El asalto legislativo a los derechos laborales: Missouri revoca la licencia por enfermedad pagada

Una reflexión crítica sobre por qué la derogación de beneficios laborales aprobados por voto popular enciende las alarmas democráticas y pone en juego la dignidad del trabajador

Una victoria que se escapó de las manos del pueblo

En noviembre del año pasado, los votantes de Missouri tomaron una decisión clara en las urnas: aprobaron un paquete de derechos laborales que incluía licencia por enfermedad pagada y ajustes por inflación al salario mínimo. No fue una victoria improvisada. Detrás de ese sufragio hubo años de esfuerzos cívicos, campañas de concienciación, millones de dólares en inversión social y, sobre todo, la esperanza de construir un sistema laboral más justo.

Pero el gobernador republicano Mike Kehoe ha firmado ahora una ley que revoca el mandato del electorado. Esta decisión entrará en vigor el 28 de agosto y con ella, miles de trabajadores perderán un beneficio mínimo pero esencial: el derecho a enfermarse sin arriesgar su sustento.

Cuando "mandato popular" significa poco

El sistema democrático estadounidense, en teoría, se basa en el principio de representación popular. Sin embargo, cuando legisladores como Kehoe califican de "mandato oneroso" algo tan básico como la licencia por enfermedad, no sólo deslegitiman el voto ciudadano, sino que ponen en entredicho el propio modelo democrático.

El gobernador defendió su decisión afirmando que está “protegiendo a las familias, creadores de empleo y pequeños empresarios” al eliminar un requisito “costoso”. Pero lo que no reconoce es que, según datos del Departamento de Trabajo de EE.UU., casi el 80% de los empleados del sector privado tienen acceso a licencia por enfermedad pagada, aunque los empleados de medio tiempo tienen una cobertura mucho menor.

Missouri se alineó brevemente con un movimiento nacional que busca humanizar las condiciones laborales. En 2023, Alaska, Nebraska y Missouri aprobaron legislaciones similares. Solo Alaska continúa fiel a su promesa. En el caso de Nebraska, los legisladores también respondieron con reformas que debilitaron la ley antes siquiera de que entrara en vigor.

¿Quién gana y quién pierde?

Una mirada más detenida revela a los verdaderos ganadores de esta revocación: las cámaras empresariales y grupos de presión corporativos. Kara Corches, presidenta y directora ejecutiva de la Cámara de Comercio e Industria de Missouri, celebró la anulación, describiendo la ley como "una asesina de empleos". ¿Pero realmente lo era?

Los estudios sobre licencia por enfermedad en estados que la han implementado demuestran lo contrario. Por ejemplo, Connecticut, el primer estado en implementar una política obligatoria de este tipo en 2012, comprobó que no hubo un impacto negativo significativo en la economía o en la contratación. De hecho, las empresas experimentaron mejor retención de empleados y menor rotación.

En contraste, los trabajadores que no tienen acceso a licencia por enfermedad están más propensos a acudir enfermos al trabajo, lo que aumenta las probabilidades de transmisión de enfermedades y reduce la productividad general. Además, afecta desproporcionadamente a trabajadores mujeres, afroamericanos y latinos, quienes están sobrerrepresentados en empleos con menor acceso a beneficios laborales.

La cara humana de la revocación

Richard von Glahn, director de políticas de Missouri Jobs With Justice y principal impulsor del referéndum original, lamentó la revocación como una traición: "Muchos padres se han visto forzados a ir a trabajar enfermos sólo para pagar la renta o las cuentas. Que el gobernador firme esta ley me parte el corazón", expresó.

El diseño original de la ley permitía que los empleados acumularan una hora de tiempo por enfermedad por cada 30 horas trabajadas. En 17 semanas de vigencia antes de su revocación, un empleado de tiempo completo podría haber acumulado unas 22 horas de licencia. Aunque es modesto, representa un colchón de seguridad vital para miles de familias.

Y ahí radica la verdadera tragedia: esa ínfima protección, que podría significar la diferencia entre endeudarse por ir al médico o descansar y curarse, ha sido eliminada bajo el argumento de eficiencia económica.

¿Un remedio constitucional?

La historia no ha terminado. Von Glahn presentó una nueva propuesta de enmienda constitucional que restauraría la legislación anulada. La diferencia clave es que, al formar parte de la constitución del estado, la legislatura no podría revocarla sin un nuevo referéndum. Pero antes de que eso ocurra, los defensores deben iniciar una titánica colecta de firmas para llegar a la boleta electoral de 2026.

Este movimiento representa una estrategia interesante: utilizar la arquitectura legal en favor de los trabajadores para blindar sus derechos de las injerencias políticas del día a día. Pero enfrentarán nuevamente la maquinaria empresarial, los intereses conservadores y, previsiblemente, una campaña de desinformación.

No sólo una cuestión local

Lo ocurrido en Missouri no es un caso aislado. Es un síntoma de una tendencia creciente en Estados Unidos donde se prioriza la «libertad de mercado» sobre las garantías básicas del bienestar ciudadano. Y quizá sea también una alarma para otras democracias donde el poder del voto popular está siendo sustituido por el peso del lobby corporativo.

Mientras se debaten estos derechos, no debemos olvidar que Estados Unidos es de los pocos países industrializados que no garantiza licencia por enfermedad pagada o licencia parental por ley federal. Y si bien muchos estados avanzaron por cuenta propia, los retrocesos como el de Missouri muestran lo frágil que es este progreso sin una base constitucional firme.

Más allá del "asunto laboral": una cuestión de dignidad

La licencia médica remunerada no es sólo una cuestión de economía o productividad. Es una cuestión de dignidad humana. Es el reconocimiento de que los trabajadores no son máquinas, sino personas que se enferman, que cuidan hijos y padres, que alguna vez necesitarán detenerse.

Revocar ese derecho es decirle al obrero enfermo: “Si no puedes producir, no vales”. Y ese es, probablemente, el mensaje más peligroso que una sociedad puede enviar.

El costo político de la desobediencia democrática

Los gobernantes de Missouri se arriesgan a pagar caro en la próxima elección estatal. No sólo por ignorar la voz del pueblo, sino por subestimar a quienes se movilizaron para lograr ese cambio en primer lugar. Hay una creciente conciencia social que trasciende los partidos y entiende que la justicia laboral es un pilar esencial de la democracia.

¿Está preparado el establishment político para enfrentarla? ¿Están conscientes de que deslegitimar el voto popular puede ser, en términos democráticos, un boomerang electoral?

En definitiva, lo que sucede hoy en Missouri es más que una discusión por días de reposo pagados. Es un reflejo nítido de hacia dónde se está inclinando la balanza del poder: entre ciudadanos empoderados que creen en el cambio social, y gobernantes que prefieren complazar a quienes financian sus campañas que a los que llenan las urnas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press