La tragedia de Ethiopian Airlines y la responsabilidad de Boeing: una historia de dolor, negligencia y justicia postergada

El caso de Paul Njoroge y su familia expone las falencias del sistema y cuestiona el verdadero costo humano detrás de los errores corporativos

El 10 de marzo de 2019 marcó una fecha imborrable en la historia de la aviación moderna. El vuelo 302 de Ethiopian Airlines, operado por un Boeing 737 Max 8, se estrelló seis minutos después de despegar de Addis Abeba con destino a Nairobi. Los 157 ocupantes del vuelo murieron al instante, y entre ellos iban la esposa e hijos de Paul Njoroge, un ciudadano canadiense cuya historia resuena como un símbolo del sufrimiento de decenas de familias afectadas.

La tragedia en cifras

El accidente del vuelo 302 no fue un hecho aislado. Apenas cinco meses antes, otro Boeing 737 Max 8 operado por Lion Air se había estrellado en Indonesia, dejando un saldo de 189 muertos. Estos dos accidentes fatales, separados por apenas 132 días, causaron la muerte de 346 personas, y desencadenaron una crisis global que llevó a la inmovilización temporal del 737 Max en todo el mundo durante 20 meses.

¿Qué causó estas tragedias?

Las investigaciones concluyeron que el sistema automatizado MCAS (Maneuvering Characteristics Augmentation System) fue la causa principal en ambos accidentes. Este sistema, diseñado para prevenir la pérdida de sustentación en el avión, estaba basado en lecturas de un solo sensor de ángulo de ataque. Cuando dicho sensor fallaba, el MCAS empujaba repetidamente el morro del avión hacia abajo, lo que derivaba en una lucha constante de los pilotos contra el software. En ambos casos, los tripulantes no lograron recuperar el control del avión.

Boeing, entre la innovación y la negligencia

El lanzamiento del Boeing 737 Max respondía a la necesidad de competir con el Airbus A320neo, ofreciendo un avión más eficiente en consumo de combustible. Sin embargo, las modificaciones estructurales realizadas en el diseño obligaron a reconfigurar la tecnología, dando paso al famosamente infame MCAS.

Varios reportes, incluyendo uno del Congreso de EE. UU., señalan que Boeing minimizó la importancia del MCAS, esquivó pruebas regulatorias, y presionó a la Administración Federal de Aviación (FAA) para obtener la certificación rápidamente. Documentos internos revelaron que algunos empleados de la empresa incluso alertaban sobre la peligrosidad del sistema.

El caso de Paul Njoroge: una lucha contra el olvido

Paul Njoroge perdió a su esposa Carolyne, sus tres hijos —Ryan (6), Kellie (4) y Rubi (de apenas 9 meses)— y su suegra en esa fatídica mañana de marzo. Su historia ha sido reflejo del dolor que atraviesan las familias afectadas por errores humanos encubiertos tras estructuras corporativas.

Las seis minutos de vuelo se han quedado grabados en mi mente. No estaba allí para ayudarlos. No pude salvarlos”, declaró Njoroge ante el Congreso de los Estados Unidos en 2019.

Desde el accidente, Njoroge no ha podido regresar a su casa en Toronto debido a los recuerdos dolorosos, ha estado desempleado y ha sido objeto de críticas dentro de su comunidad por no haber viajado con su familia.

Un acuerdo extrajudicial que evita verdades incómodas

El juicio de Paul Njoroge, que debía comenzar en un tribunal federal de Chicago este mes, fue cancelado debido a un acuerdo extrajudicial con Boeing. Aunque los términos del acuerdo no se hicieron públicos, su abogado Robert Clifford indicó que se habían perseguido “millones” en compensación por cada miembro fallecido de la familia.

Esta resolución fue similar a otros pactos alcanzados en EE.UU., desde que Boeing aceptó su responsabilidad en 2021 para permitir litigios en el país en lugar de en las naciones de origen de las víctimas. Los ciudadanos de 35 países murieron en el vuelo ET302, y muchas familias han optado por seguir este mismo camino legal, aunque el costo emocional ha sido incalculable.

¿Justicia o estrategia legal?

Si bien el acuerdo evita el escrutinio público de las prácticas de Boeing en un entorno judicial, también despierta dudas sobre el acceso real a la justicia. Al evitar un juicio completo, Boeing ha conseguido esquivar una vez más la exposición de documentos internos, testimonios de altos directivos y análisis técnicos ante los ojos del mundo.

Como señaló Clifford en sus declaraciones, “Paul vive con un dolor complejo y un trauma que lo persigue cada día”. Su caso podría haber ofrecido una vitrina poderosa sobre la forma en que las grandes corporaciones manejan las consecuencias de sus actos.

Boeing y el Departamento de Justicia: ¿quién protege a los pasajeros?

En 2021, Boeing llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia estadounidense para evitar cargos criminales por los dos accidentes del 737 Max, accediendo a pagar 2.500 millones de dólares. El acuerdo incluía 243 millones en multas, 1.770 millones en compensaciones a las aerolíneas y 500 millones a las familias de las víctimas.

Sin embargo, muchos expertos critican que las sanciones fueron insuficientes y que el uso de acuerdos extrajudiciales impide una rendición real de cuentas. En palabras del exfiscal federal Brandon Garrett, “este tipo de acuerdos permiten que las corporaciones sigan operando sin verdaderas consecuencias”.

Otros casos similares: cuando el capital vale más que la vida

El accidente del vuelo 302 de Ethiopian Airlines no es un caso aislado en la historia de las grandes empresas industriales sin control suficiente.

  • En 1984, la fuga de gas en la planta química de Union Carbide en Bhopal, India, causó más de 3.700 muertes inmediatas y miles más con el tiempo. La compensación total fue de apenas 470 millones de dólares.
  • El hundimiento del ferry “MV Doña Paz” en Filipinas (1987), con una pérdida estimada de más de 4.300 vidas, continúa siendo el desastre marítimo más mortífero en tiempos de paz. La empresa solo ofreció una compensación de $4,000 por víctima.

Al igual que en el caso Boeing, las empresas responsables minimizan el costo social mediante arreglos legales diseñados para reducir implicaciones penales o responsabilidades institucionales duraderas.

Una cuestión de ética empresarial

En el centro de esta tragedia se encuentra una pregunta incómoda: ¿Está priorizando Boeing las ganancias por encima de la seguridad humana? Las decisiones de ingeniería tomadas al diseñar el MCAS, la escasa transparencia en su funcionamiento, y la presión sobre la FAA para aprobar el modelo sin una revisión completa de sus sistemas apuntan en esa dirección.

El análisis del Congreso fue contundente: La cultura corporativa de Boeing y el patrón de evasión permitieron que el 737 Max se certificara como seguro cuando no lo era”.

¿Qué sigue para las víctimas y para la industria?

El impacto del caso Njoroge y del accidente del vuelo ET302 va más allá de los datos técnicos. Simboliza el abismo existente entre el capital corporativo y la dignidad humana. Boeing podrá seguir vendiendo aviones, firmando acuerdos y renovando sus modelos Max, pero nunca podrá devolver las vidas perdidas.

Gente como Paul Njoroge seguirá dando la batalla desde los márgenes; con pesadillas, con pérdidas imposibles de cuantificar, intentando que la memoria de sus seres queridos represente un cambio en una industria demasiado acostumbrada a ignorar las alertas hasta que es demasiado tarde.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press