Un baño en el corazón de París: el Sena renace como oasis ciudadano
Por primera vez en más de un siglo, los parisinos pueden nadar legalmente en el Sena gracias a un ambicioso proyecto de limpieza de 1.400 millones de euros
Durante más de 100 años, bañarse en el río Sena estuvo estrictamente prohibido. Sin embargo, este verano ha marcado un antes y un después en la historia de París: los ciudadanos y turistas ahora pueden sumergirse legalmente en sus aguas, justo en el centro de la capital francesa. Esta transformación no ocurrió de la noche a la mañana. Se trata del resultado de un megaproyecto de limpieza de 1.400 millones de euros, impulsado parcialmente por la preparación para los Juegos Olímpicos de París 2024.
Un proyecto olímpico… con beneficios ciudadanos
La reapertura del Sena para uso recreativo no es solo una victoria ambiental, sino también un logro urbano y cultural. Desde 2018, el gobierno de la ciudad de París, liderado por la alcaldesa Anne Hidalgo, inició el llamado “Proyecto Sena Limpio”. El objetivo era ambicioso: restaurar la calidad del agua del río hasta alcanzar los estándares europeos de salubridad para permitir no solo su uso olímpico, sino también su uso público.
El proyecto tomó fuerza con la designación de París como sede de los Juegos Olímpicos de 2024. Entre las disciplinas previstas en el Sena están el triatlón y la natación en aguas abiertas. Esto influyó decisivamente en acelerar los trabajos de saneamiento, modernización del sistema de alcantarillado y tratamiento de aguas residuales.
Un lujo para todos: baños con historia y seguridad
Los nuevos espacios de baño se encuentran en zonas designadas, cuidadosamente diseñadas con accesos seguros y vigilancia profesional. Cerca de la Torre Eiffel y en la Île Saint-Louis, se han instalado muelles de madera desde los que se puede descender cómodamente usando escalerillas metálicas.
Incluso antes del amanecer, empleados municipales se encargan de retirar residuos y algas con redes, garantizando una primera experiencia limpia y segura. Todos los nadadores llevan obligatoriamente un flotador amarillo atado a la cintura y están supervisados por socorristas con chalecos reflectores. La corriente, aunque perceptible, es leve y no representa peligro.
“Es maravilloso nadar en el corazón de la ciudad, especialmente con las temperaturas tan altas que hemos tenido últimamente”, comentó Amine Hocini, un joven trabajador de la construcción de 25 años.
La prohibición centenaria y su justificación
Desde 1923, nadar en el Sena estuvo prohibido debido a problemas de contaminación y la intensa circulación fluvial. Solo se permitieron eventos específicos con estrictas regulaciones, y el baño fuera de las áreas oficiales aún está prohibido. De hecho, hasta hace pocos años, el Sena era sinónimo de aguas turbias, olores desagradables y objetos flotantes poco identificables. Y aunque hoy día podemos encontrar ocasionalmente una hoja o un envoltorio plástico, los niveles de bacterias están dentro del estándar europeo.
Los primeros valientes que se lanzaron al Sena la mañana del sábado 29 de junio lo hicieron bajo la mirada de curiosos y turistas. Algunos aplaudieron, otros se limitaron a observar, y no faltaron los escépticos.
“Francamente, no me arriesgo,” expresó François Fournier desde un puente cercano. “He visto cosas flotando aquí que no imaginarías. Prefiero esperar a que esté verdaderamente impecable.”
“¡Está caliente!”: reacciones y sensaciones
La frase que más se repitió entre los recién bañistas fue: “¡Está caliente!”. Muchos esperaban una temperatura más baja, pero se encontraron con aguas templadas y agradables, una sorpresa grata teniendo en cuenta que el Sena fluye por una metrópoli de más de dos millones de habitantes.
Los residentes también destacaron el aspecto simbólico y emocional del regreso del Sena como espacio comunitario:
“Es tan chic nadar en el Sena, junto a la Île Saint-Louis,” dijo Lucile Woodward, vecina de 43 años. “Hay ciertas aprensiones, como con cualquier sitio nuevo para nadar, pero este debe ser uno de los lugares más testados del mundo. No creo que el ayuntamiento se arriesgue a cometer errores.”
¿El renacimiento del urbanismo acuático?
Esta transformación del Sena encaja en una tendencia creciente del diseño urbano: la recuperación y reutilización de cuerpos de agua urbanos. Ciudades como Copenhague, Sídney y Zúrich ya han implementado zonas de baño con éxito en sus ríos o puertos. París se suma ahora a esta corriente de renaturalización y uso sostenible del agua.
Según el urbanista y autor Carlos Moreno, la capital francesa avanza hacia su visión de una “ciudad de los 15 minutos,” donde todos los servicios —incluidos los recreativos naturales— están accesibles a pie o en bicicleta. Esta reconfiguración no solo fomenta el bienestar, sino que también fortalece el vínculo ciudadano con el entorno natural y la identidad histórica.
Un futuro prometedor… con reservas
Si bien el proyecto ha sido ampliamente celebrado, algunos expertos de salud pública siguen vigilando la calidad del agua con cautela. Aunque los niveles de E. coli y enterococos están por debajo del umbral permitido por la directiva europea 2006/7/CE, las lluvias intensas y los vertidos accidentales podrían comprometer temporalmente esa calidad.
El ayuntamiento ha preparado un sistema de monitoreo en tiempo real con sensores y análisis diarios. Si las condiciones no son seguras, se avisará a los ciudadanos mediante aplicaciones móviles y señalizaciones en el lugar.
Anne Hidalgo, alcaldesa de París, incluso realizó una simbólica inmersión durante el verano pasado portando una botella de agua transparente tomada del Sena, como muestra de confianza en el proyecto.
Un verano inolvidable para los parisinos
Para muchos, nadar en el Sena será mucho más que una actividad recreativa: será una experiencia colectiva, una afirmación de identidad cultural y una muestra de lo que puede lograr una ciudad cuando se combina voluntad política, innovación ambiental y compromiso ciudadano. En tiempos de crisis climática y expansión urbana desenfrenada, redescubrir y recuperar los espacios naturales urbanos no solo es deseable, sino urgente.
Este verano, París no solo ofrece croissants y monumentos. También ofrece un baño de historia, sostenibilidad y esperanza.