La belleza no debería doler: el racismo implícito en ‘Love Island’ y el espejismo de la diversidad

Análisis crítico al reality más famoso del mundo y cómo su narrativa continúa fallándole a las mujeres negras

La isla del amor y la realidad de los prejuicios

Desde su lanzamiento en el Reino Unido en 2015, “Love Island” se ha posicionado como uno de los programas de reality lifestyle más influyentes a nivel global. Su premisa es aparentemente inofensiva: un grupo de solteros y solteras, comúnmente jóvenes entre los 20 y 30 años, son seleccionados para convivir en una villa de lujo con el objetivo de encontrar el amor y, de paso, ganar un premio económico.

Sin embargo, conforme el fenómeno ha ganado audiencia —con la versión estadounidense ya contando siete temporadas y la británica más de una docena—, también se ha vuelto eje de críticas por su falta de equidad racial, sobre todo cuando se trata del trato a las mujeres negras.

Un modelo de inclusión... fallida

Los productores han intentado defender el programa afirmando que “la aplicación está abierta a todos y buscamos reflejar la diversidad de nuestra audiencia”. Aun así, los datos y las percepciones del público relatan una historia distinta. Pasaron once temporadas en la versión británica para que una mujer negra con piel más oscura ganara el concurso, dato que puede parecer anecdótico pero que evidencia una falla estructural en cómo se retrata la belleza y el deseo.

JaNa Craig: Belleza e inseguridad en ‘Love Island USA’

En la sexta temporada de la versión estadounidense, la concursante JaNa Craig se convirtió en favorita de la audiencia. A pesar de su entusiasmo y seguridad frente a las cámaras, Craig admitió sentir que, tanto ella como su compañera Serena Page, eran menos consideradas por los hombres dentro de la villa, muy probablemente por su tonalidad de piel. Serena, sin embargo, logró ganar la temporada, lo que pareció aliviar momentáneamente la percepción negativa.

“Aunque sabemos nuestro valor y que somos hermosas, aún sentíamos que no éramos lo suficientemente buenas”, confiesa JaNa Craig.

‘Love Island’ UK: Microagresiones y desapego evidente

En Reino Unido, la concursante Alima Gagigo, una mujer negra de piel oscura, eligió a Blu Chegini, un hombre blanco. Su respuesta fue directa y devastadora:

“Seré honesto, en papel, no eres mi tipo”.

“Por supuesto,” respondió Gagigo con resignación, como si ya esperara ese tipo de rechazo. Aunque Chegini no hizo referencia directa a la raza, muchos espectadores interpretaron la frase como un reflejo de los prejuicios raciales predominantes en la dinámica del programa.

Colorismo y misoginia: La dupla del deseo desmedido

El antropólogo cultural J. Lorand Matory define el colorismo como una forma sutil pero devastadora de discriminación dentro de una misma comunidad étnica, basada en la preferencia por tonos de piel más claros. En “Love Island”, esta dinámica se manifiesta constantemente, especialmente en las primeras ceremonias de emparejamiento, donde mujeres negras suelen ser las últimas en ser escogidas.

Este patrón ha sido llamado por muchos críticos como misoginoir —un término acuñado por la activista Moya Bailey que combina misoginia y racismo dirigido exclusivamente a las mujeres negras.

¿Preferencias personales o sesgos aprendidos?

Muchas veces los concursantes defienden sus decisiones bajo el argumento de que “tienen un tipo”, y que eso no quiere decir que estén siendo prejuiciosos. Pero, como señala Alexandria Beightol, voz del podcast “Apathy is Not an Option” del Southern Poverty Law Center:

“Reconocer que tienes un tipo debería incluir también reconocer que eres producto de tu entorno y del contenido que consumes.”

Ese entorno está plagado de modelos eurocéntricos de belleza: piel clara, cabello lacio, nariz fina. Toda desviación de esa norma (muy occidental) es vista erróneamente como 'menos deseable'.

La oportunidad que los productores están dejando pasar

“Love Island” tiene millones de espectadores cada noche, trending topics asegurados en Twitter (ahora X) y montones de contenido para plataformas como TikTok e Instagram. ¿Qué pasaría si aprovecharan ese poder para subvertir los estándares de belleza en lugar de perpetuarlos? ¿Qué pasaría si tuvieran más productores y guionistas negros, que entiendan desde adentro la sensibilidad necesaria para representar de forma justa a las mujeres negras?

Alexandria Beightol lo explica así:

“Te conviene tener gente en tu equipo que se parezca a las mujeres que estás mostrando. Ellos pueden anticipar conflictos y evitar reproducir daños.”

El poder de los espectadores

Una de las pruebas más esperanzadoras del cambio que se está gestando no proviene de los productores sino de los espectadores. Las redes sociales se han convertido en un espacio donde las mujeres negras han compartido sus experiencias, dolores y alegrías al ver representación digna. Cuando JaNa Craig fue llamada la “chica más badass de la historia de Love Island” por decenas de fanáticos, demostró que la visibilidad —cuando es positiva y merecida— tiene un efecto catalizador.

Cuando ‘Love Island’ no es solo un juego

No se trata de una pelea por inclusión forzada, sino de un reconocimiento básico a la humanidad y belleza diversa del mundo. Las implicaciones de estos microrechazos no se quedan en la villa; envían un mensaje a las adolescentes negras afuera de la pantalla: que su amor puede ser condicional, que su presencia está sujeta al agrado del otro.

Ya es hora de reescribir la narrativa. “Love Island” puede seguir siendo un espectáculo de amor, drama y glamour, pero no puede seguir siéndolo al costo de deshumanizar a quienes no encajan en el molde superficial del deseo. Las mujeres negras no son una cuota de diversidad, son personas, y su belleza también merece prime time.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press