Jo Ann Steck: La Fotoperiodista que Capturó la Historia con la Fuerza de una Cámara y el Coraje de una Generación

Pionera, mentora y símbolo de resiliencia: el legado de Jo Ann Steck en el fotoperiodismo estadounidense

Una vida dedicada a contar historias a través del lente

Jo Ann Steck, quien falleció a los 73 años tras una prolongada batalla contra el cáncer de ovario, deja tras de sí un legado imborrable en el mundo del fotoperiodismo. Más que una simple fotoperiodista, Steck fue una pionera, una líder y una inspiración para toda una generación de mujeres que han buscado abrirse camino en una industria dominada por hombres.

De Hershey al mundo: un viaje de valentía

Nacida en Hershey, Pennsylvania, Steck no tardó en dejar su huella. Tras formarse en la Universidad Estatal de Arizona, emprendió su carrera profesional en medios locales antes de unirse a la Associated Press en 1980. Desde allí, sus pasos la llevaron por todo el país —y el mundo— cubriendo los eventos más relevantes de las últimas décadas.

Cubriendo el dolor y la gloria con el mismo respeto

Steck no evitó ninguna historia. Desde desastres naturales, la invasión de Irak en 2003, hasta eventos deportivos de primer nivel como el Super Bowl, su talento permitía captar no solo imágenes de altísima calidad técnica, sino también una sensibilidad humana única.

Ella veía cosas horribles, pero encontraba formas de hacernos reír y recordar nuestra humanidad”, recuerda Amy Sancetta, fotoperiodista que fue guiada por Steck durante la cobertura de un accidente aéreo en Detroit en 1987. “Como fotógrafa joven, te hacía sentir que pertenecías allí”.

Una trailblazer entre bastidores

Steck no solo fue una gran fotografa, sino también una figura formadora. Tras su paso inicial por Associated Press, trabajó en el New York Times, Santa Rosa Press Democrat y el Orange County Register, entre otros medios. Allí, lideró equipos e introdujo la fotografía digital en redacciones todavía ancladas en el pasado.

En 2004, como directora adjunta de fotografía del The Dallas Morning News, su equipo ganó el Premio Pulitzer a la Fotografía de Última Hora por la cobertura de la invasión a Irak. Cheryl Diaz Meyer, una de las fotógrafas galardonadas, la describió como metódica y detallista: “Sabías que si Jodie tocaba una foto, estaba perfecta”.

El poder de liderazgo en la Casa Blanca

Entre 2005 y 2009, Steck sirvió como directora adjunta de fotografía en la Casa Blanca durante el segundo mandato de George W. Bush. Allí demostró una impresionante capacidad de conexión interpersonal. Dan Hansen, colega y amigo desde su época universitaria, cuenta que Steck recordaba los nombres de todos, desde internos hasta personal de limpieza.

Entraba a una habitación y salía con cinco amigos nuevos”, dijo Hansen. “Era graciosa, encantadora y simplemente tenía ese don”.

Un legado más allá de las fotos

Steck no solo dejó imágenes imborrables; forjó caminos. A lo largo de tres décadas, enseñó a generaciones de mujeres periodistas que sí hay un espacio para ellas en las salas de redacción. En un entorno muchas veces hostil, ella supo ser guía, compañera y ejemplo.

Sus aportes no se restringen al campo visual: también promovió iniciativas de liderazgo, participación equitativa y respeto por la dignidad humana en los medios. Su humor agudo, visión clara y entrega total la convirtieron en una figura respetada incluso más allá del fotoperiodismo.

Reconocimientos y distinciones

Además de su Pulitzer y su rol en la Casa Blanca, Steck fue galardonada por instituciones como la National Press Photographers Association (NPPA) y la Society of Professional Journalists. Su trabajo fue expuesto en galerías y se convirtió en materia de estudio en facultades de comunicación en todo EE.UU.

Pero quizás el mayor homenaje lo hacen quienes la conocieron. Sancetta lo resume así: “Pavimentó el camino para muchas de nosotras”.

Una vida tras la lente, pero también en la cancha

Retirada en Port Orange, Florida, Steck continuó activa hasta el final. Competía en torneos de pickleball —un deporte híbrido entre tenis, bádminton y ping-pong— y mantenía un círculo social vibrante. Vivía con su pareja, Susan Matthews, y su hijo, a quienes deja su legado más íntimo.

Un lente hacia el futuro

La historia de Jo Ann Steck es el reflejo de una transformación. De un mundo donde las mujeres fotógrafas eran minoría, a uno donde su liderazgo es vital. Sus imágenes, como su vida, contaron verdades que muchos preferían ignorar.

En una era saturada de filtros y superficialidades, Steck nos enseñó que la fotografía sigue teniendo poder, que contar una historia con verdad y humanidad sigue siendo un acto de relevancia política, social y artística.

Hoy sus colegas, discípulos y amigos no solo celebran su obra. Le agradecen por haber estado allí, cámara en mano, capturando lo que otros no podían —o no querían— ver.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press