Al borde del abismo: ¿una nueva Nakba en Gaza?

Plan israelí para 'ciudad humanitaria' en Rafah despierta acusaciones de desplazamiento forzado masivo y violaciones al derecho internacional

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Un proyecto polémico en plena crisis humanitaria

En medio de una devastadora guerra que ha dejado al menos 38,000 muertos y más de dos millones de desplazados en la Franja de Gaza, el gobierno israelí ha vuelto a generar polémica. El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, ha presentado en reuniones a puerta cerrada planes para concentrar a cientos de miles de palestinos en una "zona cerrada" en el borde sur de Gaza, en la ciudad de Rafah, bajo el argumento de construir una "ciudad humanitaria".

La propuesta, filtrada a medios israelíes e internacionales, implica trasladar a más de 600,000 personas desde zonas costeras hacia el sur, con la intención eventual de alojar allí a toda la población gazatí restante. Los palestinos desplazados no tendrían libertad de movimiento una vez dentro de esta zona. Para muchos, esto evoca imágenes sombrías de campos de concentración contemporáneos y revive el trauma histórico conocido como la Nakba.

¿Desplazamiento forzoso o "opción humanitaria"?

El gobierno israelí sostiene que su objetivo es separar a la población civil de los combatientes de Hamas, organización que aún controla ciertas áreas de Gaza y mantiene a decenas de rehenes israelíes secuestrados tras el sangriento ataque del 7 de octubre de 2023. Sin embargo, diversos organismos internacionales de derechos humanos y representantes palestinos han denunciado que el plan de crear esta "ciudad humanitaria" es un eufemismo para justificar el desplazamiento forzoso y el control permanente del territorio gazatí.

“Forzar a la gente a vivir en una zona cercada en torno a Rafah, devastada por los ataques, donde carecen de servicios básicos, nos remite a los capítulos más oscuros de la historia”, comentó Tania Hary, directora ejecutiva de Gisha, una ONG israelí dedicada a la defensa de la libertad de movimiento de los palestinos.

El control del territorio bajo capa humanitaria

Desde hace meses, Israel ha mostrado su intención de mantener una presencia militar permanente en Gaza y ha excluido cualquier participación de la Autoridad Nacional Palestina en la administración del enclave. A través de iniciativas como la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), respaldada por Estados Unidos y gestionada por contratistas privados, se han establecido centros de distribución de ayuda humanitaria, los cuales, según informes, han sido escenarios de violencia contra civiles desesperados por obtener alimentos y medicinas.

De hecho, hospitales locales en Gaza reportan que cientos de personas han sido heridas o asesinadas intentando acceder a estos centros. Testigos informan que soldados israelíes dispararon contra multitudes, mientras contratistas estadounidenses usaban munición real y granadas aturdidoras. Todo esto ocurre en zonas militares restringidas, inaccesibles a los medios internacionales.

Trump y Netanyahu: una agenda común

Durante conversaciones recientes en Washington entre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el expresidente estadounidense Donald Trump, ambos manifestaron su apoyo a un eventual plan de emigración masiva "voluntaria" de la población palestina desde Gaza, proponiendo que terceros países los reciban. Netanyahu insistió en que los gazatíes deberían tener la “libertad de elegir entre quedarse o irse”.

No obstante, en palabras de analistas y activistas, esta aparente elección resulta vacía en un contexto donde Gaza ha sido convertida en tierra arrasada: el 80% de la infraestructura ha sido destruida, incluyendo hospitales, escuelas y redes eléctricas. En este contexto, la emigración sería “voluntaria” solo en nombre, ya que se trataría del resultado inevitable de una política de inhabitabilidad planificada.

¿Otra Nakba en marcha?

La amenaza de que Gaza se convierta en la escena de una segunda Nakba (catástrofe), como se conoce al éxodo forzado de unos 750,000 palestinos en 1948 durante la creación del Estado de Israel, es una preocupación central para los analistas. Numerosos palestinos temen que, si salen de Gaza por razones humanitarias, nunca se les permitirá regresar.

“Este plan no es nuevo, pero ahora se viste con ropajes más técnicos y supuestamente humanitarios”, explica Hanan Ashrawi, ex vocera de la OLP. “Cuando los líderes israelíes dicen que buscan un Gaza sin Hamas, lo que realmente quieren es un Gaza sin palestinos”, dijo en declaraciones a Al Jazeera.

Civiles atrapados entre dos fuegos

Mientras tanto, el pueblo de Gaza sobrevive a duras penas. Fotografías recientes muestran interminables campos de tiendas de campaña cerca de la costa, donde familias enteras viven sin acceso a agua potable o servicios básicos. Las temperaturas en verano superan los 35°C, haciendo imposible habitar tiendas improvisadas sin electricidad. A esto se suma el robo de ayuda, el control militar israelí y la constante amenaza de ataques.

Organismos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han abogado por una intervención internacional que frene estos planes y restituya el derecho internacional humanitario, que prohíbe el desplazamiento forzado de población civil durante los conflictos armados.

Rafah: la "ciudad humanitaria" sospechosamente estratégica

Elegir Rafah como eje de esta reubicación masiva no es una casualidad. Su proximidad con Egipto convertiría a esta ciudad en una suerte de puerta de salida para eventuales expulsiones o migraciones masivas hacia el Sinaí. Egipto, sin embargo, ha rechazado públicamente cualquier plan para absorber población palestina y ha reforzado su frontera con vallas electrificadas y vigilancia militar.

La comunidad internacional ante una encrucijada

El Consejo de Seguridad de la ONU se ha mostrado dividido y paralizado ante la cuestión palestina, principalmente por el veto recurrente de Estados Unidos a resoluciones que califiquen el accionar israelí como violación del derecho internacional. La Corte Internacional de Justicia ha comenzado a recibir demandas por genocidio y limpieza étnica, pero los procesos son largos y no evitan la tragedia diaria.

En un contexto global cada vez más polarizado, Gaza se ha convertido en uno de los mayores fracasos del orden humanitario y del multilateralismo del siglo XXI. La esperanza de paz parece más lejana que nunca, mientras miles de familias viven bajo lonas al borde del mar o en escombros, y un futuro incierto las empuja hacia el exilio.

¿Qué podemos aprender?

  • El lenguaje humanitario no debe servir para enmascarar dinámicas de limpieza étnica.
  • El desplazamiento forzoso, incluso si se presenta como "voluntario", es ilegal bajo el derecho internacional.
  • La política exterior debe priorizar el derecho a la autodeterminación de los pueblos por encima de objetivos geopolíticos o estratégicos.

Como dijo el poeta palestino Mahmoud Darwish: “Quien pierde su país, lo pierde todo”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press