Muhammadu Buhari: El legado complejo de un presidente que marcó la historia de Nigeria

Desde general golpista hasta líder democrático: la vida, promesas y desafíos del hombre que gobernó Nigeria en dos épocas distintas

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Un símbolo de transición política en África

La figura de Muhammadu Buhari es emblemática no solo en Nigeria, sino en toda África Occidental. Su muerte en Londres, a los 82 años, el 9 de junio de 2024, pone fin a una vida marcada por contrastes dramáticos y una carrera política que osciló entre el autoritarismo militar y el liderazgo democrático.

Buhari es uno de los pocos líderes africanos que pueden afirmar haber gobernado su país tanto como dictador militar —entre 1983 y 1985— como presidente elegido democráticamente (2015-2023). Este hecho en sí mismo ya lo coloca en un lugar peculiar dentro del relato político del continente más joven del mundo.

El ascenso de un soldado austero

Buhari nació en Daura, en el estado de Katsina, al norte de Nigeria, una región predominantemente musulmana. Comenzó su carrera militar a los 19 años y rápidamente ascendió debido a su temple serio, su reputación de incorruptible y su adhesión estricta a la disciplina.

El 31 de diciembre de 1983, encabezó un golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático de Shehu Shagari. Como jefe del Estado militar, promovió la War Against Indiscipline (Guerra contra la Indisciplina), una campaña de limpieza moral y lucha contra la corrupción con castigos públicos que fueron criticados como autoritarios.

De dictador a demócrata

Sin embargo, su régimen militar duró poco: fue derrocado en 1985 por su propio jefe de Estado Mayor, Ibrahim Babangida. Tras años en el retiro, regresó a la arena política al iniciar el siglo XXI, reinventándose como demócrata. Se postuló a la presidencia en tres ocasiones (2003, 2007, 2011), hasta que en 2015, en su cuarto intento, logró la victoria frente al entonces presidente Goodluck Jonathan. Se convirtió en el primer líder opositor en Nigeria en ganar una elección presidencial contra un mandatario en funciones, un hito histórico.

Una presidencia repleta de esperanzas… y decepciones

El ascenso de Buhari al poder en 2015 fue recibido con entusiasmo. Nigeria daba señales de agotamiento tras años de escándalos de corrupción y la amenaza creciente del grupo extremista Boko Haram, especialmente activa en el noreste. Buhari prometió derrotar al terrorismo, sanear la economía y acabar con la corrupción endémica.

En sus propias palabras durante la campaña de 2015: “Soy un hombre simple que ama a su país. Si me eligen, haré todo lo posible para cambiar la narrativa de Nigeria como una nación corrupta y violenta.”

Pero las promesas se enfrentaron a una realidad implacable. Durante su primer mandato, Boko Haram siguió perpetrando atentados, ahora bajo la forma del Estado Islámico en África Occidental (ISWAP). Miles de nigerianos murieron o fueron desplazados por la violencia. El segundo mandato, iniciado en 2019, fue opacado por la crisis económica provocada por la caída de los precios del petróleo y las medidas de austeridad.

Corrupción y desgobierno

Su célebre frase “si no matamos a la corrupción, la corrupción matará a Nigeria” se convirtió en boomerang. A pesar de implementar organismos anticorrupción y enjuiciar a altos funcionarios, su gobierno fue señalado por permitir prácticas corruptas dentro de su propio círculo más próximo. La percepción popular se transformó en desencanto.

Un informe de Transparency International de 2022 ubicaba a Nigeria en la posición 154 de 180 en el Índice de Percepción de la Corrupción, por debajo del promedio regional.

A ello se sumaron frecuentes ausencias por razones médicas en Londres, que causaron críticas y rumores sobre su capacidad para gobernar.

Sucesión y legado

En 2023, Buhari dejó el poder pacíficamente, tal como prometió. Fue sucedido por otro miembro del Congreso de Todos los Progresistas (APC), Bola Tinubu, antiguo gobernador de Lagos. La transición pacífica fue vista como uno de sus logros, en una región donde la alternancia política a menudo implica violencia o inestabilidad.

La reacción nacional a su fallecimiento ha sido una mezcla de respeto institucional e indiferencia popular. El presidente Tinubu ordenó el izado de banderas a media asta y mandó traer su cuerpo desde Londres en avión presidencial, un gesto protocolar que, sin embargo, no logró ocultar el sentimiento ambivalente de la ciudadanía.

En palabras del analista político nigeriano, Kehinde Okeowo: “Buhari será recordado como un hombre íntegro en lo personal, pero que careció de la energía y visión necesarias para transformar a Nigeria.”

Buhari en cifras y percepciones

  • 82 años al momento de su fallecimiento
  • 8 años como presidente democrático (2015-2023)
  • 2 años como jefe militar (1983-1985)
  • 3 campañas presidenciales fallidas antes de su victoria en 2015
  • Más de 3 millones de personas desplazadas por el conflicto con Boko Haram durante su presidencia (según ACNUR)

Una figura polarizadora

El nombre Muhammadu Buhari despierta opiniones encontradas. Para algunos, representa la esperanza traicionada. Para otros, fue un símbolo de orden y moralidad en una nación al borde del caos. Y para los más jóvenes, es apenas un nombre del pasado, poco relevante frente a los problemas actuales del país.

No obstante, el peso de su legado es innegable. Buhari es un testimonio viviente del desafío de gobernar una nación diversa y extremadamente compleja como Nigeria. Su muerte cierra un capítulo de la historia contemporánea del país, pero abre un espacio necesario para reflexionar sobre lo que significa liderar en tiempos de incertidumbre en África.

¿Qué sigue para Nigeria?

El futuro de Nigeria está ahora en manos de una nueva generación de líderes políticos, activistas y emprendedores que deberán enfrentar desafíos monumentales: el crecimiento poblacional desenfrenado (se espera que supere a EE.UU. en población para 2050), el desempleo juvenil, la transición energética y el extremismo religioso, entre otros.

Quizás el verdadero legado de Buhari será reconocible en el tipo de preguntas que nos deja: ¿Qué debe implicar el liderazgo en África? ¿Puede un hombre solo transformar un sistema corrupto? ¿Hasta qué punto es compatible el idealismo político con la gobernanza efectiva?

Al igual que muchos líderes africanos postcoloniales, su figura oscila entre la nostalgia y la crítica. Es probable que el juicio histórico sobre Buhari evolucione con el tiempo, conforme se logren —o fracasen— los ideales que prometió alcanzar.

Nigeria llora a un expresidente, pero también examina su historia reciente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press