Gaza bajo fuego y sol: la nueva frontera del sufrimiento humanitario

Calor extremo, falta de agua y desplazamiento forzado elevan la crisis en la Franja de Gaza

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Mientras el mundo avanza hacia el futuro, hay regiones donde el pasado se repite con una crudeza renovada. Gaza, una franja costera asediada entre el mar Mediterráneo e Israel, se enfrenta a un verano cruel que intensifica una tragedia humana en curso. La combinación letal de conflicto, desplazamiento masivo y una ola de calor sofocante ha creado un entorno donde simplemente sobrevivir se convierte en un logro diario.

El infierno bajo lona: la vida en los campos de desplazados

Más de 1.7 millones de personas han sido desplazadas internamente en Gaza desde que se intensificó el conflicto en octubre de 2023, según OCHA, la oficina que coordina la ayuda humanitaria de Naciones Unidas. Muchos como Rida Abu Hadayed y su familia viven ahora en precarios campos de refugiados donde las temperaturas superan los 30°C y no cuentan con electricidad, agua corriente ni ventilación.

Ellos no duermen. Lloran todo el día hasta que cae el sol”, dice angustiada Rida, mientras intenta ventilar con una bandeja a sus siete hijos dentro de una tienda de nailon sobresaturada de calor y humedad.

El agua, lujo inalcanzable

La crisis hídrica es una de las dimensiones más críticas de esta emergencia. Apenas el 40% de las instalaciones de producción de agua potable en Gaza están funcionando, de acuerdo a un informe publicado en junio por OCHA. Además, el 93% de los hogares enfrentan escasez de agua.

La razón principal es la escasez de combustible, necesario para operar las plantas desalinizadoras y las bombas que extraen agua de los pozos. Tras bloquear por varios meses el ingreso de suministros básicos, Israel comenzó a permitir ayuda limitada en mayo de 2025, pero el combustible sigue siendo vetado.

El agua se ha convertido en nuestro tesoro más preciado. La usamos solo para lo indispensable: mantener con vida a nuestros hijos”, relata Yosef Hadayed, esposo de Rida, visiblemente exhausto.

Enfermedades al acecho

La acumulación de basura, la ausencia total de un sistema de alcantarillado funcional y la falta de acceso a medicamentos han creado un grave escenario de riesgo sanitario. Los mosquitos, las moscas y las ratas son constantes en los campamentos. “No dormimos por la noche. Nos despertamos con el cuerpo lleno de picaduras”, afirma Mohammed al-Awini, de 23 años.

Organizaciones como UNICEF han advertido que si no se reanuda el ingreso de combustible, los niños comenzarán a morir de sed. Reham Abu Hadayed, familiar de Rida y madre de cuatro niños, teme por su salud: “No tengo dinero para comprar medicinas. Solo puedo rezar”.

Verano, enemigo adicional

UNICEF ha catalogado al verano de 2025 como un “amplificador de sufrimiento” en Gaza. Aunque en años anteriores el calor también era severo, el desplazamiento masivo y el colapso de los servicios básicos este año han creado una tormenta perfecta. “Y apenas estamos comenzando el verano”, concluye Yosef Hadayed, con los ojos puestos sobre un cielo que promete más sol y ningún alivio.

Este fenómeno no solo afecta la fisiología de las personas, sino también su salud mental. El estrés por calor crónico, documentado en estudios médicos según la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., puede agravar la ansiedad, el insomnio y cuadros de depresión.

¿Dónde está la comunidad internacional?

A pesar de las múltiples alertas de agencias de la ONU y ONGs, la ayuda humanitaria llega a cuentagotas, limitada por disputas políticas y bloqueos militares. La entrada de camiones con agua y alimentos depende muchas veces de aprobaciones que jamás llegan o de negociaciones que se extienden por semanas.

El director regional de Médicos Sin Fronteras expresó recientemente: “Ningún organismo debería obstaculizar el acceso a suministros esenciales como el agua y el combustible. Esto no es una cuestión de política, es una cuestión de humanidad.”

Calor, desplazamiento y olvido: una combinación mortal

Las condiciones narradas parecen sacadas de una distopía, pero son el presente de más de dos millones de habitantes, atrapados en un ciclo de destrucción del cual no pueden escapar. Las voces desde Gaza nos colocan ante una cruda paradoja: mientras el mundo se protege contra la crisis climática, sus efectos más intensos se sienten en las zonas más vulnerables y menos responsables de ella.

Gaza se convierte así en un símbolo trágico del colapso humanitario en tiempos de conflicto prolongado y cambio climático. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras familias enteras se derriten de calor, sed y desesperanza dentro de tiendas de nailon rasgadas por el viento y el sol.

En palabras de una joven madre del campo de desplazados de Khan Younis: “Los niños aquí ya no saben lo que es dormir. Solo lloran, se rascan y esperan otro amanecer.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press