El Papa Leo XIV y la revolución verde del Vaticano: fe, ecología y el futuro del planeta

Con una histórica misa ecológica y una mega granja solar en camino, el pontífice estadounidense impulsa una fuerte cruzada ambiental desde Roma

Una misa para la creación

Desde los jardines del centro educativo ecológico del Vaticano en Castel Gandolfo, el Papa Leo XIV celebró lo que se ha denominado la primera misa “verde” de la historia de la Iglesia Católica. El acto litúrgico incorporó nuevas oraciones para el cuidado de la creación, en un gesto simbólico y contundente que marca una continuidad —y a la vez una expansión— del legado ambiental de su predecesor, el Papa Francisco.

El nuevo formato litúrgico, aprobado oficialmente por Leo XIV, se incorpora a la lista de 49 misas especiales desarrolladas por la Iglesia a lo largo de los siglos para necesidades u ocasiones específicas. Esta misa fue diseñada específicamente como respuesta al llamado de la encíclica Laudato Si’, publicada por Francisco en 2015 y considerada por muchos como el manifiesto ambiental del catolicismo contemporáneo.

¿Quién es el Papa Leo XIV?

Leo XIV es el primer Papa estadounidense de la historia y un ex misionero en Perú, donde fue testigo directo de los estragos del cambio climático. Su experiencia en comunidades indígenas ha moldeado profundamente su visión ambiental. Desde el inicio de su pontificado, ha mostrado una línea doctrinal clara respecto al cuidado de la creación y la justicia climática, un enfoque que lo alinea firmemente con el ala progresista del catolicismo contemporáneo.

Durante su mensaje con motivo de la jornada anual de oración por la creación, Leo no titubeó al identificar a los responsables de la crisis ambiental: "El cambio climático provocado por la actividad humana". Además, criticó con dureza lo que denominó como una “injusticia estructural global”, señalando cómo la devastación ecológica afecta principalmente «a los pobres, los marginados y los excluidos».

Un legado fotovoltaico: el Vaticano hacia la neutralidad de carbono

Leo XIV no se ha limitado a gestos simbólicos. Su ambición es convertir al Vaticano en el primer estado neutro en carbono del mundo. ¿Cómo? Mediante la construcción de una planta solar de 430 hectáreas al norte de Roma, en el terreno conocido como Santa Maria di Galeria.

Este proyecto, cuya inversión proyectada asciende a casi 100 millones de euros, busca producir la energía suficiente para cubrir todas las necesidades eléctricas del Vaticano. Actualmente, el desarrollo requiere de la aprobación del parlamento italiano, ya que el terreno goza de extraterritorialidad jurídica —un detalle que hasta ahora había generado controversias debido a las emisiones electromagnéticas de las antenas de Radio Vaticano.

“Estamos todos conscientes de los efectos del cambio climático, y realmente necesitamos cuidar de toda la creación, como el Papa Francisco nos ha enseñado tan claramente”, dijo Leo XIV a RAI televisión durante una visita a Santa Maria di Galeria en junio.

La continuidad ecológica con Francisco

Muchos esperaban un viraje doctrinal con la elección de un Papa de Estados Unidos, país conocido por su polarización en cuestiones climáticas. Sin embargo, Leo XIV ha sorprendido al reafirmar y reforzar el enfoque ambiental de Francisco. Si Francisco representó la apertura de la Iglesia hacia los temas globales del siglo XXI, Leo parece decidido a institucionalizar esas preocupaciones dentro del funcionamiento práctico del Vaticano.

La misa ecológica y la planta solar no son hechos aislados. Se suman a una serie de iniciativas que ya están en desarrollo, como el fortalecimiento del Centro Laudato Si’, la promoción de eventos de concientización ambiental entre las diócesis y la continuidad del Movimiento Laudato Si’, una red global que abarca desde ONG religiosas hasta universidades católicas comprometidas con la ecología integral.

Fe y ciencia: un matrimonio posible

La postura ambiental de Leo también la respalda un enfoque favorable a la ciencia. En declaraciones recientes ha recalcado que el diálogo entre la fe y la evidencia científica no sólo es posible, sino necesario. En ese sentido, ha hecho alianzas con universidades, organismos internacionales y hasta empresas tecnológicas cuyos desarrollos podrían facilitar la transición energética del Vaticano y de otras instituciones católicas en el mundo.

Hay un eco aquí de figuras históricas como el jesuita Teilhard de Chardin, quien propuso una visión evolutiva de la creación. Para Leo, “cuidar la Tierra es cuidar la morada que Dios nos ha dado para vivir en comunidad”, en palabras expresadas durante su homilía inaugural como Papa.

El reto de las resistencias internas

Pero el camino hacia un Vaticano Verde no está exento de dificultades. Algunos sectores conservadores de la Iglesia ven estas políticas como desviaciones del enfoque espiritual central. Temen que la “ideología ecológica” complique la doctrina o provoque polarización en las comunidades católicas globales —especialmente en países empobrecidos donde la urgencia por cubrir necesidades básicas parece chocar con los imperativos climáticos.

A estos sectores, Leo XIV ha respondido con serenidad: “La espiritualidad cristiana es, ante todo, una espiritualidad encarnada en la historia y la realidad del mundo. No podemos salvar el alma si destruimos el cuerpo de la creación”.

Un Papa para la era del colapso climático

El pontificado de Leo XIV ha comenzado en un contexto global problemático: incendios récord en África, inundaciones masivas en Asia, crisis hídricas en América Latina y temperaturas extremas en Europa y Estados Unidos. Según el informe del IPCC de 2023, el mundo se dirige hacia un aumento de entre 2.4 °C y 2.8 °C para finales del siglo, superando el límite crítico del Acuerdo de París (1.5 °C).

En este contexto, la Iglesia —una institución de más de 1,3 mil millones de fieles— se convierte en un actor clave para movilizar voluntades, cambiar estilos de vida y ejercer presión moral sobre los responsables políticos y económicos.

Ese parece ser el gran objetivo de Leo XIV: usar el poder simbólico del Vaticano para alertar al mundo sobre la urgencia de la crisis climática, pero también para proponer una cultura del cuidado, una conversión ecológica desde la fe que permita restablecer el equilibrio trágicamente perdido entre humanidad y naturaleza.

Una oportunidad de liderazgo global

El giro verde del Vaticano no es solo una cuestión religiosa. En una era donde los acuerdos multilaterales se debilitan y los compromisos ambientales chocan con los intereses económicos, el liderazgo moral y ético cobra una importancia renovada.

Al impulsar reformas internas (como la granja solar) y externas (misa ecológica, alianzas globales), Leo XIV transforma al Vaticano en un referente no estatal de lo que podría llamarse gobernanza ambiental basada en valores.

El tiempo dirá si estas iniciativas logran frenar el deterioro global, pero al menos desde Castel Gandolfo, en una mañana fresca de verano y bajo una liturgia surgida de las raíces más profundas de la espiritualidad cristiana, se ha encendido una chispa. Una esperanza. Y tal vez una revolución silenciosa.

“El Señor nos encomendó cuidar el jardín, no arrasarlo.” — Papa Leo XIV

Este artículo fue redactado con información de Associated Press