El último refugio de las aves del Ártico: hoteles para gaviotas y una carrera contra el tiempo
En Vardø, Noruega, el cambio climático, la pesca y la gripe aviar amenazan el frágil ecosistema de aves marinas, pero un grupo de locales lucha por revertir la caída de su población
En el extremo norte de Noruega, justo donde el mar de Barents besa la pequeña isla de Vardøya, una silenciosa tragedia ambiental se despliega ante los ojos de los locales y científicos por igual. Desde la década de 1990, la población de gaviotas tridáctilas (kittiwakes en inglés) ha disminuido en un alarmante 80%. Este descenso abrupto ha movilizado a la pequeña comunidad de Vardø, que ha tomado medidas innovadoras para recuperar la biodiversidad perdida en uno de los puntos clave para el avistamiento de aves del Ártico a nivel mundial.
Un hotel para gaviotas: la solución inesperada
En 2021, el pescador local Jan Vidar Hansen construyó el primero de varios "hoteles para gaviotas" en el corazón de Vardø. El concepto, aunque simple, ha demostrado ser efectivo: cajas de anidación colocadas en estructuras elevadas donde las aves pueden reproducirse sin amenazas de depredadores o molestias humanas. "El primer año tuvimos 55 nidos, al segundo subió a 74, y ahora ya contamos con 76", detalla Hansen, esperanzado de que el municipio financie una instalación más grande.
Lo que comenzó como una solución improvisada se ha convertido en un punto clave dentro de una estrategia más amplia para rescatar la fauna aviar de la región. De hecho, hay al menos siete hoteles similares a lo largo de la costa noruega, según informes del Instituto Noruego para la Investigación de la Naturaleza (NINA por sus siglas en noruego).
Un ecosistema en desequilibrio
La región norte de Noruega es reconocida por su riqueza ecológica debido a una combinación única de topografía accidentada, temperaturas extremas y la influencia de la Corriente del Golfo. Esta corriente marina, que sube desde el Golfo de México, mezcla aguas cálidas con frías del Ártico, creando uno de los ecosistemas marinos más biodiversos del planeta. Sin embargo, el calentamiento global ya está alterando esta danza milenaria de temperaturas.
La oceanógrafa Tone Kristin Reiertsen de NINA explica que “la Corriente del Golfo ahora introduce agua demasiado cálida en el mar de Barents, lo cual altera por completo la composición de especies en estas aguas”. Un caso crítico es el del pequeño pez capelán, el principal alimento de las gaviotas tridáctilas. Con el aumento de temperaturas, este pez está migrando más al norte o sumergiéndose a profundidades inaccesibles para estas aves que cazan en la superficie.
La cadena trófica se fragmenta
Con la desaparición del capelán en su dieta, muchas gaviotas están viéndose forzadas a modificar su comportamiento. El guía de aves Boris Belchev, radicado en la cercana isla de Hornøya, relató un cambio alarmante: "Vi gaviotas que tradicionalmente comen peces buscando bayas en la tundra. Están desesperadas”.
Pero la desaparición del capelán no es el único problema. Las gaviotas que logran sobrevivir se convierten en blancos fáciles de depredadores como la águila de cola blanca. Además, la pesca intensiva en zonas cercanas a acantilados donde anidan estas aves añade una presión extra, interrumpiendo su ciclo reproductivo y causando el abandono de nidos.
Una amenaza invisible: la gripe aviar
Como si todo lo anterior no fuese suficiente, la gripe aviar también ha hecho estragos. En 2023, un brote sin precedentes mató al menos a 25,000 gaviotas tridáctilas en la costa norte de Noruega. “Se sintió como un apocalipsis”, comenta Reiertsen. Las imágenes de nidos vacíos y cadáveres flotando en el mar dejaron una marca en la memoria colectiva de Vardø.
Una comunidad que resiste
Lo que distingue esta historia es la respuesta de la gente del lugar. A pesar de las condiciones adversas, muchos creen que aún hay esperanza. Gracias a los hoteles instalados en Vardø, la población de gaviotas ha crecido de 300 a más de 1,300 en tan solo unos años. “Antes había tantos nidos vacíos que parecía que la ciudad estaba abandonada”, rememora Hansen.
La verdadera importancia de estas aves va más allá de su valor ornamental. Sus excrementos (guano) son fuente crucial de nutrientes para el ecosistema marino. Su desaparición significaría un colapso en cascada de toda la red trófica.
Un motor económico en peligro
Las aves no solo sustentan el ecosistema, sino también la economía local. Hornøya, a pocos minutos en bote desde Vardø, alberga hasta 100,000 aves marinas durante la temporada de reproducción, incluyendo frailecillos atlánticos, alcas comunes y araos aliblancos. Miles de turistas visitan anualmente este santuario natural.
Sin embargo, desde 2018 no se han registrado crías de alcas comunes en la isla, una señal del desequilibrio ambiental. "El verano pasado me quedé en shock. Pensé: ‘¿Dónde están todas las aves?’", menciona Belchev.
Un cierre de Hornøya al público, ya sea por decisión gubernamental o por la misma desaparición de aves, podría acabar con el turismo ecológico, lo que tendría un efecto devastador para los pequeños negocios de Vardø: restaurantes, gasolineras, hoteles familiares y tiendas.
La urgencia de actuar
Las medidas aisladas, como el hotel de Hansen, están funcionando, pero los expertos coinciden en que se necesita una estrategia coordinada a nivel nacional. Entre las propuestas urgentes se encuentran:
- Restringir o prohibir la pesca cerca de zonas de anidación
- Regulación del tráfico marítimo durante la temporada de reproducción
- Monitoreo constante de enfermedades aviares
- Ampliación de programas de alimentación y refugio artificiales
"Ya no basta con observar la caída de las poblaciones. Hay que cambiar el chip, prevenir, actuar", sentencia Reiertsen. "No nos queda mucho tiempo".
El Ártico como espejo del futuro
El drama de Vardø no es un caso aislado. Como región ártica, Noruega es uno de los primeros lugares del planeta donde se vislumbran los efectos del cambio climático. Las alteraciones aquí son una advertencia para el resto del mundo.
Si algo nos enseña esta historia es que cuando la comunidad científica y la ciudadanía se unen, es posible crear soluciones ingeniosas y esperanzadoras. Vardø, sus aves y sus hoteles para gaviotas son hoy un símbolo de resistencia, creatividad y amor por el planeta.
¿Será suficiente? Solo el tiempo y nuestras acciones lo dirán.