Turnberry bajo la mira: ¿Puede el golf superar la sombra política de Trump?
El icónico campo escocés enfrenta obstáculos logísticos y políticos para volver a albergar el British Open, mientras el golf busca preservar su neutralidad y tradición.
El debate entre la tradición del golf y la política contemporánea ha colocado a Turnberry, uno de los campos más emblemáticos de Escocia, en el centro de una controversia sin precedentes. Desde que Donald Trump compró el resort en 2014, su inclusión en la rotación del British Open ha sido objeto de análisis, tensión diplomática y consideraciones logísticas que trascienden el deporte.
Un campo legendario con historia dorada
Turnberry no es simplemente otro campo links en la costa escocesa. Su historia es rica. Fue sede del legendario "Duelo bajo el sol" en 1977 cuando Tom Watson superó a Jack Nicklaus en una de las competencias más emocionantes de la historia del torneo. También albergó el Open en 1986, 1994 y 2009, consolidándose como un lugar esencial en el corazón del golf tradicional.
Con vistas a la escarpada costa de Ayrshire y el emblemático Faro de Turnberry como telón de fondo, el campo es una obra maestra visual y técnica. Su belleza, sin embargo, ha sido ensombrecida por factores que —según la R&A— no tienen que ver directamente con el golf.
La propiedad de Trump, un hándicap político
El magnate Donald Trump compró el campo en 2014 por cerca de 60 millones de dólares, inyectando millones más en su renovación. No obstante, desde entonces, no ha vuelto a estar en la rotación del Open. En 2021, Martin Slumbers, entonces director ejecutivo de la R&A, dejó en claro que "el Open no volverá a Turnberry hasta que estemos convencidos de que el enfoque estará en el campeonato, el golf y el campo en sí".
Las implicaciones son claras: la política del propietario ha afectado la percepción del evento. Las críticas a Donald Trump tras los disturbios del Capitolio el 6 de enero de 2021, y su negativa a reconocer los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, agitaron aún más las aguas.
Trump, cuyo nombre está íntimamente ligado al branding de sus propiedades, convierte automáticamente cualquier evento en uno con resonancia política, algo que la R&A desea evitar prioritariamente.
Infraestructura: un obstáculo real
Más allá del nombre Trump, existe otro obstáculo serio según el nuevo jefe de la R&A, Mark Darbon: la logística. "Amo el campo de Turnberry, pero tenemos desafíos importantes de infraestructura que abordar", dijo Darbon.
- Acceso por carretera limitado
- Conectividad ferroviaria subdesarrollada
- Alojamiento insuficiente en los alrededores
El Open se ha vuelto un evento de dimensiones colosales. Por ejemplo, en St. Andrews en 2022, más de 290,000 espectadores asistieron durante los días del torneo, una cifra récord. Por contraste, los accesos a Turnberry están lejos de soportar esa escala.
Reuniones con la familia Trump
Darbon admitió que ha habido reuniones recientes con Eric Trump y representantes de Trump Golf. "Tuvimos una charla productiva. Discutimos los desafíos y ellos comprenden nuestra posición", afirmó.
Esta apertura al diálogo sugiere que Turnberry no ha sido totalmente descartado, pero que el camino de regreso depende de resolver temas logísticos y simbólicos.
Comparaciones con otros campos "excluidos"
Turnberry no está solo. Otro campo de prestigio, Muirfield, también ha estado ausente desde 2013. Aunque no tiene el estigma político, Muirfield enfrentó críticas tras la negativa histórica de su club a admitir mujeres como socias plenas, una política que fue revertida recién en 2017.
En ese sentido, la R&A ha tomado claras posturas sociales respecto al sitio donde se celebra el Open. Además, se requiere que los campos cuenten con zonas de práctica modernas y espacio físico adecuado para instalar la infraestructura del torneo, que incluye zonas para prensa, marcas, áreas VIP y fan zones.
Dinámica geopolítica e intereses cruzados
En un contexto donde Trump ha promovido abiertamente sus propiedades (incluso durante la presidencia), resurge una pregunta incómoda: ¿puede un expresidente convertir un evento deportivo en una plataforma política?
“Es difícil predecir si The Open será parte del itinerario si el Presidente hace una visita aquí”, señaló Darbon, refiriéndose a la posibilidad de que el exmandatario use el evento para gestos populistas o partidistas.
Si bien el gobierno británico tiene contacto regular con la R&A —dado que The Open genera beneficios económicos considerables para el país—, la entidad ha enfatizado que la decisión final dependerá exclusivamente de la R&A.
¿Un Open sin política es posible?
En teoría, el golf se esfuerza por mantenerse apartado de la política. Sin embargo, las circunstancias contemporáneas lo dificultan. Desde boicots en Arabia Saudita hasta los vínculos de la LIV Golf con el poder saudí, y las políticas de exclusión de clubes tradicionales, el golf ha sido forzado a reformularse.
El escándalo más reciente surgió cuando el golfista estadounidense Wyndham Clark fue sancionado por dañar una zona del vestuario en Oakmont, otro ejemplo de cómo los comportamientos individuales pueden trascender las líneas del campo de juego y convertirse en temas nacionales en redes sociales y medios.
Frente a esto, muchos aficionados y expertos insisten en separar el deporte del espectáculo político. Pero ¿hasta qué punto eso es viable cuando el deporte necesita capital privado para subsistir y crecer?
La economía detrás del Open
El British Open genera cifras impresionantes. Según estimaciones de The R&A:
- Genera entre 100 y 120 millones de libras para la economía británica por cada edición.
- Aporta más de 20 millones de libras en turismo local a las regiones anfitrionas.
- Atrae a una audiencia global estimada en 600 millones de telespectadores.
Con semejante impacto económico, la decisión sobre qué campo debe hospedar el torneo cada año no puede tomarse a la ligera. Turnberry, pese a su belleza, no parece estar a la altura logística y político-social que se espera en eventos de esta categoría.
¿Qué sigue para Turnberry?
En el horizonte, el Open tiene sedes ya confirmadas: Royal Birkdale en 2025, y St. Andrews en 2027. El sitio para 2026 y 2028 aún no ha sido anunciado, lo cual deja abierta una pequeña posibilidad para que Turnberry entre en consideración, siempre que el terreno político y logístico sea favorable.
Mientras tanto, los fanáticos pueden seguir soñando con un futuro regreso del Open a la icónica costa de Ayrshire. Pero hasta que las condiciones sobre el terreno mejoren —y las condiciones fuera de él también— es probable que Turnberry permanezca en un temporario exilio dorado.