El poder curativo de la ‘ginga’: cómo la capoeira está transformando vidas de personas con Parkinson en Brasil

En Río de Janeiro, pacientes con Parkinson encuentran esperanza, equilibrio y comunidad en una práctica ancestral afrobrasileña que combina danza, arte marcial y espiritualidad

RÍO DE JANEIRO — En la bulliciosa ciudad carioca, entre palmeras y murales coloridos, un grupo de personas mayores se balancea suavemente al ritmo de tambores y cánticos afrobrasileños. Están participando en un ritual tan terapéutico como tradicional: una clase de capoeira, diseñada específicamente para personas con enfermedad de Parkinson.

Aunque la capoeira es comúnmente conocida por sus saltos acrobáticos y su historia rebelde, en este contexto adquiere un nuevo propósito: rehabilitación neuromotora. Más allá del ejercicio físico, se trata de dignidad, conexión humana e identidad cultural.

Una historia de resiliencia: Nilma, la profesora que aprendió a volar de nuevo

Nilma Teles de Freitas, una maestra jubilada de 80 años, recuerda vívidamente cómo, una vez tras otra, se veía atrapada por su propio cuerpo: caídas frecuentes, inseguridad al caminar, miedo al movimiento.

La capoeira me dio libertad. Libertad para explorar mi cuerpo, para comprenderlo. Para aceptarlo y encontrar un nuevo equilibrio”, expresó emocionada durante una de las clases semanales del proyecto “Parkinson na ginga” que se celebra en el centro cultural Fundição Progresso.

Desde que comenzó a asistir a estas clases, Nilma ya no teme caminar sola. De hecho, dice que su calidad de vida ha mejorado más en los últimos meses que en toda una década de tratamientos convencionales.

“Ginga”: el alma en movimiento

En la capoeira, la “ginga” —ese movimiento fluido y rítmico que constituye la base de la práctica— representa mucho más que una simple técnica. Es símbolo de resistencia, de adaptabilidad y de constante dinamismo. Es un vaivén que no solo involucra el cuerpo, sino también el espíritu.

Pero ¿cómo ayuda este complejo arte a personas con Parkinson? La fisioterapeuta Rosimeire Peixoto, fundadora del proyecto y practicante de capoeira desde hace más de una década, lo explica claramente:

“Tiene que ver con la neuroplasticidad. Los estímulos sensoriales, la coordinación bilateral, el ritmo. Todo eso fortalece conexiones neuronales y, lo más importante, ¡motiva al paciente!”.

Un origen ancestral que cura

La capoeira nació en el seno de las comunidades afrobrasileñas esclavizadas a partir del siglo XVI. Mezcla danzas angoleñas, rituales religiosos y técnicas marciales que se practicaban en secreto para resistir la opresión colonial portuguesa.

Su reconocimiento internacional creció tanto que en 2014 fue incluida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Pero su valoración espiritual y terapéutica no es nueva para quienes la practican desde hace siglos.

El vínculo cuerpo-emoción-música

La experiencia corporal en la capoeira no se reduce al movimiento físico. Incluye música cantada, ritmos de berimbau, atabaques, palmadas y un lenguaje propio. Cada señal sonora acciona respuestas sensoriales y motrices que resultan muy efectivas para personas con deterioros neurológicos como el Parkinson.

Investigaciones recientes han demostrado que la exposición a estímulos musicales puede mejorar notablemente la función motora y emocional de pacientes con este trastorno neurodegenerativo. Según un estudio publicado en Movement Disorders, la música rítmica y la danza contribuyen al control postural y reducen la bradicinesia (lentitud en el movimiento).

Antônio: de la silla al ritmo del atabaque

Antônio de Azevedo, otro de los alumnos frecuentes, fue diagnosticado con Parkinson hace cinco años. “No podía ni estar de pie”, recuerda. Hoy baila con una sonrisa y hasta se atreve a enseñar pasos a los recién llegados.

“Es lo mejor que me ha pasado desde que me dieron el diagnóstico. Ya no me siento solo; me siento parte de algo más grande, con historia, con alma.”

No solo terapia, sino comunidad

Las clases no son simplemente sesiones de ejercicio adaptado. Rosimeire organiza momentos de socialización, como bailes de samba, meriendas compartidas, celebraciones de cumpleaños... la risa y la conversación son parte fundamental del proceso.

La soledad es uno de los peores enemigos del Parkinson”, explica. “Nosotros curamos con movimiento, pero también con presencia.”

La clase funciona como un círculo de pertenencia, un microcosmos de apoyo mutuo para combatir los síntomas visibles e invisibles: temblores, rigidez, aislamiento y depresión.

“Una revolución cultural en la fisioterapia”

Si bien existen múltiples terapias para el Parkinson —desde medicamentos dopaminérgicos hasta intervenciones quirúrgicas como la estimulación cerebral profunda—, la integración de disciplinas artísticas con valor ancestral, como la capoeira, marca un giro en los paradigmas tradicionales de tratamiento.

Estamos haciendo fisioterapia cultural”, dice Peixoto, destacando que muchos colegas del área médica comenzaron a interesarse en replicar el modelo en otras ciudades del país.

Estadísticas que hablan

  • En Brasil, cerca de 200 mil personas viven con Parkinson, según datos de la Asociación Brasilera de Parkinson.
  • Esta cifra podría duplicarse para 2040 debido al envejecimiento poblacional.
  • Se estima que solo el 20% de los pacientes accede a tratamientos complementarios no farmacológicos.

Capoeira en el mundo y su potencial terapéutico

Con centros culturales que enseñan capoeira en más de 100 países, el potencial global de su aplicación terapéutica es gigantesco. De hecho, universidades en Alemania, Reino Unido y Australia han comenzado estudios pilotos similares al “Parkinson na ginga”.

Según el Brazilian Journal of Physical Therapy, los resultados preliminares indican mejoras en el control del equilibrio, la velocidad de marcha y la calidad de sueño.

Más allá del cuerpo: espiritualidad y autoestima

Nilma lo resume con una frase que va más allá del rigor clínico:


“Hoy sonrío. Después de llorar al salir del diagnóstico, vuelvo a reír. Estoy viva, activa, acompañada. Eso también es salud.”

Y así, entre movimientos circulares, canciones africanas, abrazos y tambores, este proyecto no solo combate una enfermedad. Cura el alma colectiva.

La “ginga” no solo mueve cuerpos; mueve corazones y paradigmas.

Para más información sobre el proyecto o cómo replicarlo en otros contextos, se puede contactar con Fundição Progresso o la Asociación Brasilera de Parkinson.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press