El legado del Dalái Lama: fe, política e identidad en el siglo XXI
A puertas de su 90° cumpleaños, el líder espiritual tibetano reafirma la continuidad de su institución, desafiando a China y revitalizando una lucha ancestral entre tradición y control político
Una declaración histórica
En medio de oraciones y celebraciones en Dharamsala, India, el Dalái Lama hizo una afirmación que resonó con fuerza tanto entre los budistas como en los foros políticos internacionales: la institución del Dalái Lama continuará después de su muerte. Esta declaración, pronunciada poco antes de cumplir 90 años según el calendario gregoriano, rompe años de especulación provocada por el mismo líder espiritual, quien había sugerido anteriormente que podría ser el último de su linaje.
“La búsqueda de un futuro Dalái Lama debe hacerse según las tradiciones pasadas”, dijo Tenzin Gyatso, el 14° Dalái Lama, en un comunicado grabado. Para los seguidores del budismo tibetano, esta afirmación restaura la confianza en uno de los pilares fundamentales de su tradición espiritual: la reencarnación de su guía supremo.
El contexto de una institución milenaria
La figura del Dalái Lama encarna una mezcla única de espiritualidad y autoridad social. Desde la instauración de la institución en 1587, cada uno de sus sucesores ha sido considerado la reencarnación de Avalokiteshvara, el Buda de la compasión, y ha sido identificado siguiendo un complejo ritual que combina señales místicas, consultas oraculares y pruebas tradicionales.
Tenzin Gyatso fue reconocido como la reencarnación número 14 de esta línea en 1940. En 1959, tras la fallida insurrección tibetana contra la ocupación china, se exilió en la localidad india de Dharamsala, donde estableció un gobierno tibetano en el exilio y se convirtió en la voz más reconocida de la causa tibetana en el mundo.
El pulso con el gigante asiático
La tensión entre el Dalái Lama y el gobierno de China no es nueva, pero su anuncio reabre una disputa particularmente delicada: ¿quién tiene el derecho de reconocer la reencarnación del Dalái Lama?
Beijing, que considera al Dalái Lama un separatista, insiste en que sólo el Estado chino tiene la potestad de nombrar a su sucesor, respaldándose en una ley de 2007 que otorga al país la autoridad final en los asuntos religiosos relacionados con las „reencarnaciones vivientes“.
El propio Dalái Lama ha dejado clara su postura desde hace años: si bien no descarta una futura reencarnación, ha dicho que esta no ocurrirá en un territorio bajo el control de China. “Podría nacer fuera del Tíbet, en un país libre”, ha expresado repetidamente.
Fe, geopolítica y estrategia
En este conflicto, la línea entre lo religioso y lo político es difusa. El control sobre la figura del Dalái Lama tiene implicaciones estratégicas para China, que ha perseguido sistemáticamente a figuras religiosas influyentes dentro del Tíbet, como el Panchen Lama, a quien también Beijing pretende controlar.
En 1995, el Dalái Lama reconoció a Gedhun Choekyi Nyima como el 11° Panchen Lama. Días después, el niño fue secuestrado por las autoridades chinas y desde entonces su paradero sigue siendo desconocido. China designó de manera unilateral a otro niño en su lugar, el cual es rechazado por la mayoría de los tibetanos dentro y fuera del Tíbet.
Un símbolo vivo de resistencia
Aunque se retiró de sus deberes políticos en 2011 al ceder el mando del gobierno tibetano en el exilio a una figura electa, el Dalái Lama sigue siendo una figura profundamente influyente. Premiado con el Nobel de la Paz en 1989, ha dedicado su vida a promover la no violencia y el entendimiento entre culturas.
Desde su exilio, ha sabido convertir sus palabras en una diplomacia espiritual, consiguiendo audiencias con presidentes, papas y premios Nobel, aun siendo considerado „persona non grata“ por Beijing. En palabras de uno de sus biógrafos, Pico Iyer:
“No es sólo un líder espiritual. Es el rostro visible de un pueblo que no ha renunciado a la esperanza.”
El pueblo tibetano: entre dos mundos
Para los tibetanos en el exilio —unos 130,000 según cifras del Central Tibetan Administration— el anuncio de que la institución continuará después de Tenzin Gyatso refuerza la identidad nacional y cultural de un pueblo que ha mantenido su cohesión durante décadas de dispersión, exilio y represión.
Dentro del Tíbet ocupado, sin embargo, las voces son más difíciles de escuchar. China ha impuesto duras restricciones a la libertad religiosa, el uso del idioma tibetano y la transmisión de su legado cultural. En ese sentido, la institución del Dalái Lama representa uno de los últimos bastiones de autonomía simbólica que algunos dentro del territorio aún se atreven a seguir, aun con riesgos enormes.
¿Un futuro más allá del hombre?
Esta reafirmación de continuidad plantea nuevas preguntas: ¿cómo será elegido un futuro Dalái Lama fuera del alcance chino? ¿Tendrá autoridad espiritual sin reconocimiento político global? ¿Podrán coexistir dos Dalái Lamas, uno legitimado por Pekín y otro por tradición religiosa?
No sería la primera vez que hay cismas dentro del budismo tibetano. Pero la historia enseña que la legitimidad espiritual no se impone con decretos ni ocupaciones. En última instancia, será la comunidad tibetana (y la comunidad budista global) la que determine cuál figura merece continuidad como líder supremo.
Religión y geopolítica en el siglo XXI
Más allá del poder simbólico, el conflicto por la sucesión del Dalái Lama es también un campo de batalla diplomático. Países como Estados Unidos e India han expresado en varias ocasiones su apoyo al libre ejercicio del budismo en el Tíbet, y en años recientes, el Congreso estadounidense ha aprobado resoluciones claves como la "Tibetan Policy and Support Act", que reafirma que la designación del próximo Dalái Lama debe realizarse sin interferencia del Estado chino.
En declaraciones de 2020, el entonces secretario de Estado Mike Pompeo expresó:
“Estados Unidos seguirá apoyando al pueblo tibetano en su lucha por preservar sus tradiciones religiosas, su autonomía cultural y su legado de sabiduría.”
India, país que alberga al Dalái Lama desde hace más de seis décadas, mantiene una postura ambigua, tratando de equilibrar su rivalidad geopolítica con China con sus intereses diplomáticos. Sin embargo, personas dentro del gobierno indio han manifestado repetidamente su respaldo al líder tibetano.
Un cumpleaños con significado profundo
A puertas de su 90 cumpleaños, Tenzin Gyatso no solo celebra una vida dedicada a la compasión y la verdad espiritual. Su reciente declaración es un acto de legado. Uno que pone en juego el alma de un pueblo sin patria reconocida, pero con una identidad inquebrantable.
Humanista, místico, diplomático y activista, el Dalái Lama ha demostrado que un solo hombre puede alterar el curso de una nación sin recurrir a la violencia; que la fe, cuando es coherente, se convierte en una herramienta poderosa para enfrentar imperios.
Y mientras el mundo observa cómo envejece este cura budista con una risa contagiosa, un mensaje claro emerge entre sus palabras: el Dalái Lama podrá renacer, pero sus ideales ya han trascendido su cuerpo.