Universidad de Michigan en el ojo del huracán: tensiones entre seguridad nacional y colaboración académica con China

Una serie de arrestos y acusaciones por contrabando biológico desatan una investigación federal sobre los vínculos internacionales de la universidad

La Universidad de Michigan, una de las instituciones académicas más prestigiosas de Estados Unidos, se encuentra en medio de una tormenta política y legal que involucra acusaciones de contrabando de materiales biológicos por parte de científicos chinos afiliados al centro académico. Este incidente ha detonado una nueva investigación federal centrada en la financiación extranjera y la seguridad nacional.

Dos arrestos que encendieron las alarmas

En junio, el FBI detuvo a un científico chino y su pareja, ambos vinculados a un laboratorio de investigación de la universidad, bajo cargos de intentar ingresar al país un hongo tóxico. Poco tiempo después, otro científico chino fue arrestado mientras llegaba a Estados Unidos y acusado de enviar material biológico a un laboratorio de la misma institución.

Estos eventos forman parte de una narrativa más amplia: el supuesto riesgo de sabotaje y espionaje en centros académicos estadounidenses. El Departamento de Educación, liderado por el investigador jefe Paul Moore, ha advertido que "los laboratorios de investigación de la UM siguen siendo vulnerables a la influencia maliciosa extranjera".

Un patrón de sospechas hacia China

La administración Trump, durante su primer mandato, reforzó su discurso entorno a la transparencia del financiamiento extranjero en las universidades estadounidenses, enfocándose particularmente en relaciones académicas con entidades chinas. Esta política resultó en investigaciones similares en instituciones de renombre como Harvard, la Universidad de Pensilvania y UC Berkeley.

Además, legisladores republicanos han presionado para que se rompan los lazos de investigación con China, argumentando que el país asiático se beneficia del conocimiento generado en EE.UU. para desarrollar tecnologías avanzadas. Un informe publicado por la Cámara de Representantes reveló que cientos de millones en fondos federales han respaldado indirectamente avances chinos en inteligencia artificial, semiconductores y armamento nuclear.

Críticas al manejo de la Universidad de Michigan

Dentro del contexto de esta investigación, el Departamento de Educación ha exigido a la universidad entregar registros financieros e información detallada sobre sus acuerdos con entidades extranjeras. En una carta oficial, las autoridades educativas manifestaron que la universidad ha sido "incompleta, inexacta y tardía" en sus divulgaciones.

Uno de los blancos de crítica ha sido la profesora Ann Chih Lin, directora del Centro de Estudios Chinos de la universidad. Lin ha declarado públicamente que la amenaza del robo tecnológico por parte de China está exagerada. Esta postura ha sido cuestionada por el departamento federal al señalar la "aparente indiferencia hacia las preocupaciones de seguridad nacional".

Respuestas institucionales: entre la defensa y la revisión

Ante la presión mediática y gubernamental, la Universidad de Michigan ha manifestado públicamente su rechazo a cualquier acción que atente contra la seguridad nacional. También ha iniciado una revisión interna de sus protocolos de seguridad en investigación.

No obstante, lo que está en juego aquí no es solo el prestigio académico. La universidad recibió en 2023 más de $1.9 mil millones en fondos para investigación, una porción significativa proveniente de subvenciones federales. Cualquier hallazgo que evidencie negligencia o encubrimiento podría tener consecuencias devastadoras para su futuro financiero y reputacional.

Una mirada más amplia: ¿discriminación o legítima precaución?

Este caso también ha reavivado el debate sobre la xenofobia y la vigilancia selectiva hacia científicos internacionales, especialmente los chinos. Grupos de defensa de derechos civiles y asociaciones académicas han advertido que un enfoque demasiado agresivo puede derivar en hostilidad hacia estudiantes y profesores de origen asiático.

Vale la pena recordar que en el año académico 2023-24, más de 270,000 estudiantes internacionales procedían de China, posicionando al país como el segundo mayor origen de estudiantes extranjeros en Estados Unidos, después de India. Esta comunidad, que representa aproximadamente un 25% del total, también es una fuente crítica de diversidad, talento y financiación para las universidades.

¿Una cuestión de seguridad nacional o una estrategia política?

Aunque golpes de seguridad nacional parecen justificar esta vigilancia, críticos señalan que parte de estas acciones responden a una agenda política sostenida por Trump y sus aliados. Durante su mandato, el expresidente no solo intensificó los requisitos de divulgación de fondos extranjeros, sino que utilizó el discurso de "Estados Unidos primero" para promover mayores restricciones migratorias y académicas.

Si bien la administración Biden optó por cerrar gran parte de los casos iniciados bajo Trump, el resurgimiento reciente de estas investigaciones refleja una posible continuidad disfrazada en la política exterior académica del país.

¿Qué pasará ahora?

La universidad enfrenta un dilema serio: actuar de manera tajante para establecer límites en sus relaciones internacionales o defender la apertura científica como parte esencial de su misión. Lo cierto es que este caso se ha convertido en un ejemplo emblemático de los desafíos actuales entre colaboración internacional, seguridad nacional y política interna.

En una era hiperconectada, donde la ciencia no reconoce fronteras pero la política sí, casos como el de la Universidad de Michigan podrían ser solo el primer acto de una disputa mayor.

“La seguridad de la nación empieza en sus aulas. Pero también lo hace la innovación”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press