Universidades estadounidenses bajo escrutinio: ¿colaboración educativa o riesgo para la seguridad nacional?

La creciente presión del Congreso de EE. UU. para cortar lazos con el programa de becas del Consejo de Becas de China plantea interrogantes sobre investigación, espionaje y relaciones académicas internacionales.

Por qué las universidades están en el centro de una tormenta política

En una nueva fase de la creciente tensión entre Estados Unidos y China, el Congreso estadounidense ha puesto bajo la lupa a siete destacadas universidades del país por sus vínculos con el China Scholarship Council (CSC). Esta organización, patrocinada por el gobierno chino, financia anualmente los estudios de posgrado de cientos de estudiantes chinos en el extranjero, especialmente en universidades estadounidenses de alto perfil como Dartmouth College, la Universidad de Notre Dame y varias instituciones de California y Tennessee.

La polémica radica en que, según legisladores republicanos, este programa no es simplemente una iniciativa de intercambio académico, sino un “mecanismo siniestro” que podría estar facilitando la transferencia de tecnología crítica a China, en detrimento de los intereses de seguridad de Estados Unidos.

¿Qué es el China Scholarship Council?

Fundado en 1996, el China Scholarship Council es una institución dependiente del Ministerio de Educación de la República Popular China. Su objetivo declarado es financiar estudios de grado y posgrado en universidades extranjeras de prestigio, promoviendo así la formación de talento chino en el extranjero.

Sin embargo, desde hace más de una década, tanto expertos en política internacional como organismos de seguridad de distintos países han alertado sobre la estrategia de "fusión militar-civil" de China. En este contexto, muchos programas educativos financiados públicamente son utilizados para obtener conocimiento técnico, científico y militar a través de alianzas aparentemente inocuas con entidades extranjeras.

Una nueva investigación del Congreso

El Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el Partido Comunista Chino, liderado por el republicano John Moolenaar, envió cartas a las universidades mencionadas exigiendo información detallada sobre su relación con el CSC. Se solicita acceso a documentos sobre estudiantes becados por China que hayan trabajado en investigaciones financiadas por el gobierno federal de EE. UU., además de otros detalles administrativos sobre los acuerdos bilaterales.

Moolenaar sostiene que “el CSC es, en realidad, una herramienta de transferencia tecnológica dirigida por el Partido Comunista Chino que explota los recursos de las instituciones estadounidenses para apoyar el crecimiento militar y científico de China”. La implicación es clara: lo que parece cooperación educativa, podría ser espionaje encubierto.

Datos duros: ¿cuántos estudiantes están involucrados?

  • Hasta 15 estudiantes chinos del CSC están activos en Dartmouth College cada año.
  • La Universidad de Temple acoge a hasta 60 estudiantes.
  • Notre Dame tiene un promedio de 40 becarios del CSC en sus instalaciones.
  • Los campus de la Universidad de California en Davis, Irvine y Riverside también figuran en la lista.

En muchos casos, como en Dartmouth, la universidad cubre el 50% de la matrícula y otorga financiamiento adicional a los estudiantes de doctorado. Estos acuerdos son mutuamente beneficiosos desde el punto de vista académico, pero están siendo cuestionados desde una óptica geopolítica.

El precedente de EMU y otros casos

Bajo presión del Congreso, la Universidad de Eastern Michigan terminó en junio una colaboración con dos universidades chinas. También se señaló a Duke University por permitir el acceso de estudiantes chinos financiados por el CSC a investigaciones pagadas con fondos federales. Casos como estos han prendido las alarmas entre los responsables de seguridad nacional.

Un informe republicano del año pasado concluyó que cientos de millones de dólares del erario público terminaron, directa o indirectamente, beneficiando avances tecnológicos chinos, especialmente en campos como inteligencia artificial, semiconductores y armamento nuclear.

El factor Trump y la política migratoria estudiantil

El expresidente Donald Trump y varios líderes republicanos han impulsado una postura mucho más restrictiva con respecto a estudiantes internacionales de China. En mayo, el entonces Secretario de Estado Marco Rubio anunció la revocación de visas a estudiantes chinos en campos considerados “estratégicos”.

Durante su primer mandato, Trump también restringió la entrada de estudiantes vinculados con la llamada “estrategia de fusión militar-civil” de China, lo que ocasionó una fuerte disminución de visas para investigadores y científicos procedentes del país asiático.

La respuesta de las universidades

Las instituciones académicas contactadas han manifestado disposición para colaborar con las investigaciones pero también expresaron preocupación ante una narrativa que estigmatiza a toda la comunidad estudiantil china. Algunas administraciones insisten en que solo una fracción extremadamente pequeña de los estudiantes extranjeros se ha visto envuelta en incidentes de espionaje o transferencia de información no autorizada.

En el periodo 2023-2024, más de 270,000 estudiantes chinos cursaron alguna carrera en Estados Unidos, representando el 25% del total de alumnos internacionales. Solo India supera esta cifra. Es decir, rechazar frontalmente la colaboración con estudiantes de China podría tener repercusiones económicas y académicas importantes.

¿Educación o riesgo nacional? Un debate complejo

El fondo de esta discusión toca fibras sensibles sobre la delgada línea entre la apertura educativa y la protección de secretos industriales o militares. Sin duda, Estados Unidos enfrenta un dilema: ¿cómo continuar promoviendo su liderazgo científico global sin dejar expuestas sus estructuras de innovación a interferencias externas?

“La seguridad de la investigación no debe lograrse mediante xenofobia o exclusión cultural”, dijo el rector de una de las universidades involucradas bajo condición de anonimato. “Pero debemos ser realistas: todos los países tienen sus agendas. El equilibrio es crucial.”

Cooperación científica vs. competencia geopolítica

En un momento en el que la rivalidad estratégica entre EE. UU. y China abarca desde el comercio hasta la tecnología cuántica y la exploración espacial, es natural que se intensifiquen los controles. Sin embargo, bastará con recordar cómo el intercambio científico fue, durante décadas, uno de los pocos puentes estables durante la Guerra Fría.

Así como el Instituto Confucio fue cerrado en múltiples universidades por preocupaciones similares, ahora el CSC se encuentra en la mira. Para muchos, esto forma parte de un patrón más amplio del “desacoplamiento” entre ambas potencias, no solo en economía, sino también en conocimiento y talento.

“Una frontera porosa académica puede fortalecer democracias y promover innovación compartida. No obstante, también puede volverse un caballo de Troya si no se gestiona con inteligencia y supervisión.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press