HOPS-315: La cuna de nuevos mundos y el origen de los planetas rocosos

Astrónomos descubren por primera vez la formación temprana de planetas como la Tierra en torno a una estrella bebé a 1.370 años luz

Un vistazo inédito al momento cero de la formación planetaria

Por primera vez en la historia de la astronomía, científicos han logrado capturar los primeros indicios de formación de planetas rocosos en torno a una estrella joven, proporcionando una ventana directa al "momento cero" en el que nuevos mundos comienzan a tomar forma. Esta observación sin precedentes ocurre alrededor de HOPS-315, una estrella tipo solar en formación ubicada a unos 1.370 años luz de la Tierra, en la constelación de Orión.

El hallazgo fue publicado en la prestigiosa revista Nature por un equipo internacional de astrónomos liderado por Melissa McClure, del Observatorio de Leiden, en Países Bajos. Utilizando datos del Telescopio Espacial James Webb de la NASA y del poderoso Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) del Observatorio Europeo Austral en Chile, los investigadores han detectado signos inequívocos de materiales sólidos condensándose en el gas caliente alrededor de esta estrella infantil.

¿Qué es HOPS-315 y por qué importa?

HOPS-315 es una estrella tipo enana amarilla en una etapa extremadamente temprana de su vida: entre 100.000 y 200.000 años de edad. A pesar de ser muy joven, posee ya un disco protoplanetario de gas y polvo en rotación a su alrededor: el lugar exacto donde los planetas comienzan a formarse.

Gracias a su inclinación favorable hacia la Tierra y a una brecha en la parte exterior del disco, los astrónomos pudieron observar de manera directa el interior caliente del sistema, donde detectaron señales de condensación de minerales sólidos como silicato de silicio cristalino y monóxido de silicio, los componentes primordiales de los planetas rocosos.

¿Cómo se forman los planetas?

La teoría actual de formación planetaria indica que los discos de gas y polvo alrededor de estrellas jóvenes son los viveros donde se gestan nuevos mundos. Durante millones de años, partículas de polvo colisionan y se fusionan formando cuerpos más grandes—primero planetesimales y luego embriones planetarios—hasta llegar a cuerpos del tamaño de planetas como la Tierra.

No obstante, el momento exacto en que este proceso comienza no había sido directamente observado. Como lo expresa Fred Ciesla, de la Universidad de Chicago:

“Esto es justamente lo que estábamos esperando. Los astrónomos llevan décadas intentando entender cómo se forman los sistemas planetarios. Ahora por fin tenemos evidencia directa y observacional de ese momento inicial.”

Un sistema planetario en formación: ¿nueva Tierra en camino?

No se sabe cuántos planetas terminarán por formarse alrededor de HOPS-315, pero dado que su disco presenta una masa comparable a la del Sol en su etapa temprana, los científicos especulan que podrían desarrollarse hasta ocho planetas, similar a nuestro sistema solar, eso sí, en el transcurso de millones de años.

Merel van ’t Hoff, coautora del estudio y astrónoma de la Universidad de Purdue, destaca el potencial que tiene este descubrimiento para el estudio comparativo de sistemas planetarios:

“Queremos saber si hay más sistemas como este. ¿Somos especiales, o realmente hay muchos otros sistemas con planetas parecidos a la Tierra?”

La importancia de los minerales detectados

El silicato cristalino encontrado en HOPS-315 no solo confirma teorías sobre el nacimiento de cuerpos rocosos, sino que además revela un patrón que podría ser común a toda la galaxia. En nuestro propio sistema solar, estos minerales abundan en meteoritos y cometas, considerados los sobrantes de la formación planetaria. Su condensación inicial en HOPS-315 implica que la formación de planetas podría ser más uniforme y universal de lo que se pensaba.

La observación de este tipo de minerales en un sistema ajeno al nuestro también es significativa porque con anterioridad estos compuestos solo se habían detectado en discos más maduros o en sistemas en estado de formación avanzada. Esto sugiere que la formación de materia sólida y planetas podría comenzar mucho antes de lo que se creía.

La fotografía que cambió la astronomía

La imagen capturada por los telescopios del ESO combina ciencia y poesía: una luz tenue en el espacio profundo que representa la promesa de nuevos mundos. Se trata de una vista directa de un sistema planetario naciente como nunca se había capturado. La imagen muestra claramente chorros de monóxido de silicio emanando de la estrella, inicialmente descritos como "luciérnagas cósmicas" flotando en la oscuridad.

Tal como McClure explica con entusiasmo:

“Por primera vez, podemos decir con certeza que los primeros pasos de la formación planetaria están ocurriendo ahora mismo. Hemos abierto una nueva ventana al nacimiento de mundos.”

Reflexiones para el futuro: ¿somos únicos?

Este hallazgo plantea una cuestión filosófica y científica que ha fascinado a la humanidad desde hace siglos: ¿Somos únicos en el universo? La detección de procesos conocidos de formación planetaria en HOPS-315 indica que las condiciones necesarias para crear mundos tipo Tierra pueden haberse repetido cientos, miles o incluso millones de veces en la Vía Láctea.

Con misiones como el telescopio espacial James Webb apenas comenzando su vida científica, y futuras instalaciones como la Extremely Large Telescope (ELT) en Chile o el Observatorio Vera C. Rubin en EE.UU., la astronomía está entrando en una era dorada donde respuestas concretas sobre el origen de la vida y los planetas están al alcance del telescopio.

Como reflexiona el astrónomo de ALMA, Andrés Escala:

“Cada nueva observación que realizamos del universo temprano es como leer una página del diario íntimo del cosmos. Hoy leímos una que nos dice cómo empezamos todos... con polvo, calor y un poco de chispa estelar.”

La ciencia como viaje colectivo

Este descubrimiento también es muestra del trabajo colaborativo internacional entre instituciones científicas, gobiernos y equipos técnicos. El hecho de que un equipo liderado desde Europa haya logrado resultados con infraestructuras ubicadas en América del Sur y tecnología estadounidense demuestra el poder de la cooperación científica global.

Es un recordatorio, en una época de conflictos y divisiones, de que la ciencia puede unirnos para explorar nuestras raíces cósmicas y descubrir nuevos futuros posibles.

Así como HOPS-315 está empezando su viaje hacia la construcción de un sistema planetario, nosotros también comenzamos a entender los mecanismos que nos dieron origen. El universo, vasto e inmenso, guarda réplicas del pasado en cada nueva estrella y en cada nuevo planeta emergente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press