Incendios, errores y decisiones difíciles: la delgada línea entre prevenir y provocar desastres
El uso del fuego controlado como herramienta forestal ha demostrado su eficacia, pero también ha tenido consecuencias fatales. ¿Estamos preparados para manejar el fuego en la era del cambio climático?
El fuego como herramienta: una vieja práctica en tiempos nuevos
Durante siglos, los incendios han sido considerados una amenaza que debe ser contenida a toda costa. Sin embargo, las políticas forestales más recientes han comenzado a revalorizar el papel del fuego como una herramienta clave en la gestión y regeneración de bosques.
Expertos como Scott Stephens, profesor de ciencia del fuego y política forestal en la Universidad de California en Berkeley, sostienen que apagar todos los incendios no es sostenible. "Nos enfocamos tanto en los incendios que salen mal y casi nada en el 99% que logran buenos resultados", afirmó el experto.
La idea no es nueva. Las comunidades indígenas de América del Norte han utilizado el fuego durante generaciones para dar salud al bosque, gestionar la vida silvestre y evitar los mega incendios de alta intensidad.
Incendios controlados: cuando las cosas salen mal
El problema estriba en que incluso las mejores intenciones pueden conducir a tragedias. Ejemplo de ello fue el incendio de Cerro Grande en el año 2000 en Nuevo México. Lo que comenzó como una quema prescrita para tratar 2 millas cuadradas terminó fuera de control, alcanzando más de 75 millas cuadradas y obligando al cierre del Laboratorio Nacional de Los Álamos, corazón de la investigación nuclear estadounidense.
Los efectos no se olvidan fácilmente: casas destruidas, evacuaciones masivas, críticas al gobierno federal y una ola de reformas en políticas forestales. A partir de este incidente, se establecieron nuevos programas de entrenamiento y se replanteó la manera en la que se aplicaban las quemas prescritas.
Cambiando con el clima: los incendios son diferentes ahora
El cambio climático está amplificando los desafíos. Según estudios recientes, los incendios están ardiendo más intensamente por la noche, un momento que tradicionalmente los bomberos aprovechan para contener las llamas.
Derek Mallia, científico atmosférico de la Universidad de Utah, está desarrollando herramientas de pronóstico específicas para entender fenómenos como los piracumulonimbos, nubes de tormenta que se forman sobre grandes incendios e interfieren con el clima.
"El modelado de incendios no ha avanzado al mismo ritmo que el de tormentas o huracanes", comenta Mallia. Se trata de procesos a menor escala, con múltiples factores como el historial de acumulación de combustibles, la topografía y la sequedad del aire.
El caso del Gran Cañón: fuego natural que terminó en desastre
El 4 de julio de 2024, un incendio provocado por un rayo en la zona norte del Parque Nacional del Gran Cañón se salió de control. A pesar de los esfuerzos de contención, los vientos intensos empujaron las llamas fuera de las líneas trazadas, destruyendo el histórico Lodge y varias cabañas patrimoniales.
Esto pone en el centro del debate la difícil dicotomía a la que se enfrentan los administradores de parques: ¿permitir que el fuego actúe como parte del ecosistema o apagarlo antes de que pueda causar daño?
Según Andi Thode, profesora de ecología del fuego en la Northern Arizona University, los administradores juegan constantemente con la noción del “riesgo ahora o después”. "O tomas el riesgo ahora con una ignición por rayo bajo condiciones controladas, o lo postergas hasta más adelante en el año, cuando las condiciones serán peores", afirmó.
El impacto de errores recientes: el caso de Hermit’s Peak/Calf Canyon
En 2022, la historia se repitió de forma aún más devastadora. El Servicio Forestal de EE. UU. ejecutó dos quemas prescritas en las Montañas Sangre de Cristo, Nuevo México. Las condiciones secas y cálculos desactualizados hicieron que se convirtieran en el incendio más grande de la historia del estado.
El incendio Hermit’s Peak/Calf Canyon no pudo ser contenido durante cuatro meses. Desplazó comunidades rurales enteras, destruyó tierras de pasto y dejó una marca profunda. FEMA ha desembolsado hasta la fecha unos 2.6 mil millones de dólares en respuestas y mitigaciones.
Un reporte de 2024 de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) mostró que aunque el Servicio Forestal realiza unas 4,500 quemas prescritas cada año, entre 2012 y 2021 solo 43 de 50,000 operaciones se salieron de control. Sin embargo, cada incidente costoso erosiona la confianza del público y genera presiones políticas que dificultan continuar con estos programas.
Lecciones aprendidas y el futuro del manejo del fuego
La historia deja claro que el manejo del fuego no es una ciencia exacta. Implica decisiones complejas, cálculos cuidadosos y una vigilancia constante ante lo impredecible.
Desde los primeros programas de manejo de incendios en áreas silvestres como los parques Sequoia y Kings Canyon, hasta los modelos actuales que incorporan imágenes satelitales y análisis de humedad atmosférica, la evolución ha sido notable, pero no exenta de riesgos.
Expertos coinciden en que debemos continuar aprendiendo, especialmente bajo condiciones de cambio climático acelerado. Más combustible acumulado, más calor, más viento... En otras palabras, más combustible para desastres si no se manejan correctamente.
La pregunta entonces no es si debemos seguir usando el fuego, sino cómo y cuándo hacerlo. Tal vez no haya garantías de éxito total, pero con mejor tecnología, coordinación interinstitucional y responsabilidad política, es posible minimizar los riesgos y proteger tanto a las comunidades como a los ecosistemas.
Una oportunidad para reformular nuestra relación con la naturaleza
Desde miles de años atrás, los pueblos originarios supieron vivir con el fuego, no contra él. Tal vez sea el momento de adoptar una visión más amplia y comprometida con la salud del planeta. Esto implica aceptar la inevitabilidad de ciertos fuegos, prepararnos mejor, evacuar a tiempo y educar al público sobre los beneficios y límites del uso del fuego forestal.
Como dijo Stephens: "Si no conseguimos que nuestros bosques sean más resilientes, estaremos persiguiendo incendios por siempre". La pelota, como el próximo incendio, está en nuestra cancha.