Ruidoso bajo el agua: una tragedia anunciada entre monzones, incendios y negligencia climática

Las inundaciones arrasan el corazón turístico de Nuevo México y exponen una grave crisis ambiental

Una vez más, el pequeño y pintoresco pueblo de Ruidoso, en el sur de Nuevo México, ha sido protagonista de una catástrofe natural que amenaza con redefinir para siempre su historia y su rostro. Después de intensas lluvias monzónicas, varias zonas del pueblo quedaron sumergidas bajo el agua, dejando al menos tres desaparecidos, decenas de personas rescatadas y una comunidad entera como testigo de la fuerza imparable de la naturaleza.

Un verano que no da tregua

Lo ocurrido este 8 de julio de 2025 en Ruidoso es apenas el síntoma más reciente de la creciente amenaza climática que azota al suroeste de Estados Unidos. Según el Department of Homeland Security and Emergency Management de Nuevo México, se llevaron a cabo más de 85 rescates acuáticos en cuestión de horas. Mientras tanto, la cifra de desaparecidos ascendió rápidamente a tres, varios heridos fueron hospitalizados y cientos de residentes buscaron refugio en albergues improvisados.

Una casa entre las aguas

En un testimonio conmovedor, la artista local Kaitlyn Carpenter describió cómo observó desde la cervecería Downshift Brewing Company el momento en que una casa con una puerta turquesa —que reconoció como de la familia de una amiga cercana— fue arrastrada completamente por las aguas del río Ruidoso. "He estado en esa casa y tengo recuerdos allí. Verla descender por el río fue desgarrador", declaró Carpenter. Afortunadamente, la familia estaba a salvo.

Ruidoso: entre incendios e inundaciones

Para entender la magnitud de lo sucedido, es necesario retroceder al verano de 2024, cuando los incendios South Fork y Salt redujeron a cenizas más de 1,400 estructuras en Ruidoso. Aquellos incendios, que arrasaron con vegetación clave para contener futuros desastres, dejaron a la región extremadamente vulnerable a corrientes de agua y deslaves. La falta de cobertura vegetal convierte la lluvia en una amenaza directa, sin resistencia natural que desacelere su paso.

La conjura climática: fuego y agua

Esta vez, las lluvias en la zona montañosa fueron tan intensas que el río Ruidoso creció más de 20 pies (más de 6 metros) en minutos—a un nivel que, de confirmarse, sería récord histórico. Calles enteras quedaron cubiertas de lodo, puentes colapsaron o fueron clausurados, y los autos flotaban como juguetes en un estanque cada vez más oscuro y peligroso.

El Servicio Meteorológico Nacional reportó que las tormentas se intensificaron sobre terrenos que aún no se han recuperado del daño de los incendios. De ahí que la reacción del suelo ante las lluvias sea mínima: se ha convertido en una superficie impermeable que canaliza el agua hacia abajo con fuerza destructiva.

Un ciclo vicioso: destrucción y reconstrucción

El alcalde de Ruidoso, Lynn D. Crawford, admitió en su discurso nocturno que la magnitud de las lluvias fue mayor a la esperada. "Sabíamos que llegarían las inundaciones, pero esta nos afectó mucho más de lo previsto", declaró. Además, pidió a los ciudadanos que reportaran cualquier persona desaparecida mediante una línea de emergencia habilitada.

Este tipo de desastres no es nuevo para Ruidoso. Las autoridades locales y estatales ya sabían, tras los incendios, que las posibilidades de inundaciones eran alarmantemente altas. Entonces, ¿por qué no se reforzaron las infraestructuras o se implementaron medidas preventivas más eficaces?

Descuidos que cuestan vidas

La negligencia institucional y la falta de planificación urbana adaptada al cambio climático continúan siendo las principales culpables. Tras los incendios de 2024, se podía haber elaborado con premura un plan de restauración de cuencas, recuperación de vegetación, construcción de paredes de contención y sistemas de evacuación mejor estructurados.

Sin embargo, eso no ocurrió. En su lugar, el foco estuvo en la reconstrucción económica y el turismo. Conocido por su circuito de carreras de caballos y belleza natural, Ruidoso buscó atraer visitantes lo más pronto posible, relegando la prevención a un segundo plano. Hoy, el precio es dolorosamente alto: casas arrastradas por el agua, animales muertos, y una comunidad entera reviviendo el trauma natural del año anterior.

Huir del fuego para ahogarse en el agua

Este fenómeno, conocido por expertos como el doblete de desastre, ocurre cuando una región devastada por un incendio forestal sufre inundaciones intensas tiempo después. Y no es nuevo. En 2018, algo similar ocurrió en California, donde las lluvias posteriores al incendio Camp Fire provocaron letales derrumbes en el área de Paradise.

Según Daniel Swain, climatólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, este patrón irá en aumento. "Las temporadas de incendios más prolongadas, seguidas por lluvias extremas, son el nuevo normal en el suroeste de EE. UU.", alertó en un seminario del Center for Climate Change Impacts.

Resiliencia comunitaria frente al desastre

En medio de la tragedia, también hay lugar para la solidaridad. Cory State, trabajador de la cervecería Downshift, recibió a más de 50 personas que se refugiaron en el local durante el caos. Su relato describe una comunidad unida, que comparte alimentos, ofrece ropa seca y consuela a quienes lo han perdido todo.

Los refugios de emergencia ayudaron a cientos de personas a sobrevivir la noche, mientras que equipos de la Guardia Nacional y autoridades locales realizan operaciones de búsqueda y rescate. Al momento de redactar este artículo, continúan las labores por rastrear a los desaparecidos.

¿Un futuro sin soluciones?

Ruidoso es, tristemente, solo un ejemplo de los muchos pueblos y ciudades que están al borde del colapso climático. La combinación entre desarrollo urbano, falta de políticas de mitigación y una crisis climática sin freno está haciendo de eventos como este algo cada vez más frecuente y mortífero.

La pregunta crucial es si Estados Unidos está preparado para asumir este nuevo paradigma. Como advirtió Kerry Gladden, portavoz de emergencia de Ruidoso: "Este desastre fue más agresivo que el año pasado. Lo que antes parecía extraordinario, ahora parece común".

¿Esperaremos al siguiente ciclón, al siguiente incendio o a la próxima tormenta para actuar?

Un llamado urgente a la acción

  • Restauración ecológica: Urge una reforestación masiva y restauración de cuencas hídrica.
  • Infraestructura resiliente: Construcciones a prueba de eventos climáticos extremos deben ser prioridad.
  • Planes de evacuación y alerta: Comunicación eficaz y rutas seguras pueden salvar vidas.
  • Políticas climáticas locales: No basta con estrategias federales; las soluciones deben adaptarse a cada municipio.

Ruidoso conoció la furia del fuego en 2024 y del agua en 2025. Que no tenga que enfrentar el olvido institucional en 2026.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press