Guerra de narrativas: La batalla por el prestigio del caza Rafale en Asia
Francia acusa a China de liderar una campaña de desinformación para sabotear la reputación de su avión insignia y ganar terreno en el mercado militar asiático
El Rafale francés en la mira: más que una aeronave, un símbolo
Los cielos de Asia no solo se disputan con aviones de combate, sino también con narrativas geopolíticas. Francia ha levantado serias acusaciones contra China, señalando al gigante asiático como el autor intelectual de una campaña de desinformación global cuyo objetivo sería minar la reputación del caza Rafale, fabricado por Dassault Aviation. La meta: desacreditar al potente avión francés en favor de los jets de producción china como el JF-17 Thunder o el Chengdu J-10.
No se trata solo de una disputa técnica entre aviones. Detrás de esta pugna está implicado el prestigio estratégico de Francia como potencia militar industrial, su acceso a mercados emergentes en Asia y África, y las ambiciones de Beijín de consolidar su dominio tecnológico y político en el Indo-Pacífico.
El combate en los Himalayas: el detonante de la controversia
En mayo de 2025, los cielos del Himalaya fueron testigos de un intenso enfrentamiento entre India y Pakistán. El combate, que involucró decenas de aeronaves, incluyó el primer derribo registrado de un Rafale en combate, un hecho que fue inmediatamente aprovechado por medios y redes vinculadas a intereses chinos.
Pakistán aseguró haber derribado cinco jets indios, de los cuales tres serían supuestamente Rafales. India confirmó pérdidas, aunque nunca precisó el número. Francia, por su parte, afirmó que solo un Rafale fue derribado junto con un Sukhoi ruso y un Mirage 2000, este último también francés. Fue la primera vez que un Rafale se perdía en combate real, un duro golpe simbólico para un avión que ha sido exportado a ocho naciones.
¿Qué hace tan especial al Rafale?
El Dassault Rafale es considerado uno de los mejores aviones de combate del mundo occidental. Su versatilidad le permite participar en misiones de superioridad aérea, ataque a tierra, reconocimiento electrónico y hasta disuasión nuclear. Francia ha vendido 533 unidades, de las cuales 323 fueron exportadas a naciones como Egipto, India, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Grecia, Croacia, Serbia e Indonesia.
Indonesia, con un pedido de 42 unidades, representa una clave para Francia. En un Indo-Pacífico dominado crecientemente por China, cada venta de un Rafale es un acto geopolítico —una bandera que planta Francia en la región.
China: ¿el arquitecto de la campaña de desprestigio?
Según un informe de inteligencia militar francesa, los agregados de defensa en las embajadas chinas habrían lanzado una ofensiva diplomática dirigida a desincentivar la compra de Rafales. En encuentros bilaterales con países compradores y potenciales compradores, se habría promovido un discurso de "rendimiento deficiente" del Rafale, especialmente en los enfrentamientos recientes contra aeronaves de origen chino.
El informe indica que más de 1,000 cuentas de redes sociales creadas justo después del conflicto entre India y Pakistán comenzaron a difundir contenidos que cuestionaban la eficacia operativa del Rafale y glorificaban la superioridad de los sistemas de combate chinos. Se utilizaron imágenes manipuladas, vídeos generados por inteligencia artificial y hasta escenas de videojuegos para alimentar esta narrativa.
La acusación se complica porque, si bien no hay evidencia directa que vincule a estas acciones online con el gobierno central de Beijín, múltiples expertos en desinformación, como los del laboratorio Graphika o investigadores del Royal United Services Institute en Londres, han observado que estas campañas tienen todas las características de una táctica empleada previamente por China en conflictos como Ucrania o el mar de la China Meridional.
El arma de la desinformación: una nueva forma de guerra
“La guerra moderna no solo se libra con misiles, sino con memes”, dijo acertadamente Jean-Baptiste Villiers, analista en guerra híbrida. Las campañas de desinformación permiten minar la reputación de adversarios sin disparar una sola bala.
La táctica no es nueva. Durante la Guerra Fría, tanto la URSS como Estados Unidos difundían propaganda para disminuir el atractivo de tecnología extranjera. Sin embargo, las redes sociales actuales permiten una diseminación viral en tiempo récord y con impacto en la opinión pública, la toma de decisiones políticas y, en este caso, las decisiones de compra multimillonarias de defensa.
Francia contraataca: defensa del Rafale y de su imagen nacional
El Ministerio de Defensa francés no tardó en responder. Declaró oficialmente que el Rafale es una “oferta estratégica nacional” y alegó que la campaña contra él pretende dañar más que al avión; busca minar la imagen de Francia como socio tecnológico confiable y como potencia autónoma.
“No solo atacaron una aeronave. Atacaron nuestra credibilidad industrial, nuestras alianzas estratégicas y nuestra soberanía tecnológica”, rezaba un comunicado oficial. Esta declaración subraya que las ventas militares, especialmente de aviones de combate, son también actos de diplomacia de poder.
¿Por qué importa esto al mundo?
La lucha por la narrativa en torno al Rafale es más que una disputa entre Francia y China. Affecta la estabilidad del Indo-Pacífico, el equilibrio de fuerzas aéreas en Asia y la autonomía de decisiones estratégicas por parte de países como Indonesia, Malasia, Tailandia o incluso Brasil.
Justin Bronk, experto en aviación militar del RUSI, indica: “Para China, desacreditar al Rafale no solo es una oportunidad de ganar contratos de exportación, sino de reducir la presencia de países occidentales en su vecindario estratégico”. De lograrlo, Beijín consolidaría su papel como proveedor militar dominante, reforzando su esfera de influencia.
¿Y el futuro del Rafale?
A pesar del golpe, el Rafale aún vuela alto. Su récord de operaciones exitosas en Libia, Malí y Siria, su reciente implementación por Grecia en el mar Egeo y su participación en ejercicios de la OTAN lo mantienen relevante. Dassault sigue innovando, con versiones modernizadas y estándares como el F4 y F5, los cuales integran inteligencia artificial, sistemas de guerra electrónica y capacidades de combate en red.
Aunque la acción propagandística pueda haber sembrado dudas, la reputación del Rafale no se derrumba con facilidad. Las siguientes batallas se librarán no solo en los cielos, sino en oficinas diplomáticas, ferias de defensa y, por supuesto, en las redes sociales.
Para Francia, la defensa del Rafale es defender su lugar en el mundo. Para China, desprestigiarlo es avanzar en su proyecto de liderazgo geopolítico. Y en el medio, los países compradores, que buscan tecnología confiable para protegerse en un mundo cada vez más incierto.