Tragedia en Texas revive el valor espiritual y emocional de los campamentos cristianos
La devastadora inundación que golpeó al campamento Mystic en Texas pone en el centro la importancia de los campamentos religiosos en la formación de la fe y el carácter de niños y jóvenes en EE.UU.
Campamento Mystic: entre las ruinas y el dolor
En julio de 2025, Texas vivió una de las peores catástrofes naturales de los últimos años. Una inundación repentina arrasó el campamento cristiano femenino Camp Mystic, ubicado a orillas del río Guadalupe, dejando al menos 27 personas fallecidas y más de 160 desaparecidos, según informes de las autoridades locales.
Las imágenes del desastre muestran escombros, cabañas destruidas y objetos personales entrelazados con ramas y barro. Entre ellos, un cartel de madera con el mensaje: “Do Good. Do No Harm. Keep Falling In Love with Jesus” (Haz el bien. No dañes. Sigue enamorándote de Jesús) se convirtió en símbolo de la esperanza destrozada, pero también de la fe continua entre los sobrevivientes y quienes escucharon la historia desde otras partes del país.
El alma de un campamento cristiano
Camp Mystic, con más de 100 años de historia, es uno de los casi 3,000 campamentos cristianos de verano que existen actualmente en Estados Unidos. Estos espacios no solo ofrecen actividades recreativas como natación, tiro con arco, manualidades y deportes, sino que también se centran en el desarrollo espiritual de sus asistentes.
En Mystic, por ejemplo, era común comenzar y terminar el día con devocionales, sesiones de estudio bíblico y canciones religiosas junto al río. Es un lugar donde generaciones enteras han vivido su primer encuentro con la fe personal, según testimonios de exmonitores como Rachael Botting, experta en formación espiritual juvenil en Wheaton College.
Un rito de paso intergeneracional
Para muchas familias, enviar a sus hijos a campamentos cristianos es parte fundamental de la crianza. No importa cuánto avance el mundo digital: estos padres siguen creyendo que desconectarse del celular y redes sociales es vital para la formación de sus hijos. Así lo comentó Brad Barnett, director del ministerio campamental de Lifeway Christian Resources, quien lidera decenas de campamentos durante el verano.
“Es un compromiso implícito el que hacemos con los padres: estamos aquí para proteger no solo a sus hijos físicamente, sino también espiritualmente”, explicó Barnett. Muchos de sus empleados compartieron vínculos con las víctimas de Mystic, lo que hizo la tragedia aún más personal.
Más allá del cristianismo: diversidad de fe y comunidad
No son solo los campamentos cristianos los que generan este impacto. La Foundation for Jewish Camp apoya a más de 300 instituciones en todo EE.UU. y Canadá, con una participación de casi 200,000 jóvenes cada verano. Así lo relató Jamie Simon, directora de la organización, quien resaltó el valor de crear identidad judía en un contexto seguro y espiritual.
Desde lectura diaria de la Torá hasta clases de yoga, la propuesta de los campamentos judíos varía según la corriente religiosa (ortodoxa, reformista, conservadora), pero comparte un mismo fin: crear comunidad y autoestima en jóvenes que enfrentan antisemitismo, aislamiento y crisis de salud mental.
Dos siglos de historia al aire libre
Los campamentos religiosos no son una moda reciente. Tienen raíces profundas en la historia de América del Norte. Desde las reuniones revivalistas del siglo XIX, pasando por el “fresh-air movement” impulsado por la revolución industrial, hasta el boom posterior a la Segunda Guerra Mundial, han evolucionado adaptándose a cada generación.
En las últimas décadas, tras los confinamientos por la pandemia de COVID-19, se ha revalorizado la importancia de que los niños vivan experiencias lejos de las pantallas. Volver a la naturaleza, aprender habilidades nuevas y formar amistades sin filtros es hoy más necesario que nunca.
Formación espiritual a fuego lento
Según Rob Ribbe, profesor de liderazgo espiritual en Wheaton College, los campamentos ofrecen un entorno perfecto para la conexión con Dios. “Dios utiliza el tiempo fuera, lejos de la rutina y en comunidad dentro de la creación, para hablarnos”, afirma Ribbe. Este retiro temporal permite que el mensaje divino se escuche más fuerte y claro.
Desafíos del presente: seguridad, inclusión y accesibilidad
No todo es idílico en estos espacios. La creciente diversidad entre los jóvenes plantea interrogantes sobre cómo mantener la doctrina sin dejar de ser inclusivos con identidades de género, orientaciones sexuales y cuestionamientos internos. Esta tensión se ha vuelto parte del debate interno en muchas denominaciones.
También aumentan las preocupaciones en cuanto a costos. Muchos campamentos cobran miles de dólares por estancia, lo que los hace accesibles solo para familias de clases medias y altas. Organizaciones sin fines de lucro han buscado maneras de ofrecer becas, pero la demanda supera ampliamente la oferta.
Seguridad: el vínculo de confianza
Una de las mayores heridas causadas por la tragedia de Camp Mystic ha sido la reflexión sobre seguridad. Más allá del impacto emocional y la pérdida espiritual, está el dolor de haber roto ese pacto invisible entre organizadores y familias.
“Es devastador saber que no pudimos protegerlos”, expresó Barnett. Su equipo, igual que otros líderes de organizaciones como la Christian Camp and Conference Association (que representa unos 850 campamentos y 7 millones de asistentes anuales), ya trabaja en nuevos protocolos de emergencia y planes de evacuación.
Un legado que sigue
Lo ocurrido en Texas no destruyó la fe en los campamentos cristianos. Al contrario, según muchos, la reforzó. Líderes, exmonitores, padres y pastores siguen viendo en estas experiencias algo profundamente formativo, incluso redentor.
“En mi caso, fue el momento en que dejé de ser ese adolescente rebelde e indiferente. Fue en campamento donde conocí mi fe y una forma distinta de vivir”, comentó Gregg Hunter, presidente de la asociación cristiana de campamentos.
Jamie Simon, por su parte, dijo estar tranquila con que su hijo esté acampando en un lugar similar, incluso si hay un río cerca. “No querría que estuviera en ningún otro lugar”, dijo, reafirmando la creencia de que la espiritualidad, cuando se vive en comunidad y con propósito, puede más que cualquier tragedia.
Más que entretenimiento, una semilla eterna
Lo que está claro es que los campamentos de fe no son solo actividades recreativas con toque religioso. Son entornos cuidadosamente diseñados para sembrar convicciones profundas, despertar vocaciones, cultivar empatía y dar sentido al caos que a veces viven los jóvenes.
Inspirados por un cartel de madera sobreviviente entre los restos del Camp Mystic, muchos renuevan su compromiso con esta misión: “Haz el bien. No dañes. Sigue enamorándote de Jesús.”
El camino, aunque incierto, sigue guiado por esa luz.