Sudán en Llamas: Una Guerra Silenciosa que Devasta a Millones

Entre el olvido internacional y la violencia desmesurada, el conflicto en Sudán arrastra a su población hacia el abismo

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Una tragedia sin fin: El resurgimiento de la violencia en Kordofán

La guerra civil en Sudán continúa intensificándose. Esta vez, los focos de violencia se han desplazado a la región de Kordofán, donde los enfrentamientos entre el Ejército de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) han escalado a niveles alarmantes. Según la Red de Médicos Sudaneses, al menos cuatro personas murieron y varias más resultaron heridas tras el bombardeo con artillería en la ciudad de El-Obeid, capital de la provincia de Kordofán del Norte.

Los ataques, que afectaron a zonas densamente pobladas por personas desplazadas, han sido tachados como deliberados por parte de la RSF. Testimonios apuntan a que se usaron cohetes guiados de artillería contra barrios donde viven mujeres, ancianos y refugiados internos.

La historia reciente de El-Obeid: De bastión paramilitar a zona de resistencia militar

El-Obeid fue durante meses un bastión de las RSF, hasta que en febrero el ejército sudanés rompió el asedio que había mantenido la ciudad bajo control paramilitar. Este movimiento permitió restaurar rutas de suministro clave en el centro-sur del país, gracias en parte a la presencia de una importante base aérea y la División de Infantería número 5 del ejército.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), alrededor de 700 familias fueron desplazadas en Kordofán del Norte solo entre el 4 y el 9 de julio. En el total del conflicto, las cifras son devastadoras: más de 10 millones de desplazados y más de 40,000 muertes, de acuerdo con datos de Naciones Unidas.

Kordofán, nueva zona cero del conflicto

Según la organización humanitaria Mercy Corps, Kordofán se ha convertido en el epicentro de la guerra. Las divisiones Norte, Sur y Oeste permanecen afectadas. En la capital del sur, Kadugli, la situación es crítica: “Las carreteras han sido cortadas, las líneas de suministro colapsaron y los ciudadanos caminan kilómetros solo para buscar sal o cerillas”, expresó Kadry Furany, director nacional de Mercy Corps en Sudán.

Crisis humanitaria: hambre, enfermedades y abandono

La guerra ha traído consigo una crisis humanitaria colosal. La población enfrenta dificultades extremas para obtener alimentos, medicamentos y rutas seguras de escape. En las regiones de Darfur y Kordofán, los bloqueos persistentes han impedido el acceso a hospitales, centros de ayuda y vías de evacuación.

En Darfur, los campamentos de desplazados sufren repetidos ataques, mientras que el hambre alcanza niveles insoportables. Entre enero y mayo de 2025, el número de niños diagnosticados con desnutrición ha aumentado en un 46%, según datos de UNICEF.

Crímenes de guerra y la inacción internacional

El pasado jueves, la vicefiscal de la Corte Penal Internacional, Nazhat Shameem Khan, presentó pruebas ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que confirman que en Darfur se están cometiendo crímenes de guerra y contra la humanidad. Según Khan, “hay motivos razonables para creer que se están llevando a cabo actos sistemáticos de violencia contra civiles por razones étnicas”.

No es la primera vez que Darfur se convierte en palco del horror. Entre 2003 y 2008, más de 300,000 personas murieron durante el conflicto entre milicias y fuerzas gubernamentales. Hoy parece que la historia se repite, sin una respuesta veraz de los principales actores internacionales.

¿Dónde están los ojos del mundo?

Mientras el mundo enfoca sus cámaras y atención en conflictos más «cómodos», Sudán sangra en silencio. La apatía o poca cobertura mediática no solo invisibiliza a las víctimas, sino que perpetúa el ciclo de violencia. ¿Dónde están las grandes potencias? ¿Dónde están las sanciones severas?

Human Rights Watch y Amnistía Internacional han urgido a la comunidad internacional a imponer sanciones selectivas a los comandantes de RSF y del ejército sudanés. A pesar de ello, la respuesta ha sido tibia, cuando no inexistente.

Srebrenica, Ruanda... ¿y ahora Sudán?

Los ecos de genocidios pasados resuenan con fuerza. El reciente entierro en Srebrenica de siete víctimas más identificadas del genocidio de 1995, a 30 años de aquel horror, demuestra que la justicia internacional a menudo llega tarde, o sencillamente no llega. En Sudán, tenemos una oportunidad de evitar otro capítulo trágico en la historia de la humanidad. Pero el reloj corre, y la violencia escala.

El pueblo sudanés clama justicia y sobrevivencia

En medio del caos, la resistencia civil sigue viva, aunque cada vez con más dificultad. Organizaciones locales, médicos voluntarios y comunidades enteras están haciendo frente a la barbarie con valentía. Desde ofrecer atención médica improvisada hasta crear redes de distribución de alimentos clandestinas, la resiliencia sudanesa es uno de los pocos rayos de esperanza en medio de tanta desolación.

Al mismo tiempo, cientos de miles de sudaneses buscan escapar del país, desplazándose hacia Chad, Etiopía y Egipto, en condiciones infrahumanas y arriesgando todo por un poco de dignidad.

Un llamado urgente: La guerra de Sudán necesita de nosotros

No podemos permitirnos el lujo de la indiferencia. El conflicto en Sudán no solo es una crisis africana: es una crisis humana universal. Cada víctima, cada niño desnutrido, cada ciudad bombardeada nos recuerda que las promesas de «nunca más» hechas tras Ruanda y Srebrenica aún no se han cumplido.

Es hora de exigir acciones concretas: aumento de la ayuda humanitaria, presión diplomática real y justicia internacional. Sudán necesita a la comunidad global ahora más que nunca.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press