Inundaciones en Texas: tragedia, héroes invisibles y la urgente deuda con la prevención

El desastre en Kerr County deja más de 120 muertos, decenas de desaparecidos y revela el rol crucial de los consejeros de campamento ante emergencias cada vez más frecuentes.

Una noche trágica sacudió Texas el pasado 4 de julio. Mientras miles celebraban el Día de la Independencia, los habitantes y visitantes del Hill Country en Kerr County enfrentaban una pesadilla que tomaría decenas de vidas: la inundación más mortal sin origen costero en Estados Unidos desde 1976. Una avalancha de agua arrasó con campamentos juveniles, casas de veraneo y comunidades enteras. El saldo hasta hoy: al menos 120 muertos, más de 160 desaparecidos y una región sumida en el luto.

La tormenta oculta tras la tragedia

Una combinación de lluvias inusualmente intensas y errores sistémicos en la prevención y respuesta a emergencias crearon las condiciones perfectas para una catástrofe. Según el meteorólogo Bob Henson de Yale Climate Connections, “el nivel de lluvia fue equivalente al que desencadenó la histórica inundación en Big Thompson Canyon, Colorado, en 1976, que dejó 144 muertos”.

En este caso, la falta de un sistema de alerta temprana para inundaciones agravó la situación. Numerosos residentes se enteraron de lo que ocurría cuando ya era tarde para reaccionar. La región del Hill Country es un destino turístico de verano con múltiples campamentos infantiles y zonas rurales poco conectadas. Las autoridades admitieron que muchos de los afectados no estaban registrados en hoteles ni campamentos oficiales, lo que ha dificultado su localización

Camp Mystic, epicentro del dolor

Uno de los lugares más golpeados fue Camp Mystic, un campamento cristiano para niñas que funciona desde hace más de un siglo. Al menos 27 personas —entre niñas y consejeras— perdieron la vida allí, y todavía faltan por encontrar cinco campistas y una consejera.

Los testimonios de sobrevivientes relatan escenas heroicas que no suelen ocupar los titulares. Consejeros adolescentes cargando niños sobre los hombros, subiéndolos a vigas para mantenerlos a salvo, cantando para calmarlos en medio del terror. Muchos de estos consejeros apenas tienen uno o dos años más que los mismos campistas a los que deben proteger.

“Gracias a Dios por los valientes consejeros”, dijo Keli Rabon, madre de dos niños rescatados en otro campamento, La Junta. “Eran casi niños ellos mismos”.

¿Quiénes son los consejeros de campamento?

Según la American Camp Association (ACA), más de 25 millones de niños asisten a campamentos cada año en EE.UU., donde los consejeros son una figura fundamental. En algunos sitios, el ciclo de formación comienza desde adolescentes como voluntarios o en programas de formación, hasta convertirse en consejeros pagados durante la universidad.

“Muchos regresan porque aman el lugar, y el rol pasa de ser el del participante a convertirse en ese faro para las nuevas generaciones”, explicó Anthony Gomez, director de Westview on the James, un campamento en Virginia.

La preparación incluye entrenamientos en manejo de riesgos, evacuaciones, desarrollo infantil, prevención de abusos y procedimientos de emergencia. Pero hay un componente esencial que ni el entrenamiento más riguroso puede enseñar:

la capacidad de actuar bajo presión real.

“¿Qué habría hecho?”: Consejeros que se preguntan qué pasaría en su campamento

Helen Hardymon, de 19 años, consejera en Virginia, comentó tras ver las noticias de Texas: “En teoría estoy preparada. Sé el protocolo, a dónde ir, qué radio usar. Pero en una emergencia ambiental real... todo puede desbordarse”.

Desde tormentas eléctricas que obligan a cancelar actividades hasta niños mojados, asustados y sin sus padres, los desafíos emocionales son notorios. “Algunos lloran, otros simplemente se desconectan”, agrega Helen, quien actualmente se prepara para ser bombera.

Y aunque su entrenamiento comenzó dos semanas antes de que llegaran los niños, la formación emocional quizá comenzó mucho antes: como camper. Desde edades tempranas, muchos jóvenes experimentan primero la vida del campamento y más tarde pasan a roles de liderazgo apoyando a otros.

Formación, devoción y liderazgo silencioso

Barry Garst, profesor de desarrollo juvenil en la Universidad de Clemson, sostiene que los mejores consejeros ya entienden la cultura del campamento antes de asumir sus responsabilidades. “Es difícil inculcar esos valores desde cero. Lo ideal es que ya estén arraigados”, dice.

Para Jim Sibthorp, profesor de la Universidad de Utah, los consejeros logran una conexión especial al ser percibidos más como pares que como figuras de autoridad. “Esa cercanía emocional, compartiendo el dormitorio y el día a día, crea vínculos únicos. Incluso bajo condiciones normales, son líderes a los que los niños miran para tomar decisiones”.

Fallas evitables: ¿Y las alertas?

Lo más desgarrador es que esta tragedia pudo haberse evitado, o al menos mitigado. Durante años, los líderes locales discutieron sobre instalar un sistema de sirenas para inundaciones. Pero los costos y las preocupaciones por contaminación sonora detuvieron las propuestas.

La gobernación de Texas ha prometido nuevas legislaciones para instaurar sistemas de alerta en zonas vulnerables, pero para muchos, la acción llega demasiado tarde. El gobernador Greg Abbott mencionó que convocará una sesión especial en julio para abordar no solo medidas preventivas, sino también fondos para las labores de rescate.

El mensaje es claro: despreocuparse del cambio climático y la preparación tiene un precio irreversible.

Actos heroicos, pero también lecciones urgentes

En medio del llanto y la desesperanza, también hubo momentos de consuelo. En el estadio de Tivy High School en Kerrville, se reunieron cientos de personas durante una vigilia para honrar a los fallecidos y desaparecidos. La comunidad lloró, oró y se abrazó. Algunos llevaban camisetas con el lema “Tivy Fight Never Dies”, otros, cintas verdes en honor al Camp Mystic.

En palabras de Ricky Pruitt, miembro de la Iglesia de Cristo de Kerrville, el evento buscó “levantar un poco el espíritu en un lugar donde tantas veces se celebraron victorias hoy marcado por el dolor”.

Niños formaron círculos de oración; voluntarios seguían rastreando riberas, árboles y montículos de escombros. Ya nadie espera encontrar a nadie con vida. La prioridad y el compromiso ahora, es brindar un cierre a las familias.

Tal vez lo más conmovedor lo expresó Andrew Brown, quien homenajeaba a un entrenador local fallecido: “Estoy seguro de que muchas cosas podrían haber sido distintas... y estoy seguro de que lo serán en adelante”.

En medio de la desolación, los campamentos de verano deberán repensar sus protocolos, y los gobiernos actuar con más determinación. No podemos confiar solamente en la valentía de jóvenes consejeros cada vez que el clima nos recuerde su feroz capacidad de destrucción.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press