El clima extremo ya no es una sorpresa: la peligrosa negación de una realidad innegable
Sequías en Hawái, inundaciones en Texas, olas de calor en Canadá... El cambio climático redefine lo que antes creíamos imposible
“Lo que solía ser extremo, ahora es promedio. Y lo que antes nunca sucedía en toda una vida humana, se convierte en la nueva normalidad.” Estas palabras de Michael Oppenheimer, científico climático de la Universidad de Princeton, no sólo resumen el clamor de la comunidad científica actual, sino que también deberían resonar con fuerza en cada rincón del planeta.
El clima ya cambió: la evidencia es irrefutable
En los últimos años, hemos sido testigos de una aceleración dramática de eventos climáticos extremos. Según el índice de clima extremo de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), el promedio de eventos extremos durante el verano aumentó en un 58% desde la década de 1980. Estos eventos incluyen huracanes, lluvias intensas, sequías, e incluso temperaturas anómalas tanto altas como bajas.
¿Qué significa esto en la vida real? Inundaciones devastadoras en Texas que han cobrado más de 100 vidas en cuestión de horas. Una ola de calor sin precedentes en el Pacífico Noroeste y Canadá que provocó más de 600 muertes en solo unos días en 2021. Incendios avivados por sequías en Hawaii, que alguna vez era visto como un paraíso húmedo e inmune a tales desastres.
La falacia del pasado y el sesgo de normalidad
Sin embargo, y a pesar de todas estas alertas, las respuestas de la sociedad y los gobiernos son tibias o tardías. La razón, explica Marshall Shepherd, profesor de meteorología de la Universidad de Georgia, es un tipo de sesgo cognitivo llamado “sesgo de normalidad”.
“Las personas tienden a basar sus decisiones en lo que experimentaron en el pasado. Si sobrevivieron una tormenta antes, asumen que lo mismo sucederá ahora”, comenta Shepherd. Pero con el cambio climático, el contexto ha cambiado completamente. Lo que fue una tormenta menor ayer, puede ser una catástrofe hoy, impulsada por mares más cálidos, atmósferas más húmedas y sistemas meteorológicos más erráticos.
Cambiar la perspectiva pública: una urgencia cultural
Para Kim Klockow McClain, científica social del tiempo extremo en la UCAR (University Corporation for Atmospheric Research), necesitamos modificar nuestra percepción del riesgo. “Si estás acostumbrado a ver solo pequeñas inundaciones urbanas cada tanto, mira lo que pasó en Texas. Ese es tu nuevo punto de referencia. Esa es tu línea base ahora”, afirma.
La clave está en internalizar el nuevo estándar climático. Una olas de calor como la que azotó el continente europeo en 2023, donde ciudades como Sevilla alcanzaron los 47°C, ya no son fenómenos excepcionales, sino parte de una tendencia ascendente.
Negar la realidad pone vidas en riesgo
Como afirma Susan Cutter, codirectora del Instituto de Vulnerabilidad a Riesgos y Resiliencia de la Universidad de Carolina del Sur, la negación es una forma de autodefensa psicológica. “Es un mecanismo para que las personas digan: ‘no me va a pasar a mí’”, explica.
Este tipo de pensamiento, sin embargo, puede ser letal. Lori Peek, directora del Centro de Riesgos Naturales de la Universidad de Colorado, advierte que haber sobrevivido a un desastre no garantiza que sobrevivas al siguiente. “Cada evento es distinto. Y la próxima vez, puede ser mucho peor”, dice.
Infraestructuras y políticas estancadas en el siglo XX
Mientras el clima del siglo XXI se vuelve más extremo, nuestra infraestructura sigue anclada en los supuestos del siglo anterior. Peek señala que, además de una estructura envejecida, muchas más personas viven en zonas de alto riesgo, como costas o áreas con historial sísmico o de incendios.
Lo preocupante es que mientras más nos acercamos a este nuevo paradigma climático, menos preparados estamos. La administración Trump, por ejemplo, propuso recortes significativos a organismos clave como la FEMA (Agencia Federal de Manejo de Emergencias), el Servicio Meteorológico Nacional y laboratorios de investigación de la NOAA, debilitando el sistema de alerta temprana y respuesta ante desastres.
Michael Oppenheimer lo resume con contundencia: “Estamos destruyendo la capacidad que vamos a necesitar con urgencia en el futuro”.
La paradoja del predecible desastre
El cambio climático ya no es un debate científico, es un hecho tangible. La ciencia lo dice, los datos lo sustentan y la naturaleza lo evidencia. Y, sin embargo, seguimos actuando como si no estuviéramos en peligro. Como si tener planes de evacuación adecuados, reforzar edificios, redistribuir presupuestos hacia mitigación y adaptación climática no fueran prioridades nacionales.
En palabras de Oppenheimer: “Nos quedamos sentados, sin hacer absolutamente nada, mientras estos riesgos avanzan hacia nosotros como un tren. Y de repente, ¡bam!”
Incendios en Hawái: lecciones que llegaron demasiado tarde
Hawái fue víctima de los incendios forestales más mortales de su historia en 2023, donde más de 100 personas murieron en Maui. Lo impensable sucedió en un archipiélago tropical. Las causas fueron múltiples: vientos huracanados de tormentas cercanas, vegetación altamente inflamable seca por semanas de sequía, y una respuesta lenta del sistema de alarmas.
Este caso sirve como ejemplo de cómo un paraíso puede transformarse rápidamente en escenario de tragedia si no se reconoce el nuevo orden climático.
¿Estamos listos para la realidad climática del 2030?
- ¿Deberíamos reconstruir ciudades costeras sabiendo del avance del nivel del mar?
- ¿Es ético seguir subvencionando el uso de combustibles fósiles?
- ¿Deberían las escuelas integrar educación climática como materia obligatoria?
Estas preguntas parecían marginales hace 20 años, pero hoy son centrales. La falta de adaptación y prevención no solo es irresponsable, es criminal.
El clima, como la historia, no espera
Estamos presenciando el desmantelamiento del pasado climático que conocíamos. El clima templado, las estaciones predecibles y las lluvias que daban aviso ya no existen. En su lugar, crece una nueva era de incertidumbre, intensidad y urgencias.
Y mientras las predicciones científicas se cumplen con puntualidad, la respuesta política y social sigue atrapada en inercias ideológicas y presupuestarias. El futuro exige una transformación sin precedentes. No solo tecnológica o logística, sino cultural y psicológica.
La pregunta ya no es “¿cambiaremos el clima?”, sino: ¿Estamos listos para vivir con el clima que ya cambió?
Lecturas recomendadas:
- NASA Climate Change and Global Warming
- IPCC - Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
- Cruz Roja: Preparación ante desastres naturales
Es momento de adaptarnos, educarnos y exigir acciones reales a nuestros gobiernos.