Campamentos de verano en riesgo: El efecto dominó del congelamiento de fondos federales en la vida de millones de niños

La incertidumbre amenaza programas cruciales como Boys & Girls Clubs y YMCA que han sido un salvavidas para familias de bajos ingresos en EE.UU.

Por más de 1.4 millones de niños en EE.UU., el verano no solo es sinónimo de diversión, sino también de esperanza, educación y cuidado seguro. Pero esa realidad podría cambiar drásticamente debido al congelamiento de los fondos federales dirigido por la administración Trump, lo que ha puesto en peligro el futuro de programas como el 21st Century Community Learning Centers, responsables de financiar campamentos de verano y actividades extracurriculares gratuitas en todo el país. Esta es una crónica de las tensiones políticas, los desafíos logísticos y las realidades sociales que rodean esta situación crítica.

Un refugio para las familias trabajadoras

En un día lluvioso en East Providence, Rhode Island, Darleen Reyes se enfrentó a una advertencia de inundación repentina. Sin embargo, llevó a su hijo Aiden Cazares al campamento de verano del Boys & Girls Club. Aiden, de solo 8 años, tenía una razón clara: “Quiero ver a mis amigos y no solo quedarme en casa.”

La historia de Aiden ejemplifica lo que representan estos programas para millones de familias: un espacio seguro donde los niños pueden recibir apoyo académico, socializar y desarrollarse mientras sus padres trabajan. Estas iniciativas, como las del YMCA, Save the Children y clubes escolares, se ofrecen a familias de ingresos bajos o moderados gracias a subsidios federales.

¿Qué está pasando con los fondos?

La administración Trump congeló más de $6 mil millones en subvenciones educativas federales, incluido el financiamiento de los centros de aprendizaje comunitario del siglo XXI, alegando que algunos proyectos no se alineaban con las prioridades presidenciales. Entre las razones apuntadas están los fondos destinados a inmigrantes en situación irregular y propuestas de inclusión LGBTQ+.

Como resultado, programas críticos de verano y después de clases están en riesgo de desaparecer para el otoño. “El tiempo apremia”, afirmó Christy Gleason, directora ejecutiva de Save the Children Action Network, organización que proporciona programas extracurriculares en escuelas rurales de Washington, Florida y el sur del país. En muchos casos, las clases comenzarán tan pronto como en agosto.

Impacto desigual: ¿quién pierde más?

De acuerdo con un análisis del think tank progresista New America, 91 de los 100 distritos escolares que recibirían más fondos congelados están en distritos liderados por republicanos. La mitad de esos distritos se encuentran en solo cuatro estados: California, Virginia Occidental, Florida y Georgia.

Paradójicamente, varios funcionarios republicanos también han criticado la congelación. Richard Woods, superintendente escolar de Georgia y republicano electo, declaró: “Ser responsable fiscalmente implica liberar los fondos ya aprobados por el Congreso y firmados por el presidente.”

¿Qué ofrecen realmente estos programas?

En el campamento de verano del Boys & Girls Club en East Providence, los niños no solo juegan. Aprenden matemáticas con dinámicas educativas, experimentan con ciencia natural observando insectos, desarrollan límites saludables y modales, y reciben asesoría de maestros con experiencia.

Kayla Creighton, una maestra del programa, recuerda un momento cuando un niño dijo algo inapropiado. Su respuesta fue una lección directa y necesaria: “Cuando alguien dice algo inapropiado, no debes repetirlo.” Más allá del contenido académico, estos programas inculcan empatía, respeto y habilidades sociales fundamentales.

Un legado centenario, al borde del colapso

El Boys & Girls Club no es una organización marginal. Con 165 años de historia, ha sido reconocido por republicanos y demócratas por igual. En 1991, el Departamento de Defensa le otorgó $3 millones para asistir a niños con padres desplegados en la Guerra del Golfo. Desde entonces, hay clubes en bases militares. Es una de las pocas entidades que ha logrado mantenerse políticamente neutral y centrada en ayudar a los más vulnerables.

Según Sara Leutzinger, vicepresidenta de comunicación del Boys & Girls Club of America, si los fondos no se liberan en un plazo de 3 a 5 semanas, varios centros podrían cerrar. La YMCA, Save the Children y otras instituciones también se encuentran en la cuerda floja.

Cuando la política juega con la infancia

La congelación de estos fondos pone al descubierto un juego político donde los más afectados son los niños y las familias trabajadoras. A nivel nacional, más del 40% de los padres que utilizan estos programas ganan menos de $35,000 anuales, según datos del Afterschool Alliance. Y más de la mitad son hogares monoparentales.

Fernande Berard, enfermera y madre de tres niños, expresó su desesperanza al saber que el financiamiento podría desaparecer: “Sería devastador. No sé qué haría.” Su esposo trabaja como conductor de Uber y recoger a los niños temprano recortaría sus ingresos sustancialmente.

La situación plantea un dilema ético profundo: ¿debe un gobierno recortar programas vitales porque no se alinean con su ideología, a sabiendas del impacto negativo directo que tendrán sobre millones de niños?

¿Una alternativa accesible? Inexistente para muchos

Darleen Reyes, madre soltera y funcionaria estatal, calcula que la alternativa serían programas privados de atención después de la escuela por $220 semanales. Imposible para su economía.

Sin el Boys & Girls Club, planea pedirle a su hijo mayor, de 14 años, que cuide a su hermano en casa. Esto impediría que consiga un trabajo al cumplir 15, o que participe en deportes escolares. “No tengo otra opción”, admite resignada.

Educar y cuidar a un niño no es barato. Según el Urban Institute, el costo promedio anual del cuidado infantil fuera de la escuela en EE.UU. ronda entre los $3,140 y $6,045 por niño, dependiendo del estado. Para hogares abajo del umbral de pobreza, estos costos son insostenibles.

Una historia que se repite

Este no es el primer retroceso en fondos educativos. Desde principios de los 2000, el presupuesto para programas extracurriculares ha estado en constante peligro. Lo novedoso en esta ocasión es la justificación ideológica: etiquetar como “causas de la izquierda” cualquier programa que incluya diversidad, inmigración o enfoque comunitario.

Expertos como Mike Petrilli, del conservador Thomas B. Fordham Institute, aún tienen esperanza: “Sospecho que se darán cuenta de que la mayoría de estas subvenciones están bien y las liberarán.” Pero su punto de vista no es compartido por todos.

El riesgo de perder una generación

Mientras la Casa Blanca decide, millones de familias como la de Aiden viven en la incertidumbre. Su historia es prueba viviente de lo que está en juego. Para él y para miles de niños, el Boys & Girls Club no es solo un lugar al que ir. Es una comunidad. Es desarrollo. Es futuro.

En palabras de Christy Gleason: “Todavía no es tarde para actuar y asegurar que los niños que realmente necesitan esto, lo sigan teniendo.” La pregunta es: ¿lo harán?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press