¿Democracia en juicio? El intento de magnicidio a Robert Fico y su impacto en la política europea

El caso de Juraj Cintula y el ataque al primer ministro de Eslovaquia sacuden los cimientos del populismo en Europa y reavivan el debate sobre la polarización ideológica

El ataque que sacudió a Eslovaquia

El 15 de mayo de 2024 marcó un antes y un después en la historia política reciente de Eslovaquia. Ese día, el primer ministro Robert Fico fue víctima de un intento de asesinato cuando saludaba a sus seguidores tras una reunión de gobierno en Handlová. Un hombre le disparó a quemarropa, hiriéndolo gravemente en el abdomen. El atacante fue identificado como Juraj Cintula, un escritor jubilado de 72 años.

Ese acto violento no solo puso en jaque la estabilidad institucional del país, sino que también levantó serias preguntas sobre el clima político, la radicalización ciudadana y la responsabilidad de los discursos de odio. Meses después, Cintula finalmente enfrenta juicio en la Corte Penal Especializada de Banská Bystrica, acusado de terrorismo y con una posible condena de cadena perpetua.

De intento de asesinato a ataque terrorista

Inicialmente, Cintula fue inculpado por intento de homicidio agravado. Sin embargo, los fiscales abandonaron esa acusación para centrarse en un cargo más grave: cometer un ataque terrorista. Esta recalificación legal destaca el carácter político e ideológico del atentado. Durante su traslado al tribunal, el acusado gritó: “¡Viva la democracia, viva la cultura libre!”, lo que sugiere motivaciones más profundas que una simple agresión física.

El gobierno de Eslovaquia, en sus primeras declaraciones, afirmó que se trataba de un ataque perpetrado por un lobo solitario. Sin embargo, investigaciones posteriores indicaron la posible participación de terceros que actuaron en beneficio del atacante. Esto ha alimentado teorías de conspiración y profundizado el clima de desconfianza política.

¿Quién es Robert Fico?

Robert Fico es una de las figuras más polarizadoras de la política eslovaca. Líder del partido Smer-SD (Dirección – Socialdemocracia), ha sido primer ministro en cuatro ocasiones. Su regreso al poder en octubre de 2023 fue visto por muchos como un viraje hacia posturas populistas, pro-Rusia y anti-OTAN.

Durante su campaña electoral, Fico arremetió contra la Unión Europea, los medios liberales y la cooperación con Estados Unidos. Politólogos lo comparan con Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, debido a sus políticas conservadoras, nacionalistas y euroescépticas.

“La política exterior de Fico es peligrosa no solo para Eslovaquia, sino también para la estabilidad de Europa Central”, declaró en noviembre de 2023 la analista política Lucia Mokrá, decana de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Comenius.

El contexto político que alimenta el odio

El caso Cintula no puede entenderse aislado de la creciente polarización política en Eslovaquia. Miles de ciudadanos han salido a las calles en Bratislava y otras ciudades para protestar contra el gobierno de Fico y su acercamiento a Rusia. Las acusaciones cruzadas, la desinformación y el deterioro del debate público han convertido al país en un caldo de cultivo para tensiones extremas.

Fico ha culpado abierta y reiteradamente a la oposición liberal y a los medios de comunicación independientes. Según sus palabras: “No tengo ninguna razón para creer que esto fue obra de un loco solitario. Este atentado es la culminación del odio que la oposición siembra cada día”.

Este tipo de discurso ha levantado alarmas dentro y fuera del país. Organizaciones como Freedom House y Human Rights Watch han alertado sobre el deterioro de la democracia eslovaca en los últimos años, ubicándola en su índice de libertades como una democracia parcialmente libre.

¿Terrorismo político o expresión de desesperación?

El cargo de terrorismo conlleva una dimensión mucho más profunda que una tentativa de homicidio. Y en eso se centra ahora el debate judicial y mediático. ¿Fue Cintula un idealista, un radicalizado o un instrumento dentro de una estructura más compleja?

En un país donde las tensiones ideológicas son cada vez más brutales, hablar de terrorismo implica aceptar que el camino de la violencia como medio para cambiar la política ha ganado adeptos. No se trata de exculpar al agresor, sino de comprender los mecanismos de radicalización que operan tanto en el imaginario individual como colectivo.

La historia se repite: cuando la política arde

El atentado contra Robert Fico recuerda hechos similares en Europa. En 2019, el político alemán Walter Lübcke fue asesinado por un extremista de derecha debido a sus posturas pro-inmigración. En el Reino Unido, la diputada laborista Jo Cox fue asesinada en 2016 por un hombre con vínculos neonazis que gritó “¡Britain first!” durante el ataque.

Estos atentados tienen en común un entorno político de fuerte tensión, discursos nacionalistas, desprestigio institucional y normalización del odio. Los expertos advierten que atacar a políticos deja de ser un tabú cuando se instala la narrativa del “enemigo interno” o la “traición a la patria”.

La Europa que espía a Eslovaquia con preocupación

En Bruselas y Berlín se sigue el juicio de Cintula con enorme atención. Lo que está en juego no es solo la justicia eslovaca, sino el futuro del populismo europeo y la respuesta institucional ante discursos extremistas. Eslovaquia es miembro de la Unión Europea y de la OTAN, pero se comporta cada vez más como satélite de las políticas del Kremlin.

Las declaraciones de apoyo de Fico a Vladímir Putin y su negativa a apoyar a Ucrania con armamento han generado fricciones con el resto de socios de la UE. Mientras tanto, partidos de derecha radical como Fidesz en Hungría o Konfederacja en Polonia observan el proceso con interés y cautela.

Una sociedad fracturada

Las encuestas en Eslovaquia muestran una sociedad partida: un 48 % de los eslovacos considera que Robert Fico fue víctima de un plan orquestado por la oposición para desestabilizar el país; el 40 % cree que fue un acto individual de radicalización; y un 12 % no se atreve a opinar. (Fuente: Focus Research)

Mientras tanto, plataformas digitales e influencers políticos promueven teorías de conspiración, incluso que EE. UU. está detrás del atentado para evitar la expansión pro-rusa en Europa central. Es un escenario en el que la desinformación sustituye al diálogo.

Justicia como termómetro democrático

El juicio de Juraj Cintula será una prueba para el sistema judicial eslovaco. ¿Podrá mantener su independencia frente a la presión política? ¿Se abrirán más investigaciones para identificar posibles autores intelectuales o se enterrará el caso como hecho aislado?

La decisión del tribunal puede marcar el rumbo del país. Si se demuestra que hubo una red detrás del atacante, se expondría una grave vulnerabilidad institucional. Por el contrario, si se trata únicamente de una acción individual, tampoco se puede soslayar el fracaso del Estado para detectar signos tempranos de radicalización.

Los próximos meses serán decisivos. Eslovaquia necesita justicia, pero también reflexión. Necesita restablecer los puentes entre ciudadanos y dirigentes sin apelar al miedo o la venganza.

La democracia, como gritó Cintula al llegar al tribunal, no se sostiene solo con palabras: se defiende con actos, verdad y memoria.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press