Antisemitismo, libertad de expresión y polarización política en los campus universitarios de EE.UU.

Un análisis del creciente conflicto entre derechos civiles, apoyo a Palestina e intereses políticos en las universidades estadounidenses

El nuevo campo de batalla político: universidades bajo escrutinio

En medio de una fuerte ola de protestas universitarias tras el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, las universidades estadounidenses se han convertido en el nuevo campo de batalla político entre demócratas y republicanos. El Comité de Educación y Fuerza Laboral de la Cámara de Representantes, liderado por los republicanos, ha llevado a cabo ya nueve audiencias con el objetivo declarado de investigar el antisemitismo en los campus universitarios. Sin embargo, la pugna parece ir más allá de la preocupación por la seguridad de los estudiantes judíos.

Una audiencia tensa con universidades prominentes

El pasado martes, los líderes de tres grandes instituciones académicas —la Universidad de Georgetown, la Universidad de California en Berkeley y la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY)— fueron llamados a declarar. Durante la audiencia, fueron duramente cuestionados por supuestamente no tomar medidas contundentes ante comportamientos antisemitas.

El representante Tim Walberg (R-Michigan), presidente del comité, declaró: “Las universidades pueden elegir contratar a profesores antisemitas, aceptar estudiantes con antecedentes similares, recibir ciertos fondos extranjeros y permitir comportamientos sin consecuencias. Pero lo hacen bajo su propio riesgo.”

Por su parte, los líderes universitarios defendieron sus políticas de protección a la libertad de expresión y aseguraron haber actuado cuando se violaron las normativas internas. Rich Lyons, rector de UC Berkeley, afirmó: “Si alguien expresa creencias pro-palestinas, eso no es necesariamente antisemita.”

La libertad de expresión en juego

El rector interino de Georgetown, Richard Groves, recalcó que como universidad jesuita fomentan el diálogo interreligioso. Afirmó que han expuesto a sus estudiantes a diversas perspectivas, incluyendo testimonios de soldados israelíes, familias israelíes y palestinas que han perdido a seres queridos, y familias estadounidenses con rehenes en Gaza. Groves enfatizó que aunque Georgetown no es perfecta, mantienen reglas claras para el comportamiento estudiantil.

Este tipo de declaraciones responden a un dilema fundamental que atraviesa la vida académica: ¿Dónde termina la libertad de expresión y comienza el discurso de odio?

El precedente de Harvard y Pennsylvania

Vale la pena recordar que esta es una secuela política de lo ocurrido en 2023 cuando los discursos poco contundentes de los presidentes de las universidades de Harvard y Pennsylvania ante este mismo comité provocaron una ola de indignación que culminó en sus renuncias.

La congresista republicana Elise Stefanik (Nueva York) fue clave en esa audiencia, y ahora volvió al ataque en la actual, presionando al rector de CUNY, Félix Matos Rodríguez, sobre la permanencia en su plantilla de una profesora de derecho que había defendido legalmente a un activista palestino. Matos Rodríguez reafirmó su compromiso con la lucha contra el antisemitismo, pero se abstuvo de comprometerse a despedir a dicha docente.

¿Audiencias o tribunales políticos?

El ambiente en la audiencia fue estérilmente dividido. Representantes demócratas acusaron a sus contrapartes republicanas de usar las audiencias como un show político. El congresista demócrata Mark Takano (California) expresó: “Han convertido esta sala de audiencias en un tribunal canguro… no para ayudar realmente a los estudiantes judíos, sino para hacer de su dolor un espectáculo político.”

Además, los demócratas aprovecharon para acusar a los republicanos de guardar silencio sobre el desmantelamiento del Departamento de Educación, institución responsable de investigar casos de antisemitismo y otras violaciones de derechos civiles en el ámbito educativo.

Protestas, arrestos e intervenciones policiales

La audiencia fue interrumpida varias veces por manifestantes pro-palestinos. Muchos fueron expulsados por la policía del Capitolio tras corear consignas contra la postura del Congreso. Estos incidentes reflejan el ambiente de tensión que domina no solo las universidades, sino también el debate político nacional sobre la guerra en Gaza, la política exterior estadounidense y los derechos civiles.

Contexto histórico: antisemitismo y discursos en los campus

El antisemitismo en campus universitarios no es un fenómeno nuevo, pero ha tomado renovado protagonismo tras la escalada del conflicto israelí-palestino en 2023. Según un informe de la ADL (Anti-Defamation League), los incidentes antisemitas en universidades aumentaron un 67% en 2023 respecto al año anterior. Aun así, estas cifras incluyen una variedad de actos, desde pintadas hasta discursos políticos más ambiguos.

En ese contexto, muchos grupos defensores de Palestina acusan a las autoridades y medios de criminalizar el activismo político bajo la etiqueta de antisemitismo. Organizaciones como Students for Justice in Palestine argumentan que existe un intento sistemático de silenciar discursos pro-palestinos, bajo pretexto de proteger a la comunidad judía.

Demografía, sensibilidad y política identitaria

Los campus de universidades como UC Berkeley y CUNY albergan comunidades extraordinariamente diversas e ideológicamente activas. En Berkeley, por ejemplo, más del 70% de los estudiantes se identifican como de minorías raciales o étnicas y más del 60% se identifica como activamente comprometido con causas sociales.

Esto genera una compleja interacción entre múltiples identidades: religiosas, étnicas, políticas y sexuales. En este entorno, políticas como las de expresión protegida y tolerancia activa colisionan incluso con los valores institucionales estadounidenses tradicionales.

¿Proteger o perseguir?: El papel del Departamento de Educación

La Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación (OCR por sus siglas en inglés) juega un papel clave en la protección de los estudiantes frente a la discriminación, incluyendo el antisemitismo. Pero los recursos y alcance de esta oficina han sido reducidos desde la administración Trump, lo que ha debilitado su capacidad de intervención.

Demócratas como la senadora Elizabeth Warren han alertado de que las reformas republicanas en educación son menos una defensa de los derechos civiles y más una campaña ideológica. En palabras de Warren: “No están intentando erradicar el antisemitismo. Están utilizando una causa legítima como excusa para imponer control ideológico sobre las universidades.”

Una política exterior que influye en los campus

Las posturas universitarias también son cada vez más evaluadas en función del posicionamiento del país respecto al conflicto palestino-israelí. Grupos activistas juveniles exigen que sus centros de estudio se pronuncien, retiren inversiones de empresas vinculadas a Israel o condenen las operaciones militares en Gaza. Mientras tanto, algunos gobiernos estatales y federales amenazan con retirar fondos a instituciones que “permitan expresiones antisemitas.”

Este fenómeno apunta a una externalización de la política exterior que permea los espacios estudiantiles, alimentando tensiones entre estudiantes judíos y musulmanes, entre conservadores y progresistas, e incluso entre cuerpos académicos divididos.

¿Hacia dónde se dirige el debate?

Las universidades, por vocación e historia, son espacios de debate crítico. Sin embargo, en el clima político polarizado de hoy, esa vocación está siendo sistemáticamente desafiada por fuerzas externas —congresistas, donantes, organizaciones intergubernamentales— que buscan dictar los límites del discurso aceptable.

En declaraciones tras su participación en la audiencia, Rich Lyons resumió una tensión vital: “No se puede forzar a las universidades a tomar partido entre derechos humanos. Necesitamos espacios donde todas las voces —incluidas las incómodas— puedan ser escuchadas sin miedo.”

Mientras tanto, los estudiantes siguen atrapados en este campo de batalla. Muchos temen ser sancionados por expresar su opinión; otros sienten que están perdiendo voz en su propio campus. Y aunque los extremos dominan los titulares, la mayoría pide exactamente lo mismo: seguridad, respeto y derecho a disentir.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press