El Club Mundial de Fútbol: Entre el Espectáculo, la Política y la Fatiga de los Futbolistas
La final entre PSG y Chelsea mostró tanto la grandeza del deporte como las crecientes tensiones sobre el calendario y la salud de los jugadores
Por años, el fútbol ha sido una fiesta global, un espectáculo que mueve millones de personas, emociones y dólares. Sin embargo, debajo del brillo de los estadios y los goles inolvidables, crece una controversia que amenaza con ensombrecer la esencia misma del juego: la sobrecarga de partidos y la salud de los jugadores. Todo esto quedó reflejado durante la edición más reciente del Club Mundial de Fútbol jugado en Estados Unidos, particularmente en la gran final entre Paris Saint-Germain y Chelsea.
Donald Trump y su inmersión en el balompié
Sorprendentemente, el expresidente Donald Trump y la primera dama Melania fueron vistos en el estadio MetLife de East Rutherford, Nueva Jersey, para asistir a la final del torneo. El evento no solo marca una conexión política con el fútbol, sino también la creciente relevancia del deporte en el panorama norteamericano, de cara al Mundial 2026 que se jugará en conjunto entre Estados Unidos, México y Canadá.
Trump, cuya agenda ha estado dominada por eventos deportivos desde su regreso a la escena política este año, ha asistido recientemente al Super Bowl, Daytona 500, peleas de UFC y hasta campeonatos de lucha universitaria, y no ha ocultado su simpatía por el presidente de FIFA, Gianni Infantino —una relación que podría tener implicaciones diplomáticas de cara al torneo mundialista del próximo año.
El peso político y comercial del fútbol global
Más allá del espectáculo, el Club Mundial es también una plataforma geopolítica. Con la expansión del torneo a 32 equipos, la FIFA ha dejado claro su deseo de competir con eventos como la UEFA Champions League. Organizar el torneo en Estados Unidos sirve como ensayo para el Mundial y como muestra del interés de abrir nuevos mercados.
Sin embargo, no todos aplauden esta expansión. Sindicatos de futbolistas, especialmente en Europa, han alzado la voz. "Es urgente frenar esta masacre", indicó el sindicato profesional francés en una declaración severa antes del torneo. Jugadores que ya disputan múltiples competencias —liga local, copas nacionales y competencias continentales— ahora deben añadir este torneo fuera del calendario tradicional.
¿Descanso o millones? El dilema de FIFA
FIFA, por su parte, respondió con una serie de reuniones en Nueva York donde se discutieron medidas de protección para los jugadores. El organismo declaró que existe consenso en otorgar a los futbolistas:
- 72 horas mínimas de descanso entre partidos oficiales
- 21 días de vacaciones anuales, donde cada club debe coordinar con el jugador el calendario óptimo
- Un día libre por semana y planificación futura que considere exigencias climáticas y de traslados
Aunque estos lineamientos son una señal positiva, la ausencia de FIFPRO, el sindicato global de futbolistas, en estas negociaciones, deja en duda su aplicabilidad legal. ¿Se harán cumplir estas promesas o se trata de gestos simbólicos para apaciguar la crítica?
Impacto en ligas europeas y sus calendarios
Implementar una regla estricta de 72 horas entre partidos pone en aprietos a ligas como la Bundesliga, que abolió los partidos de los lunes en 2021 tras protestas. Con esta norma, los clubes que jueguen Europa League el jueves, en teoría, no podrían jugar hasta el lunes. Esto choca con los acuerdos televisivos actuales y afecta la asistencia de los aficionados.
En palabras del periodista Thomas Kistner de Süddeutsche Zeitung:
“Ya no se trata de fútbol; se trata de llenar ventanas de transmisión. El futbolista pasó de ser atleta a estrella de reality”.
Un torneo entre críticas y lesiones
La edición actual se organizó fuera del calendario tradicional europeo, lo que agrava la situación física de muchos jugadores. Al estar cerca del final de temporada, muchos llegan agotados, con lesiones acumuladas o sin descanso real. De hecho, según un informe de FIFPRO de 2023, un jugador de élite participa en promedio en más de 60 partidos al año, muy por encima del umbral que garantiza salud física y mental.
El mismo informe indica que el 60% de los futbolistas profesionales admiten jugar lesionados o bajo dolor, mientras que el 30% han padecido problemas de salud mental relacionados con el exceso de partidos y la presión deportiva.
El PSG - Chelsea, ¿última gran final antes del colapso físico?
El enfrentamiento que atrajo a miles al estadio y millones a las pantallas mostró el talento deslumbrante de figuras como Lee Kang-in, Achraf Hakimi, Reece James y Mason Mount. Sin embargo, varios arrancaron entre algodones: tanto Kang-in como Mount venían de lesiones musculares, y Hakimi arrastraba molestias desde la Copa Africana.
El espectáculo no puede sostenerse indefinidamente si los protagonistas están al límite de sus capacidades físicas. El caso de Pedri González, mediocampista del FC Barcelona y de la selección española, es emblemático: a los 21 años ya ha sufrido cinco lesiones musculares graves tras jugar más de 70 partidos en su temporada debut.
Una final con aroma mundialista
La elección de MetLife como sede de la final es importante: será uno de los centros neurálgicos del Mundial 2026. El estadio lució lleno y el ambiente fue extraordinario, señal clara de que el fútbol ya no es solo un deporte europeo o sudamericano.
De manera paradójica, mientras Trump celebraba junto a Infantino el éxito del evento, en las tribunas se repartían volantes de activistas denunciando el agotamiento físico de los jugadores y las condiciones laborales de trabajadores que construyen estadios en países sede como Catar o incluso dentro de Estados Unidos.
¿Qué sigue? ¿Cambiará realmente algo?
Eso es lo que todos dentro del fútbol se preguntan. La FIFA se enfrenta al dilema clásico: ¿mantener el negocio rentable llenando el calendario de torneos, o reconfigurar las competiciones y proteger a los protagonistas del juego?
Como dijo Roy Keane al final de la final entre PSG y Chelsea:
“Hay demasiados partidos, demasiadas giras, demasiadas presiones. En mi época se jugaban 45 partidos y estabas exhausto. Hoy los chicos pasan de club a selección y vuelta sin respirar.”
La respuesta tendrá que llegar pronto, antes de que el Mundial 2026 comience y enfrente no solo a naciones por la gloria, sino a organismos por el alma del fútbol.