido uno de los episodios más catastróficos de su historia reciente tras las inundaciones del 4 de julio en la región del río Guadalupe, particularmente en el condado de Kerr. Con un saldo confirmado de al menos 135 muertes, esta catástrofe desató no solo una crisis humanitaria, sino también una tormenta de preguntas sobre los procesos de alerta, evacuación y gestión de personas desaparecidas.
Un esfuerzo hercúleo… o desorganizado
Las autoridades estatales y locales enfrentaron una montaña de desafíos a la hora de contabilizar a los afectados por el desastre. En pleno caos, más de 160 personas fueron originalmente reportadas como desaparecidas. Sin embargo, tras una investigación exhaustiva, se concluyó que la mayoría estaban a salvo y solamente tres personas continuaban desaparecidas.
"La mayoría eran turistas que vinieron, se fueron y nunca reportaron haber estado aquí", explicó Rob Kelly, juez del condado de Kerr. calificó al proceso de verificación como un “esfuerzo hercúleo”.
Un patrón conocido en desastres masivos
Este tipo de correcciones drásticas no es nuevo. El patrón se replicó en desastres anteriores como los incendios del norte de California en 2017 o el devastador incendio en Paradise (2018), donde se llegó a tener listas de más de 3,000 personas no localizadas, que luego fueron reducidas drásticamente cuando se publicaron sus nombres en medios locales.
Las correcciones a estas cifras no solo reflejan el caos inicial post-desastre, sino también las fallas fundamentales en los sistemas para marcar, confirmar y seguir la pista a las personas reportadas.
Texas Hill Country: un paraíso convertido en pesadilla
El área de Texas Hill Country, donde ocurrió la tragedia, es un destino turístico popular. El río Guadalupe serpentea por esta región montañosa, bordeada por cabañas, parques para casas rodantes y campamentos juveniles. Una de las pérdidas más dolorosas fue en Camp Mystic, un campamento cristiano femenino de más de 100 años, donde perecieron al menos 27 alumnas y consejeras.
La severidad de las inundaciones superó con creces cualquier predicción. Expertos señalaron que fue muy superior al evento de lluvia de 100 años utilizado por la FEMA para modelar sus mapas de riesgo. Tan rápido fue el aumento del nivel del agua—26 pies (casi 8 metros)—que muchas personas no tuvieron tiempo de reaccionar.
Sistemas de alerta: la gran debilidad
Uno de los aspectos más criticados fue la ausencia de un sistema de alertas efectivo en el condado de Kerr. En un área famosa por campistas y visitantes temporales, la falta de mecanismos rápidos para comunicar el peligro fue mortal. El gobernador Greg Abbott reconoció esta dificultad en una rueda de prensa, señalando que “ubicar a los desaparecidos era complicado, especialmente aquellos no registrados oficialmente en hoteles o campamentos”.
El rol de familiares y pequeños detalles
En algunos casos, personas fueron reportadas desaparecidas simplemente porque no aparecieron en su trabajo o no respondieron una llamada. Las autoridades investigaron minuciosamente cada caso, contactando a empleadores, familiares y vecinos. Muchos nombres eventualmente salieron de la lista al confirmarse avistamientos o comunicaciones.
Kristen Dark, portavoz de la oficina del sheriff del condado de Travis, declaró que “se investiga de la misma manera que cualquier otro caso policial”.
Lecciones del desastre: ¿por qué se siguen repitiendo los mismos errores?
A pesar de las lecciones aprendidas en desastres previos, el evento de Kerr evidencia que no se han implementado protocolos eficaces de emergencia. A continuación, algunas falencias críticas:
- Falta de un censo rápido y confiable de visitantes, especialmente en áreas turísticas
- Carencia de sistemas de alerta masiva, como sirenas o mensajes de texto automatizados
- Burocracia y lentitud para confirmar el estado de personas reportadas
- Descoordinación entre autoridades locales y estatales
Un desastre natural amplificado por la inacción humana
Las inundaciones del 4 de julio no solo representan una tragedia natural, sino también una tragedia institucional. Si bien es imposible evitar totalmente los desastres naturales, es evidente que con mejores sistemas de prevención, monitoreo y reacción se podrían haber salvado decenas de vidas.
El contexto actual—calentamiento global, fenómenos atmosféricos extremos cada vez más comunes—exige nuevas estrategias. No basta con reconstruir lo perdido: es necesario reconstruir la forma en que las comunidades, los gobiernos y los ciudadanos enfrentan estos eventos.
Planned Parenthood: otra lucha paralela tras las inundaciones
En medio del desastre, otro frente judicial se abrió en Boston. La Planned Parenthood Federation of America ganó parcialmente un recurso legal contra una disposición del gobierno estadounidense que pretendía recortar los fondos de Medicaid a proveedores de servicios de salud reproductiva.
Una medida incluida en la legislación fiscal del expresidente Donald Trump quería vetar durante un año los pagos a entidades que realicen abortos. No obstante, la jueza Indira Talwani otorgó una medida cautelar que impide, de momento, recortes a centros que no brindan servicios de aborto o que reciben menos de $800,000 al año del programa Medicaid.
Este dictamen no solo representa un alivio financiero para diversas clínicas de salud, muchas ubicadas en áreas rurales como las más afectadas por las recientes inundaciones, sino que también reabre el debate sobre salud pública versus políticas ideológicas.
La doble crisis: lo ambiental y lo institucional
Texas enfrenta por tanto una doble crisis—la devastación física causada por un fenómeno hidrometeorológico extremo, y el caos administrativo que revela lo lejos que estamos de tener respuestas coordinadas, claras y empáticas a desastres de gran magnitud.
Mientras algunas familias lloran a quienes perdieron bajo las aguas, otras atraviesan incertidumbre legal sobre el acceso a servicios básicos de salud. En ambos casos, la institucionalidad ha estado bajo presión... y no todos los sistemas han pasado la prueba.