Jingu Gaien: El futuro incierto donde el béisbol, la historia y el verde urbano chocan en Tokio

El emblemático estadio donde bateó Babe Ruth enfrenta la demolición en medio de una controversia que mezcla intereses inmobiliarios, patrimonio cultural y lucha por el espacio público

Tokio se encuentra en medio de una tormenta política, cultural y ecológica. La causa: el ambicioso y cuestionado proyecto de remodelación del parque Jingu Gaien, un oasis verde de un siglo de antigüedad plagado de historia deportiva, literaria y cultural que ahora podría ser reemplazado por torres comerciales y un nuevo estadio artificial.

Un campo sagrado para el béisbol y la memoria japonesa

El estadio de béisbol Meiji Jingu abrió sus puertas en 1926 y en él se han tejido algunos capítulos memorables del deporte. En 1934, Babe Ruth y Lou Gehrig jugaron allí durante una gira que ayudó a cimentar la popularidad del béisbol en Japón. Décadas después, el emblemático novelista Haruki Murakami encontró inspiración para su primera novela mientras tomaba una cerveza en las gradas del estadio.

Además de acoger partidos de los Yakult Swallows, el estadio ha sido escenario de conciertos, eventos culturales y encuentros deportivos que marcaron generaciones. Es parte intrínseca del tejido urbano y emocional de Tokio.

El plan: rascacielos, reubicación de estadios y césped de plástico

El proyecto de remodelación fue aprobado hace dos años y medio por el Gobierno Metropolitano de Tokio. Mitsui Fudosan, un poderoso desarrollador inmobiliario japonés, lidera el plan que implica:

  • Construir dos torres de 200 metros de altura y una tercera más pequeña.
  • Demoler el estadio de béisbol y reconstruirlo en el sitio actual del estadio de rugby.
  • Convertir el nuevo estadio de rugby en un recinto cerrado con césped artificial.
  • Reducir los espacios verdes en favor del comercio, oficinas y residencias de lujo.

La oposición: activismo cultural, ecológico y ciudadano

La resistencia es diversa y apasionada. Incluye a urbanistas, arquitectos, botánicos, ciudadanos y figuras como Haruki Murakami. En una carta abierta entregada en julio de 2025 al Ministerio de Cultura japonés, 368 expertos junto con más de 1,000 ciudadanos exigieron la suspensión del proyecto.

La coalición denuncia la opacidad del proceso de rezonificación de la zona, que se remonta a 2013, cuando Tokio ganó la sede de los Juegos Olímpicos de 2020. Según ellos, esto permitió autorizar construcciones de gran altura no sólo en el área del nuevo Estadio Nacional, sino también en el parque Jingu.

“El proceso de rezonificación careció de transparencia y de procedimientos democráticos, constituyendo un abuso ilegal de la discrecionalidad de la gobernadora en la planificación urbana,” indica la carta.

Una joya histórica a punto de desaparecer

El parque Jingu Gaien se construyó a inicios del siglo XX con donaciones públicas para honrar al Emperador Meiji. Fue considerado durante décadas patrimonio común de la ciudadanía japonesa. Hoy, es hogar de cientos de árboles, incluyendo decenas de ginkgos centenarios que están en peligro.

La organización internacional ICOMOS, asociada con UNESCO, ha advertido que el proyecto causará una “destrucción irreversible del patrimonio cultural”.

Como referencia, en Nueva York o Londres, la construcción de rascacielos en Central Park o Hyde Park sería impensable. Para muchos japoneses, Jingu Gaien ocupa un lugar similar en el corazón de Tokio.

Democracia urbana en juego

El economista político Kohei Saito lamentó en una entrevista que gran parte de la ciudadanía esté resignada a la desaparición de edificios o áreas históricas. “Las empresas con poder político buscan maximizar sus beneficios a corto plazo sin considerar el bienestar de los habitantes ni las futuras generaciones.”

Esto no solo se trata de árboles o estadios. Se trata del control ciudadano sobre su ciudad y el equilibrio entre desarrollo económico y legado cultural.

¿Tokio o Manhattan?

Los defensores del proyecto parecen priorizar una versión de Tokio que rivalice con centros financieros como Manhattan o Shanghái. Pero eso choca con una ciudad que también es famosa por respetar la tradición, la naturaleza y sus valores espirituales.

Según el plan maestro, el nuevo estadio de rugby tendrá pasto sintético, una materialidad que ha sido criticada por los propios jugadores por ser más dura, caliente y peligrosa en cuanto a lesiones. ¿Vale la pena cambiar árboles de 100 años por oficinas más?

Contrastes con estadios en EE. UU.

Los promotores aseguran que el estadio de 1926 es demasiado viejo para ser reparado. Pero ejemplos internacionales contradicen esto:

  • Fenway Park en Boston (1912)
  • Wrigley Field en Chicago (1914)

Ambos estadios siguen en uso tras remodelaciones cuidadosas y son considerados íconos del deporte estadounidense.

El peso del conflicto de intereses

El proyecto actual involucra a diversos actores con intereses cruzados: el gobierno metropolitano de Tokio, Mitsui Fudosan y hasta organizaciones religiosas shinto. Las suspicacias aumentan cuando recordamos que la zona fue vendida con la promesa de permanecer como “espacio común”.

Otro dato relevante: el estadio de rugby representa el 30% de la zona del parque, y es propiedad del Japan Sport Council, que responde a nivel nacional, no local.

¿Una elección que puede cambiar el rumbo?

La esperanza de los opositores reside en la elección nacional de este mes. El actual primer ministro, Shigeru Ishiba, lidera un gobierno minoritario. Sus decisiones podrían influir, especialmente si las voces ciudadanas logran resonar en la campaña.

El ex primer ministro Yoshiro Mori, con vínculos al rugby y al proyecto olímpico, también es una figura clave a observar. Su rol en la política deportiva y su salida del Comité Olímpico por comentarios sexistas lo colocan en el centro del debate.

Una ciudad que se reinventa, pero ¿a qué precio?

El debate sobre Jingu Gaien resume conflictos globales: la tensión entre modernidad y memoria, entre comercio y comunidad, entre el derecho ciudadano y el poder corporativo.

Tokio, una de las ciudades más densas y vibrantes del planeta, aún tiene la oportunidad de decidir si quiere expandirse hacia arriba sacrificando su alma verde, o si desea conservar esa combinación única de historia, cultura y humanidad que la distingue.

El futuro del parque Jingu Gaien está en juego. Y con él, una parte esencial del corazón de Tokio.

Fuentes: ICOMOS, Gobierno Metropolitano de Tokio, AP, entrevistas a expertos, The Japan Times.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press