Sudán en ruinas: violencia, desplazamiento y una crisis humanitaria ignorada
Mientras el mundo mira hacia otro lado, Darfur y Kordofán se ahogan en sangre, miseria y olvido
Una guerra ignorada por el mundo
Sudán, un país marcado por décadas de conflictividad, ha caído en una de las crisis humanitarias más graves del planeta. Desde abril de 2023, una disputa entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) se ha convertido en una guerra total, especialmente en las regiones de Darfur y Kordofán. Pese al nivel de destrucción y sufrimiento humano, esta crisis —a diferencia de otros conflictos globales— ha recibido mínima atención internacional.
La magnitud de la catástrofe
El conflicto ha dejado un saldo devastador. Según estimaciones de Naciones Unidas, desde que comenzó la guerra en abril de 2023, al menos 40,000 personas han muerto, más de 6 millones han sido desplazadas y el país enfrenta una de las peores crisis de hambre a nivel mundial. Solo en el periodo de octubre a junio, 4,864 personas fueron asesinadas en Haití, mientras que más de 1.3 millones han sido desplazadas —la cifra en Sudán incluso supera estas estadísticas.
El horror en Kordofán
Durante el fin de semana del 12 de julio, más de 450 civiles fueron asesinados en ataques en aldeas alrededor de la ciudad de Bara, en Kordofán del Norte. La ONU confirmó que al menos 35 niños estaban entre las víctimas. Una semana más tarde, un ataque aéreo mató a 11 miembros de una misma familia en Bara.
"El sufrimiento en Kordofán se agrava con cada día que pasa", denunció Kadry Furany, director de país de Mercy Corps en Sudán. La organización ha tenido que suspender temporalmente sus operaciones en tres de cuatro localidades debido a la imposibilidad de moverse entre regiones y el creciente peligro para su personal y beneficiarios.
Según trabajadores humanitarios del Médicos Sin Fronteras y el Consejo Noruego para Refugiados (NRC), miles de personas han huido a Darfur desde Kordofán. Pero la situación en la región de destino es igualmente catastrófica.
Darfur: una región en llamas
En los últimos meses, la violencia en Darfur ha alcanzado niveles alarmantes. Se han reportado ejecuciones sumarias, bombardeos indiscriminados y ataques coordinados contra población civil.
"En Darfur hay campañas de destrucción sin interrupción. Se están quemando aldeas, matando familias enteras", señaló Mathilde Vu del NRC. La inseguridad ha impedido entregar ayuda humanitaria a cientos de miles de personas.
La ciudad de El Fasher, epicentro de la violencia en Darfur del Norte, fue atacada con artillería pesada el 17 de julio, matando a cinco niños. A ello se suman las inéditas lluvias torrenciales que, entre el 14 y 15 de julio, desplazaron a 400 personas y destruyeron decenas de viviendas en Dar As Salam.
Como resultado de esta combinación de violencia, desplazamiento y condiciones climáticas extremas, se han detectado brotes de sarampión y un incremento preocupante en casos de cólera, malnutrición y otras enfermedades.
Un país al borde del colapso
Más del 70% de los hospitales y centros médicos en el país están fuera de servicio. La población enfrenta una emergencia sanitaria sin precedentes.
La inseguridad alimentaria afecta a más de 11 millones de personas, con pronósticos de hambruna en regiones como Zamzam, Tawila y El Geneina. Estas zonas han recibido el mayor número de desplazados, generando una presión insoportable sobre recursos limitados.
¿Por qué nadie habla de Sudán?
Mientras los medios internacionales y la opinión pública se concentran en conflictos más visibilizados —como Ucrania o Gaza—, Sudán ha caído en la sombra informativa. El periodista y analista internacional Robert Malley advirtió en una columna para Foreign Affairs que: "Sudán es la prueba de fuego para un sistema internacional que se dice defensor de la paz y los derechos humanos."
Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han pedido acciones más decisivas por parte de la comunidad internacional, que parece paralizada ante el caos.
Ni el Consejo de Seguridad de la ONU ha logrado consensos para imponer sanciones a los responsables del conflicto ni existe un plan humanitario de emergencia con financiación suficiente.
Doble tragedia: desplazamiento y silencio
El conflicto ha desplazado a más de 7 millones de personas dentro y fuera del país. Muchos de ellos han buscado refugio en países ya golpeados por sus propias crisis, como Chad y Sudán del Sur. Más de 400,000 sudaneses han cruzado a Chad desde abril de 2023, colapsando una infraestructura humanitaria que ya era precaria.
Las condiciones de vida en los campamentos improvisados son inhumanas: escasez de agua potable, alimentos, atención médica y abrigo. La violencia sexual también ha aumentado, con denuncias sistemáticas de violaciones como arma de guerra.
¿Qué papel juega la comunidad internacional?
- Hasta ahora, las respuestas internacionales han sido insuficientes.
- EE.UU., la Unión Africana y las Naciones Unidas han respaldado procesos de negociación inconsistentes.
- Hay sanciones contra líderes militares, pero sin impacto suficiente para forzar un cese al fuego.
- Las operaciones de ayuda humanitaria están infradotadas: solo el 13% del plan de emergencia de la ONU ha sido financiado hasta la fecha.
De nada sirven los discursos sin recursos ni la condena sin logística. Sudán necesita una intervención humanitaria real y sostenida, con corredores seguros y financiamiento inmediato. Urge también una hoja de ruta política para restaurar la gobernabilidad civil.
Un llamado a despertar
La historia está plagada de tragedias como Ruanda o Srebrenica que, en su momento, fueron ignoradas hasta que fue demasiado tarde. ¿Queremos que Darfur y Kordofán sean los nuevos nombres de la vergüenza colectiva?
Como comunidad global, debemos actuar. No podemos quedarnos cruzados de brazos mientras niños mueren bajo los bombardeos y miles de personas caminan descalzas por el desierto, sin comida ni esperanza.
Sudán no necesita nuestra compasión: necesita nuestra acción.