El juego arancelario de Trump: impacto global y riesgos económicos latentes
Mientras los mercados asiáticos reaccionan con incertidumbre ante las amenazas comerciales del expresidente, se multiplican los indicios de inflación, volatilidad bursátil y tensiones geopolíticas
Una tormenta arancelaria recorre Asia
El anuncio de nuevas tarifas arancelarias por parte del expresidente Donald Trump ha sacudido a los mercados asiáticos, generando una jornada bursátil marcada por la incertidumbre. Aunque algunos índices como el Nikkei 225 de Japón lograron ligeros avances (0.1%), otros como el Shanghai Composite retrocedieron casi un 0.9% tras publicarse datos que revelan un enfriamiento del crecimiento económico chino.
Según informes oficiales, la economía china creció un 5.2% anual en el último trimestre, apenas por debajo del 5.4% alcanzado durante el primer trimestre del año. No obstante, en términos trimestrales el crecimiento fue solo del 1.1%, un signo de alerta ante las crecientes tensiones comerciales.
Este retroceso en el ímpetu económico coincide con la amenaza de Washington de aplicar tarifas automáticas del 10% sobre todas las importaciones a partir del 1 de agosto. De concretarse, especialistas anticipan un riesgo de recesión global, particularmente dañina para las potencias exportadoras de Asia.
Mercados en vilo: entre el miedo y la especulación
En Wall Street, el ambiente no es menos complejo. El S&P 500 subió apenas un 0.1%, el Dow Jones un 0.2% y el Nasdaq un 0.3%, reflejando una atmósfera de cautela mientras el mundo evalúa las repercusiones de posibles nuevas guerras comerciales.
Brian Jacobsen, economista jefe de Annex Wealth Management, comentó que “el mercado podría no estar entusiasmado por una escalada de tarifas, pero tampoco muestra señales de pánico aún”.
La incertidumbre se ve reflejada también en los movimientos de los mercados de divisas y energía. El dólar estadounidense se debilitó frente al yen japonés y se mantuvo relativamente estable frente al euro. Por su parte, el petróleo Brent retrocedió a $68.96 por barril, mientras el crudo WTI se situó en $66.67.
¿Guerra comercial 2.0?
La estrategia de Trump no parece buscar únicamente imponer barreras comerciales. De acuerdo con Ulrike Hoffmann-Burchardi, directora global de renta variable en UBS Global Wealth Management, “la Casa Blanca busca usar la amenaza de tarifas como herramienta de negociación”. Esto deja abierta la posibilidad de que Washington retire los aranceles antes de implementarlos, en caso de lograr concesiones de sus socios comerciales.
Sin embargo, no todos comparten esta lectura optimista. En el pasado, medidas similares terminaron ejecutándose, como en la guerra arancelaria con China entre 2018 y 2020, que afectó al crecimiento mundial y al comercio de bienes tecnológicos, de autos y hasta productos agrícolas.
Inflación: el enemigo silencioso
Lo que más inquieta a economistas y ciudadanos es el fantasma de la inflación. Las previsiones apuntan a que el índice de precios al consumidor subió 2.6% en junio, acelerándose frente al 2.4% de mayo. La inflación subyacente, que excluye alimentos y energía, también habría subido al 3% interanual.
Los consumidores ya sienten el golpe: electrodomésticos, herramientas, muebles y hasta juguetes han aumentado su precio. Grandes empresas como Mitsubishi han implementado alzas de hasta un 2.1% en promedio, y Nike anunció ajustes “quirúrgicos” para proteger sus márgenes.
Según FactSet, se espera que estos aumentos de precios persistan en los próximos meses mientras se define el curso de las políticas arancelarias.
El dilema de la Reserva Federal
Al centro de la escena económica se encuentra la Reserva Federal, que mantiene una postura de cautela respecto a su política monetaria. El presidente Trump ha fustigado duramente al presidente Jerome Powell, exigiendo recortes inmediatos a las tasas de interés para facilitar la compra de viviendas y aliviar a los consumidores.
Powell, sin embargo, ha insistido en que necesita observar los efectos reales de los aranceles antes de actuar. La Fed teme actuar prematuramente: si bajan las tasas con una inflación creciente, podrían agravar el problema en lugar de resolverlo.
La presión política se ha intensificado. El gobierno ha criticado incluso la millonaria renovación de dos edificios de la Fed, cuyo presupuesto se ha disparado de $1.9 a $2.5 mil millones, poniendo a Powell en la mira de posibles cuestionamientos sobre mala gestión.
Asia, capturada entre dos fuegos
Mientras tanto, en Asia, países como Australia encuentran difícil encontrar un equilibrio entre sus relaciones económicas con China y las presiones políticas de EE.UU. El primer ministro australiano Anthony Albanese visitó Beijing para reforzar los vínculos comerciales, en una señal de distensión tras años de tensiones motivadas por temas de derechos humanos y seguridad regional.
Albanese destacó que uno de cada cuatro empleos en Australia depende del comercio exterior, en su mayoría vinculado a China. Sin embargo, reafirmó su intención de diversificar mercados, acercándose aún más a economías sudesteasiáticas como Indonesia y Singapur.
“Buscar puntos en común y dejar de lado las diferencias va en interés fundamental de nuestros pueblos”, dijo Xi Jinping durante su encuentro con Albanese, marcando un tono diplomático optimista que contrasta con la confrontativa retórica estadounidense.
La criptoeconomía entra en juego
Mientras los mercados tradicionales esperan definiciones, el bitcoin sigue batiendo récords. Esta semana se celebra en Washington la “Crypto Week”, donde el Congreso debatirá proyectos para posicionar a EE.UU. como capital global del ecosistema cripto.
Esta movida señala el deseo de Estados Unidos de diversificar su dominio financiero, ante la posibilidad de que la inversión extranjera directa y el músculo industrial sigan migrando hacia otras latitudes como consecuencia de guerras arancelarias y alta inflación.
Una política que arrastra inversión e incertidumbre
Más allá del titular del día, el patrón económico emergente es claro: Trump apuesta a una economía cerrada, proteccionista, que genera incertidumbre pero seduce a ciertos sectores industriales. Esta dinámica no solo complica el equilibrio macroeconómico estadounidense, sino que también pone en jaque la estabilidad global.
Los próximos días serán claves. De confirmarse los aranceles el 1 de agosto, asistiremos probablemente a una nueva ronda de represalias comerciales, tanto de China como de la Unión Europea, especialmente si Washington concreta el aumento del 30% sobre productos europeos.
En este tablero lleno de posibilidades, los consumidores y las pequeñas empresas podrían ser las principales víctimas silenciosas de una estrategia geopolítica de alto voltaje.