Los fantasmas del Sur: la batalla de Stone Mountain por la memoria confederada

Mientras algunos buscan contar la verdad sobre la historia esclavista del sur, grupos pró-confederados luchan contra cualquier cambio en el parque más polémico de Georgia

La montaña que no olvida

En pleno corazón del estado de Georgia se alza una obra monumental esculpida en piedra: el relieve más grande de los Estados Unidos, que representa a tres íconos de la Confederación —el presidente Jefferson Davis, el general Robert E. Lee y el general Thomas “Stonewall” Jackson— montando caballos y cabalgando juntos hacia la eternidad... o hacia un debate sin fin.

El Parque de Stone Mountain ha sido desde siempre más que una atracción natural o un destino para excursiones familiares. Es, para muchos, un lugar cargado de simbolismo, historia y controversia. Hoy día, se encuentra una vez más en el epicentro del conflicto sobre cómo Estados Unidos recuerda —y cuenta— su pasado racista y esclavista.

Una nueva narrativa histórica

Tras el asesinato de George Floyd en 2020 y la posterior ola mundial de protestas contra el racismo sistémico, el Stone Mountain Memorial Association, organismo que gestiona el parque, decidió dar un paso audaz: impulsar un centro de interpretación histórica con un enfoque crítico hacia la Confederación, sus ideólogos y su legado racista.

Esto supuso no solo una remodelación de la narrativa local sino una amenaza directa para aquellos que veneran la llamada "Causa Perdida": una ideología revisionista que romantiza la Confederación como una lucha por los derechos de los estados, obviando su defensa fundamental del sistema esclavista.

Una oda a la supremacía blanca

El escultor original de Stone Mountain no fue otro que Gutzon Borglum, el mismo que talló el Monte Rushmore. Su vinculación con el Ku Klux Klan no es un secreto: en 1915, justo en el año en que inició el proyecto, el Klan tuvo su "renacimiento" con una quema de cruz en la cima de la montaña, inspirados por la película racista The Birth of a Nation.

El propio monumento se convirtió entonces en un tótem de supremacismo blanco. Por décadas, el parque fue lugar de reuniones y celebraciones del Klan, al tiempo que florecía la narrativa de un sur glorioso, valiente pero traicionado por la modernidad y el federalismo.

La propuesta del nuevo museo

En 2022, el estado de Georgia contrató a Warner Museums, expertos en instalaciones de derechos civiles, para diseñar una exhibición que explorara los orígenes esclavistas de la Confederación, los mitos detrás de la causa perdida y las conexiones del relieve con el renacimiento del Ku Klux Klan.

Según los documentos del proyecto, los diez módulos de la exposición cubrirían:

  • La relación entre Stone Mountain y el resurgimiento del KKK
  • El impacto de The Birth of a Nation en el imaginario blanco del sur
  • El papel de organizaciones como las Hijas Unidas de la Confederación en la conservación de monumentos conmemorativos
  • Las comunidades afroamericanas desplazadas por el parque
  • La historia de la segregación racial y leyes Jim Crow en relación con el parque

El proyecto recibió un impulso político inesperado: en 2023, la Asamblea General de Georgia destinó 11 millones de dólares para financiar la renovación del Memorial Hall y crear el centro interpretativo. Se esperaba su apertura este 2024, posicionándose como uno de los pocos intentos de conciliar verdad histórica y espacios de memoria confederada.

Los herederos de la Confederación contraatacan

La respuesta no tardó en llegar. Esta semana, la división de Georgia de los Sons of Confederate Veterans (Hijos de los Veteranos Confederados) presentó dos demandas judiciales contra la Junta del parque, argumentando que sus decisiones violan la legislación estatal que protege monumentos históricos.

Martin O’Toole, vocero del grupo, declaró: “Cuando vienen por la historia e intentan adaptarla a una estructura política presente, eso va contra la ley”. Según los demandantes, la remoción de algunas banderas confederadas en senderos emblemáticos y la orientación del próximo museo infringe la razón de ser del parque establecida por ley.

Pero no es solo una batalla por esculturas o símbolos, sino por la memoria colectiva y el control de la historia.

La legalidad como arma para bloquear la verdad

Desde 2001, Georgia incluye en su legislación disposiciones que impiden la remoción, traslado o alteración de monumentos históricos, incluyendo los de la Confederación. Esto fue reforzado en 2019 cuando se reforzaron las protecciones especialmente para monumentos que “honren la herencia sureña”.

Mediante estas estrategias legales, los grupos pro-confederados han conseguido frenar la retirada de estatuas en ciudades como Savannah o Macon. Stone Mountain, como símbolo madre de esta lucha, se convierte en un país aparte: su parque recibe casi 4 millones de visitantes anuales y se promociona como un lugar de esparcimiento familiar... pero bajo una sombra de caballos de guerra confederados.

¿Redención o revisionismo?

Organizaciones como el Southern Poverty Law Center han advertido por años del impacto que los monumentos confederados tienen en la reproducción de narrativas racistas. Hoy día, hay más de 2.000 monumentos o nombres públicos dedicados a la Confederación en Estados Unidos, según su base de datos "Whose Heritage?". Las estatuas retiran aceptación social lenta, pero legalmente se mantienen gracias al blindaje ofrecido por los estados conservadores.

Los críticos contraatacan diciendo que la remoción o reinterpretación no es "borrar la historia", sino explicarla completa. Un monumento sin contexto solo presenta una parte del relato: la heroificación de quienes lucharon por mantener esclavizadas a millones de personas. Transformar estos espacios en lugares de verdad y reconciliación es la única forma legítima —argumentan— de honrar a todas las víctimas del sur.

La paradoja de un parque familiar

Caminar entre árboles, montar en teleférico hasta la cima y ver fuegos artificiales: para la mayoría de las familias georgianas, esa es la imagen cotidiana de Stone Mountain. El parque quiere proyectarse como un destino amigable, no como un nodo de tensión racial.

Por eso, en 2021, la Junta decidió rediseñar el logotipo del parque, sustituyendo el grabado confederado por imágenes neutras de la laguna. Pero el grabado sigue ahí, inmenso e intacto, recordando cuán profundas son las raíces de este legado.

¿Un modelo para el futuro?

Este conflicto no es aislado: es reflejo de múltiples luchas en EEUU. Algunos estados están retirando estatuas; otros erigen nuevas. En Asheville, Carolina del Norte, eliminaron la figura de Robert E. Lee. En Alabama, multaron a ciudades por remover bustos confederados sin permiso estatal.

Stone Mountain podría convertirse en un referente de cómo rediseñar un lugar de trauma simbólico. No necesita dinamitar su relieve; necesita narrarlo en su complejidad. Y para eso, la exhibición histórica propuesta podría abrir las puertas de un diálogo honesto con el pasado —si las demandas no lo bloquean.

Mientras tanto, la frase inscrita en piedra sigue flotando sobre Georgia: "Our heroes will always be remembered...”. La gran pregunta es: ¿cómo serán recordados? ¿Como próceres o como carceleros?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press