Corrupción en la cima: la denuncia que sacude al NYPD y al alcalde Eric Adams

El excomisionado interino de la policía de Nueva York presenta una demanda devastadora que acusa a la administración de operar como una organización criminal

Una demanda sin precedentes

Thomas Donlon, excomisionado interino de la Policía de Nueva York, desató una tormenta política y judicial al presentar una demanda federal por crimen organizado contra el alcalde Eric Adams, altos mandos del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) y figuras clave de su administración. En el documento, Donlon alega que los máximos responsables del cuerpo policial más grande del país operan como una auténtica "empresa criminal", beneficiando a leales con ascensos no merecidos, encubriendo actos de mala conducta y castigando brutalmente a los denunciantes.

Esta demanda no es una queja personal. Es una declaración contra un sistema corrupto que traiciona al público, silencia la verdad y castiga la integridad”, sostuvo Donlon en una declaración pública.

De la lucha contra el terrorismo al epicentro del escándalo

Donlon, con una trayectoria de décadas en el FBI y especializado en antiterrorismo —incluyendo investigaciones emblemáticas como el atentado al World Trade Center de 1993—, fue designado como comisionado interino del NYPD en septiembre de 2024 para calmar las aguas tras un escándalo que obligó a su antecesor, Edward Caban, a dimitir. En ese entonces, el FBI había confiscado dispositivos electrónicos de Caban como parte de una investigación que también involucraba a su hermano y otros altos oficiales.

Irónicamente, Donlon también fue objeto de un allanamiento federal apenas una semana después de asumir. Las autoridades confiscaron materiales antiguos que, según él, no tenían relación con su gestión en el NYPD. Dos meses duró su turbulenta gestión antes de ser reemplazado por Jessica Tisch.

“Un colosal desvío de riqueza pública”

La demanda describe un sistema donde los ascensos “gratuitos” se otorgaban para premiar lealtades políticas o comprar silencio. Según Donlon, esto permitió un “masivo, ilegal y sistemático desvío de fondos públicos”, incluidos aumentos salariales no justificados, pagos de horas extra, mejoramiento artificial de pensiones y beneficios adicionales. En ciertos casos, altos funcionarios falsificaron documentos internos para justificar estos ascensos fraudulentos.

“No se trata solo de ética cuestionable,” añade la querella, “estamos ante un patrón de crimen organizado usando estructuras estatales”.

Encubrimiento y persecución

Uno de los aspectos más alarmantes de la demanda es la supuesta orquestación de una red de obstrucción a las investigaciones internas que se atrevían a indagar en la corrupción de los altos mandos. Donlon denuncia que aquellos que se atrevían a levantar la voz eran difamados y atacados a través de filtraciones a la prensa orquestadas desde adentro.

No es el único. Cuatro altos exfuncionarios policiales más presentaron demandas similares contra la misma cúpula, apoyando el relato de Donlon y sumando sus propias experiencias. Una portavoz de la oficina de Eric Adams respondió entonces que su administración “exige los más altos estándares a todos sus empleados, incluyendo a los líderes del NYPD”.

Descontento que crece desde dentro

El NYPD, con más de 35,000 oficiales y un presupuesto que supera los $10,000 millones anuales, ha estado envuelto en decenas de controversias en los últimos años. Desde el movimiento Black Lives Matter hasta enfrentamientos con la comunidad por uso excesivo de la fuerza, las acusaciones contra el cuerpo policial han sido constantes. Pero pocas veces emergió una acusación tan grave desde el interior del aparato de mando.

En palabras del abogado penalista Adam Kurland, experto en delitos de cuello blanco, “una demanda por crimen organizado no es algo común en la administración pública. Es ambiciosa. Si Donlon logra probar siquiera un tercio de lo que alega, esto podría marcar un antes y un después en la supervisión de instituciones policiales en EE. UU.

¿Una cultura institucionalizada?

Los denunciantes apuntan a una cultura de favoritismo estructural que ha echado raíces en la policía metropolitana. Fuentes cercanas al caso afirman que los oficiales con conexiones políticas o sindicales fuertes avanzaban más rápido en su carrera que los que simplemente mostraban competencias técnicas. Asimismo, obstaculizar investigaciones internas se habría convertido en práctica habitual para proteger a los aliados.

A esta dinámica se suma el componente político. El alcalde Eric Adams, un exmiembro de la policía y autodenominado reformista, ha sido criticado por nombrar a colaboradores cercanos sin experiencia suficiente o que enfrentaban investigaciones internas. En algunos medios de Nueva York, se habla incluso de una “policía leal al alcalde, no a la ley”.

¿Trampa política o denuncia legítima?

Algunos críticos de Donlon —especialmente dentro del círculo de Adams— han sugerido que se trata de una estrategia para manchar al alcalde de cara a las elecciones. Sin embargo, el historial de Donlon dentro del FBI y su ausencia de afiliaciones partidistas fuertes lo posicionan como una figura con credibilidad técnica.

Además, la acumulación de demandas similares desde distintos frentes socava el argumento de una vendetta personal. Si bien el tiempo y el proceso judicial demostrarán la veracidad de las acusaciones, el caso ya dejó una profunda grieta en la imagen de la administración Adams.

¿Una oportunidad para reformar?

Algunos grupos civiles han elevado sus voces para exigir reformas estructurales. “El NYPD no puede seguir funcionando como un rincón oscuro del poder político”, declaró la organización Communities United for Police Reform. Entre sus propuestas figuran:

  • Auditorías externas obligatorias en todos los procesos de ascensos
  • Mayor transparencia en el uso de fondos de horas extra y pensiones
  • Protección legal reforzada para denunciantes internos
  • Limitaciones estrictas a interferencias políticas en el cuerpo policial

El futuro de Adams y su equipo

Eric Adams llegó a la alcaldía con la promesa de fusionar experiencia policial y sensibilidad social. Pero tras dos años de mandato, su gestión parece más identificada con oscuras maniobras internas y manejo dudoso de recursos. La posibilidad de una reelección ahora depende fuertemente del desarrollo de este caso.

Por lo pronto, la ciudadanía neoyorquina observa con atención cómo se resuelve este dramático episodio. En una ciudad que ha sido símbolo tanto del crimen como de su lucha, las sombras se ciernen de nuevo sobre la figura de quienes debían velar por la justicia y la seguridad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press