La sombra del pasado: la polémica detrás del concierto de Marko Perkovic en Croacia
Cuando la música revive heridas históricas: nacionalismo, memorias de guerra y el legado del régimen Ustasha en la escena cultural croata
La música tiene el poder de unir, pero también puede dividir. El reciente concierto de Marko Perkovic, conocido artísticamente como Thompson, no fue solo un espectáculo musical para sus miles de seguidores en Zagreb, Croacia. Fue, para muchos, un acto cargado de controversias históricas, símbolos sensibles y referencias ideológicas que remueven heridas abiertas en los Balcanes. Esta presentación multitudinaria, con medio millón de asistentes según los organizadores, ha sido duramente criticada tanto dentro como fuera del país debido al uso reiterado de simbología y saludos asociados al régimen pro-nazi croata durante la Segunda Guerra Mundial.
Un saludo que divide generaciones
La polémica en el epicentro del concierto gira en torno al saludo “Za dom spremni!” ("¡Por la patria, preparados!"), utilizado por las tropas Ustasha, el movimiento fascista croata aliado de la Alemania nazi entre 1941 y 1945. Este régimen fue responsable de la muerte de decenas de miles de serbios, judíos, romaníes y croatas antifascistas en campos de concentración como el tristemente célebre Jasenovac.
Durante el concierto, este saludo abrió la interpretación de una de las canciones emblemáticas de Perkovic. En los videos que circularon por redes sociales y medios croatas, se observan miles de personas repitiendo gritos y gestos similares al saludo nazi con el brazo extendido. Aunque esta acción es ilegal en Croacia bajo la legislación nacional contra el discurso de odio, los tribunales han establecido excepciones para su utilización “en contextos artísticos” como en las canciones de Thompson.
¿Quién es Marko Perkovic “Thompson”?
Marko Perkovic, nacido en 1966, alcanzó la fama en los años 90 durante la guerra de independencia croata. Su apodo artístico, Thompson, proviene de la ametralladora estadounidense que usó como soldado en ese conflicto (1991-1995), cuando Croacia luchó por separarse de la antigua Yugoslavia.
Aunque se presenta como un patriota que canta sobre el sufrimiento de su país, sus letras, sus conciertos y sus declaraciones públicas han sido objeto constante de polémica. En repetidas ocasiones ha sido vetado en ciudades europeas como Ámsterdam, Viena y Zúrich. Incluso en su propio país, las críticas aumentan cada vez que revive el discurso nacionalista más radical.
El vínculo croata con su pasado fascista
El régimen Ustasha, encabezado por Ante Pavelić, fue un estado títere del Tercer Reich entre 1941 y 1945. La brutalidad de su gobierno consolidó Jasenovac como el “Auschwitz de los Balcanes”. Miles de testimonios y documentos históricos detallan exterminios sistemáticos, torturas y limpiezas étnicas.
Sin embargo, a más de 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial y más de tres décadas después de la guerra en la ex Yugoslavia, los sentimientos nacionalistas aún tienen fuerza en una parte importante de la sociedad croata. Para algunos sectores, el régimen Ustasha representa el primer intento real de «estado croata independiente», ignorando deliberadamente sus fundamentos genocidas.
La coexistencia de estas dos narrativas: la patriótica y la violenta, sigue dividiendo a la sociedad. Como menciona el diario Vecernji List: “La brillante producción del concierto se ve empañada por la invocación de un régimen vinculado con ejecuciones masivas.”
Reacciones internacionales y tensiones regionales
La controversia ha traspasado fronteras. El presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, denunció el espectáculo como un “apoyo público a los valores pro-nazis”. Además, Boris Tadić, antiguo líder liberal serbio, declaró que el concierto representa “una vergüenza para Croacia y para la Unión Europea”.
Cabe recordar que Croacia ingresó a la UE en 2013 y el bloque comunitario mantiene un fuerte discurso contra el revisionismo histórico y la glorificación del nazismo. Aun así, muchos critican la falta de medidas contundentes ante manifestaciones que reviven símbolos de totalitarismo.
¿Por qué tanta gente lo apoya?
Para comprender la popularidad de Marko Perkovic es necesario situarse en la historia reciente croata. La guerra de independencia dejó un legado profundo de orgullo nacional herido. Las canciones de Thompson evocan ese sentimiento de resistencia y de defensa de la soberanía nacional, elementos sumamente potentes en un país que siente que luchó solo contra fuerzas mayores.
Una encuesta realizada por Ipsos en 2020 encontró que el 34% de los croatas entre 18 y 35 años no conocen los crímenes cometidos por el régimen Ustasha, o creen que han sido “exagerados”. Esto evidencia una preocupante desconexión generacional con una parte crucial de la historia nacional.
El mito del heroísmo nacional puede más que los relatos históricos documentados, especialmente cuando se propulsan desde escenarios masivos con luces, emoción y coros multitudinarios.
Libertad de expresión vs. apología del odio
El debate se resume en una antigua tensión: ¿hasta qué punto la libertad artística puede justificar la evocación de símbolos de odio? En la práctica, los tribunales croatas han fallado a favor de Perkovic sosteniendo que el uso del saludo “Za dom spremni” forma parte de una expresión artística protegida.
No obstante, el contexto y la magnitud del evento preocupan a observadores de Derechos Humanos. Una canción con elementos divisivos cantada por medio millón de personas en medio de una atmósfera de exaltación nacionalista puede trascender lo artístico y convertirse en un peligroso acto de revisionismo encubierto.
El mensaje para Europa
Como señaló la televisión N1: “Mientras Alemania ha cortado rotundamente su vínculo con el nazismo para evitar interpretaciones torcidas y el regreso del pasado, Croacia aún no ha alcanzado ese punto en 2025.”
Quizá la Unión Europea deba replantearse sus mecanismos de memoria histórica en nuevos estados miembros cuya identidad nacional se forjó bajo recientes guerras étnicas. No basta con requisitos económicos o legales: la integración exige también una visión común respecto al pasado y la dignidad humana.
El poder de la cultura para sanar... o dividir
Finalmente, este evento pone en evidencia el enorme poder que tiene la cultura sobre la percepción histórica. La música debería ser un puente hacia la reconciliación, pero también puede ser una herramienta peligrosa cuando alimenta discursos de odio y perpetúa la glorificación de un pasado oscuro.
El caso de Marko Perkovic “Thompson” obliga a Croacia —e incluso a Europa— a reflexionar sobre los límites entre identidad, historia y responsabilidad colectiva.
En una región donde las cicatrices de la guerra aún arden, encender llamas simbólicas puede tener consecuencias muy reales.