Fuerza Multinacional para Ucrania: ¿Un nuevo capítulo en la defensa europea o una ilusión diplomática?
La creación de una fuerza multinacional posguerra con sede en París abre un intenso debate sobre seguridad, influencia occidental y el futuro del conflicto en Ucrania
Por primera vez desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en 2022, una coalición internacional ha anunciado un paso concreto para un futuro más allá del conflicto armado: la creación de una fuerza multinacional conocida como Fuerza Multinacional Ucrania, con sede inicial en París y despliegue tras un posible cese al fuego.
Una sede simbólica: París hoy, Londres mañana
Durante una reunión en el marco de la cuarta conferencia anual sobre la recuperación de Ucrania, celebrada recientemente en Roma, los países participantes acordaron establecer el mando operativo de esta fuerza en la capital francesa durante el primer año, para luego trasladarla a Londres. También se proyecta una célula de coordinación en Kyiv, la capital ucraniana, reflejando una estrategia de flexibilidad geográfica conforme evolucione el escenario político y militar.
Este gesto, más allá de su valor técnico, lleva una carga simbólica importante. París y Londres, históricamente ejes diplomáticos del continente, simbolizan un consenso paneuropeo con respecto a la integración y defensa de Ucrania frente a la persistente amenaza rusa.
La coalición de los dispuestos: ¿quiénes son?
Una de las ambigüedades principales del anuncio es la opacidad en torno a qué países exactamente proporcionarán tropas o recursos logísticos. Se sabe que Estados Unidos estuvo presente por primera vez en estas discusiones, representado por el teniente general retirado Keith Kellogg —enviado especial del expresidente Donald Trump— y los senadores Lindsey Graham (republicano) y Richard Blumenthal (demócrata).
Ambos senadores han propuesto una nueva ronda de sanciones contra Rusia, que incluiría un arancel del 500% sobre bienes importados de países que continúen adquiriendo petróleo ruso. Esta posición muestra una política de presión gradual tanto económica como militar.
La estrategia de disuasión: Macron, Starmer y Meloni
Emmanuel Macron, presidente francés, y Keir Starmer, flamante primer ministro del Reino Unido, participaron en el encuentro por videoconferencia. Starmer subrayó la importancia de esta “fuerza de tranquilidad” como pilar de la seguridad europea tras el fin de los combates:
“Por eso la coalición de los dispuestos está asegurando que tengamos una fuerza futura que pueda desplegarse tras un alto el fuego para disuadir la agresión rusa durante años.”
Por su parte, la primera ministra italiana Giorgia Meloni destacó la importancia del papel de Washington en el proceso, calificando su participación como una señal fundamental de unidad occidental. En sus palabras:
“Debemos aumentar la presión sobre Moscú para lograr cuanto antes un cese al fuego que finalmente abra camino a la diplomacia. Pero como siempre hay que recordar: solo puede lograrse gracias a la disuasión.”
Zelenskyy y el factor Trump
El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy agradeció abiertamente la presencia de la delegación estadounidense y, en especial, las recientes señales de apoyo por parte del expresidente Trump, lo que sugiere una estrategia diplomática de puentes tendidos hacia ambos lados del espectro político estadounidense.
“Sus señales son muy, muy importantes y contamos con ello. Estoy seguro de que en el futuro desarrollaremos la coalición de los dispuestos juntos”, dijo Zelenskyy.
Multinacionalidad sin OTAN: ¿una nueva doctrina militar?
El componente más innovador de esta propuesta es su construcción fuera del paraguas formal de la OTAN, lo cual permite a los países participantes cierta flexibilidad política. A diferencia del artículo 5 del pacto atlántico, que exige una respuesta colectiva ante ataques a los miembros, la Fuerza Multinacional Ucrania operará bajo un mandato posconflicto, en un rol más de estabilización que de confrontación abierta.
Algunos analistas, sin embargo, interpretan esto como una maniobra para evitar compromisos incómodos o escaladas directas con Rusia. El analista geopolítico francés Jean-Pierre Cabestan argumenta:
“Esta fuerza puede servir tanto de garante como de límite: suficiente para disuadir a Moscú pero no tanto como para provocar una escalada militarizada. Es diplomacia armada.”
Las incertidumbres de Washington: ¿se involucrará realmente EE.UU.?
La participación de Estados Unidos sigue sin definirse más allá de la asistencia anecdótica a la reunión. El paso está condicionado por la política interna y, sobre todo, por las elecciones de noviembre. Si Trump regresa al poder —y aún con los signos positivos—, es incierto hasta qué punto mantendría el interés en proyectos multilaterales fuera del marco OTAN o Naciones Unidas.
También persisten preguntas sobre si delegarían tropas activas, asesores militares o simplemente recursos logísticos y de inteligencia. La reacción en el Congreso, donde las posturas hacia Ucrania se están radicalizando, será determinante.
¿Qué implica “reconstituir las fuerzas armadas ucranianas”?
Esta es una de las labores primarias de la nueva Fuerza Multinacional. Se contempla el envío de expertos en logística y entrenamiento para ayudar a Ucrania a modernizar y expandir sus capacidades defensivas, incluida la protección del cielo ucraniano y el Mar Negro, ambos objetivos militares estratégicos para Rusia desde 2014 tras la anexión de Crimea.
Desde 2022, Ucrania ha perdido cerca del 30% de sus capacidades militares activas, según datos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), lo que hace urgente una reestructuración como la que se haría con ayuda de esta coalición.
¿Un paso hacia la paz o una provocación más?
Mientras el mundo occidental aplaude estos esfuerzos, desde Moscú probablemente serán vistos como una amenaza prolongada. El Kremlin ha sido categórico al respecto, asegurando que cualquier tipo de despliegue posterior a un cese al fuego sin consentimiento ruso será considerado una violación de la soberanía y un acto de provocación.
En ese sentido, la disuasión no solo busca evitar una repetición del conflicto, sino también prevenir un sabotaje en la instauración de estabilidad que Moscú, por razones geopolíticas, puede considerar contraria a sus intereses regionales.
Más allá del campo de batalla: la reconstrucción como prioridad paralela
En paralelo a la creación de esta fuerza, Europa ha anunciado un nuevo fondo de inversión específico para la reconstrucción de Ucrania. Macron y otros líderes instaron a las empresas privadas y fondos de capital a participar en la reconstrucción de ciudades destruidas, redes ferroviarias, hospitales y escuelas.
Los estimados actuales sitúan el costo total de la recuperación ucraniana en más de 500 mil millones de euros (según el Banco Mundial). La conjunción de esfuerzos militares y económicos será crucial si se pretende ofrecer una verdadera oportunidad de estabilidad y desarrollo.
¿Una fuerza para la historia?
Con el recuerdo aún fresco de las misiones internacionales en Bosnia, Kosovo o Afganistán, el éxito o fracaso de esta Fuerza Multinacional Ucrania marcará la viabilidad de una política externa europea más autónoma pero coordinada con Washington.
La posguerra ucraniana puede convertirse en el primer laboratorio diplomático y militar del siglo XXI, donde los modelos tradicionales de ocupación y estabilización sean sustituidos por coaliciones híbridas con estructuras rotativas, legitimidad limitada pero capacidades de impacto inmediato.
Solo resta ver si el conflicto cede lo suficiente como para permitir que esta fuerza entre en juego… y si sus intenciones logran materializarse sin desencadenar nuevos fuegos.