Chanel reinventa la alta costura en el Grand Palais: Un gesto audaz en medio de una transición histórica

La maison francesa celebra 110 años de legado entre lujo rural, despliegue monumental y esperanzas puestas en su próximo director creativo, Matthieu Blazy

PARÍS — Hay pocas casas de moda que puedan permitirse llamar “demasiado pequeño” a un salón legendario y reconstruirlo a lo grande en uno de los edificios más emblemáticos de Francia. Chanel acaba de hacerlo. En la última Paris Couture Week, la firma francesa transformó el recién remodelado Grand Palais en una pasarela envuelta en nostalgia, lujo y una vibrante expectación sobre su futuro.

110 años de legado: de Coco a la actualidad

Con este desfile, Chanel celebró 110 años de alta costura, una travesía iniciada por Coco Chanel en 1915, cuando abrió su primer salón en la Rue Cambon. Coco revolucionó la moda al liberar a las mujeres de los corsés, redefiniendo el lujo como libertad. Esa filosofía sigue viva más de un siglo después y se extendió esta semana en un desfile donde lo íntimo y lo monumental convivieron en perfecta armonía.

Una escenografía que habla: el poder en escena

Este desfile no fue simplemente una exhibición de vestidos. Fue una declaración de poder y ambición. Chanel no solo eligió el Salon d’Honneur del Grand Palais sino que también ayudó a financiar su restauración, que costó alrededor de 600 millones de euros. La empresa, aún en manos privadas, está utilizando su inmenso poder económico para reflejar su compromiso con el patrimonio cultural parisino.

El set fue diseñado por Willo Perron y evocaba los clásicos códigos de Chanel: mármol y oro, lo antiguo con lo moderno, lo íntimo con lo espectacular. Celebridades como Penélope Cruz, Naomi Campbell y otras personalidades cercanas a la casa desfilaron por las escalinatas doradas hacia un salón que recreaba el desaparecido atelier de Rue Cambon.

Una colección rural con lujo desbordante

El tema del desfile fue el campo, pero rural en Chanel no significa barro ni rusticidad, sino lujo artesanal llevado al extremo. Los trajes de mohair en verdes intensos y ciruelas hablaban del otoño. Los tweeds imitando piel de oveja o plumas convertidas en falso pelaje eran pura ilusión óptica. Y no faltaron los íconos como las espigas de trigo doradas, símbolo de abundancia para la casa, bordadas en cuellos, mangas y hasta en los asientos de los invitados.

Los botones joya, los bordados florales y un final repleto de tejidos lamé que parecían reflejar la luz del sol sobre los campos, demostraron que el trabajo manual sigue siendo el pilar del prestigio de la alta costura.

Cifras que respaldan la extravagancia

Chanel no hace estos despliegues por capricho. Lo hace porque puede. En 2024, reportó $18.7 mil millones de ingresos globales. La alta costura representa una fracción de esas ganancias, pero su influencia es incalculable. Las colecciones de alta costura impulsan las ventas de perfumes, bolsos y joyería, que son las verdaderas fuentes de ingreso.

En un mundo pospandémico donde las firmas luchan por mantener su relevancia, Chanel demuestra que el espectáculo vende, y este en particular fue uno de los más cautivadores de la última década.

Un futuro en transición: la sombra de Blazy

Tras la sorpresiva salida el año pasado de Virginie Viard —sucesora de Karl Lagerfeld—, la maison se encuentra en transición. El nuevo director creativo, Matthieu Blazy, aún no ha debutado oficialmente, pero las expectativas son elevadas.

“Él es enfocado, tiene la mente abierta y aportará algo especial”, declaró Naomi Campbell sobre Blazy, con quien mantiene una amistad personal.

Blazy, belga de nacimiento, ha dejado huella en casas como Margiela, Céline y, más recientemente, en Bottega Veneta donde fue aclamado por la crítica por su combinación de reverencia artesanal e innovación contemporánea. ¿Será Blazy capaz de amalgamar la sobriedad visionaria de Coco, la opulencia de Lagerfeld y la sensibilidad romántica de Viard?

La estrategia detrás del sentimentalismo

El desfile fue tan emocional como estratégico. En él no solo se honró a Coco, sino que se avivó la fascinación por la herencia y se preparó el terreno para la llegada de Blazy. Chanel está diseñando su narrativa para el futuro y la está escribiendo en mayúsculas doradas: tradición + espectáculo + expectativa = atención global.

Además, el timing fue perfecto. Con el panorama de la moda reconfigurándose constantemente y firmas como Dior y Valentino navegando sus propias tormentas creativas, Chanel se posiciona como farol y brújula del lujo francés.

Lo que dejó el desfile: más que moda, diplomacia cultural

Chanel no solo vistió modelos. Vistió un edificio histórico, vistió una era, y sobre todo, vistió su alma. En una época donde todo cambia rápidamente —desde los algoritmos hasta las direcciones creativas—, Chanel apuesta por lo clásico como forma de innovación.

Así lo expresó Campbell: “Fue como entrar en un recuerdo y a la vez en algo completamente nuevo. Hay calidez, hay intimidad, hay nostalgia… Chanel puede recrear cualquier cosa, y funciona”.

Los próximos meses serán decisivos. Pero si este desfile fue una carta de presentación para la nueva era de Chanel, entonces el mensaje es claro: la maison no teme al cambio, lo viste de gala y lo desfila en el Grand Palais.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press