El culto de los Zizianos: anarquía, asesinatos y un juicio insólito en los bosques de Maryland
Tres miembros de un grupo radical vinculado a seis homicidios enfrentarán un juicio conjunto mientras las autoridades lidian con una investigación que desenmascara una red extremista profundamente perturbadora.
¿Quiénes son los Zizianos?
La historia parece sacada de una novela distópica: una red poderosa, invisible y radical que combina ánimos anarquistas con tecnología de punta y una estructura cuasi mística. Así es como se describe al colectivo conocido como los Zizianos, una agrupación marginal que surgió de foros en línea donde convergieron algunos informáticos radicales, unidos por sus ideas antiautoritarias y una fuerte desconfianza hacia el sistema político.
Su nombre aparentemente proviene de su líder, Jack “Ziz” LaSota, una mujer transgénero que se ha convertido en el rostro de este grupo, implicado en delitos que van desde posesión ilegal de armas y alucinógenos (como LSD) hasta estar vinculado a seis asesinatos en tres estados diferentes de Estados Unidos.
El juicio que enfrentan actualmente tres de sus miembros en Maryland es apenas la punta del iceberg. ¿Cómo llegaron a convertirse en una amenaza doméstica tan letal? ¿Qué ideas promovían? ¿Y por qué parecen más interesados en crear caos que en cambiar el sistema? A continuación, un análisis en profundidad.
Un campamento móvil: los camiones que escondían más que mochilas
En febrero de este año, un residente de un área rural montañosa cerca de la frontera entre Maryland y Pensilvania notó algo extraño: dos camiones tipo “box truck” estacionados en una zona boscosa cercana a su propiedad. Al inspeccionarlos, la policía encontró a las tres personas —LaSota, Michelle Zajko y Daniel Blank— viviendo en ellos.
Dentro de estos camiones se descubrió arsenal de armas de fuego, municiones y drogas psicodélicas. Esta escena, típica de las milicias extremistas y survivalistas estadounidenses, perturbó profundamente a la tranquila comunidad local.
Sin embargo, los acusados afirmaron que tenían permiso para acampar allí, y uno de ellos —Zajko— incluso presentó un plano ilustrado a mano argumentando que su ubicación estaba fuera de propiedad privada. El dibujo, digno de una película de conspiración, muestra el nivel de preparación e ideología paranoica que guía a estas figuras.
La red de crímenes: sospechas que cruzan estados
Este no es un caso aislado. Las autoridades han vinculado a los Zizianos, más allá de Maryland, con varios asesinatos. Uno de los casos más significativos involucra a la agente de la Patrulla Fronteriza asesinada en Vermont en enero pasado. Los fiscales aseguran que Zajko compró las armas usadas en el crimen.
También se investiga la muerte de los padres de Zajko en Pensilvania, hallados muertos por arma de fuego en 2023. Aunque no ha sido imputada en ese caso, su cercanía con los hechos es alarmante. LaSota, en cambio, fue arrestada por obstrucción de la justicia y conducta desordenada durante una de las investigaciones.
Daniel Blank, el tercer miembro del grupo ahora juzgado, ha sido descrito como el compañero de vivienda de Zajko. Aunque no ha sido acusado en los crímenes más serios, su proximidad al núcleo duro del grupo genera sospechas.
Las tácticas disruptivas en la corte: teatro ideológico o delirio anarco-tecnológico
El testimonio en la corte de Maryland ha sido más parecido a una performance antisistema que a un proceso judicial convencional. En repetidas ocasiones, LaSota y Zajko han interrumpido al juez, desafiando los protocolos judiciales y exigiendo hablar directamente.
Estas interrupciones, lejos de ser casuales, parecen parte del modus operandi ideológico del grupo. Lo que buscan no es simplemente una defensa, sino desestabilizar las estructuras institucionales que los enjuician. LaSota incluso llegó a hablar de un “doble estándar judicial” y alegó que los retrasos judiciales eran intencionados para frenar la extradición ante casos con pena de muerte.
El fiscal estatal, James Elliott, ha negado estas acusaciones rotundamente, asegurando que los nuevos cargos —como la posesión de LSD— se agregaron tras obtener resultados forenses recientes. Estima que el juicio conjunto podría durar al menos dos semanas.
¿Una secta o una subcultura extremista?
La narrativa en torno a los Zizianos ha oscilado entre calificarlos de secta y verlo como una manifestación de una nueva subcultura anarcotec: una mezcla de anarquismo digital, culto personal y aislamiento rural radicalizado.
Estos grupos han aumentado en los últimos años en EE. UU., impulsados por el acceso a comunidades virtuales cerradas, algoritmos de radicalización en redes sociales, y un contexto político polarizado donde el descontento y la marginalidad encuentran un espacio fértil.
En este sentido, los Zizianos no son un fenómeno aislado sino parte de una tendencia preocupante en que ideologías nihilistas y tecnológicamente sofisticadas se convierten en caldo de cultivo para comportamientos violentos.
¿Qué buscan realmente los Zizianos?
Según documentos incautados, el grupo defiende una disolución total del Estado moderno y ve la vida rural autosuficiente como el primer paso hacia la autarquía espiritual y política. Proponen romper con todo lo que consideran “sistemas de opresión”: gobiernos, estructuras familiares tradicionales, las religiones organizadas y hasta el lenguaje formal.
Lo alarmante es que lo que podría parecer un manifiesto utópico se ha traducido en violencia concreta. La “paz desligada del sistema” que proclaman se ha manchado con asesinatos y delitos federales. Aunque ellos mismos se ven como revolucionarios, el Estado los cataloga como amenaza interna.
El papel de la tecnología: ¿ingenieros del caos virtual?
Varios miembros originales del grupo tenían formación en ciencias computacionales. Dentro de los canales en código abierto asociados a los Zizianos, se han encontrado documentos cifrados que describen técnicas de encriptación, sabotaje digital y manipulación de señales electrónicas.
Para los investigadores, esto sugiere que el grupo pudo haber tenido también intención de intervenir infraestructuras críticas. La idea de que lo rural y lo digital se combinen en un movimiento anarquista armamentista es, si no terrorífica, al menos fascinante por su novedad.
Lo que nos deja el caso Ziziano
- Radicalización descentralizada: No hace falta un líder religioso carismático o una base establecida: la red crea el lazo.
- Disolución del individuo: Las identidades no convencionales (en género, creencias o cultura) pasan a formar parte de ideologías destructivas si no encuentran una estructura social de contención.
- Justicia en jaque: Casos como este desafían el orden judicial, no solo por lo complejo de su entramado delictivo, sino por la subversión constante de las normas en pleno proceso.
Este juicio, que puede parecer anecdótico, es símbolo de una era donde lo marginal está más empoderado, armado e ideológicamente convencido que nunca. Mientras los Zizianos esperan juicio, la sociedad debe preguntarse cómo enfrentará futuras versiones de grupos que ven la democracia y el Estado como el principal enemigo.