Extremismo en auge: la violencia de los colonos israelíes en Cisjordania siembra alarma incluso en Tel Aviv

Del apoyo político al caos militar: cómo los colonos israelíes radicales desafían al propio Estado que los protege

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En las últimas semanas, una serie de actos de violencia perpetrados por colonos israelíes radicalizados en Cisjordania ha provocado una ola de condenas, incluso desde altos mandos del gobierno israelí. Pero estos actos no son incidentes aislados, sino la manifestación visible de una tendencia creciente de extremismo que amenaza con fracturar los enclaves de poder y desestabilizar las bases de seguridad de Israel.

Un ataque sin precedentes contra las fuerzas israelíes

La noche del domingo pasado, más de cien colonos israelíes, identificados con el movimiento extremista de los "jóvenes de las colinas" (Hilltop Youth), irrumpieron en una base militar en Cisjordania. Según fuentes del ejército israelí, incendiarion estructuras, vandalizaron vehículos militares y grafitearon instalaciones clave. Incluso atacaron físicamente a soldados israelíes.

¿Qué provocó esta escalada de violencia? Días antes, las fuerzas israelíes detuvieron a varios colonos por haber atacado la aldea palestina de Kfar Malik, donde al menos tres palestinos fallecieron al intentar resistirse. Los radicales respondieron no sólo con ira, sino con una actitud claramente rebelde contra el mismo Estado que, históricamente, ha facilitado y protegido su presencia en los territorios ocupados.

Una condena sorpresiva de Ben-Gvir

Una de las reacciones más llamativas provino de Itamar Ben-Gvir, Ministro de Seguridad Nacional y acérrimo defensor de los asentamientos judíos. "Atacar a nuestras fuerzas de seguridad, nuestras instalaciones y nuestros soldados, que son nuestros hermanos y protectores, es una línea roja", dijo en su cuenta de X (antes Twitter). Este discurso representa un giro inesperado en su narrativa previa, que usualmente justificaba o minimizaba la violencia de los colonos.

Una posible interpretación es que el ataque a una base militar –símbolo máximo de la autoridad israelí– ha cruzado un umbral. El Estado de Israel, que ha tolerado durante décadas la expansión de asentamientos ilegales, ahora ve su propio aparato represivo como blanco del extremismo que ayudó a incubar.

Yair Lapid: “Son terroristas judíos”

El líder de la oposición, Yair Lapid, fue contundente en una entrevista radial: "Lo que ocurrió no fue un disturbio, sino un ataque orquestado por terroristas judíos que se sienten apoyados por la coalición gobernante.” Esta declaración subraya cómo la violencia de los colonos ha dejado de ser un asunto de seguridad periférica y se ha convertido en una crisis política de primer orden.

Cisjordania: el polvorín olvidado

Cisjordania, hogar de unos 3 millones de palestinos y aproximadamente 500,000 colonos judíos, ha sido un territorio en disputa desde que Israel lo ocupó en la Guerra de los Seis Días de 1967. Lo que alguna vez fue una ocupación militar con pretensiones de ser “temporal”, se ha cristalizado en décadas de expansión de asentamientos y control cada vez más férreo del movimiento palestino.

La comunidad internacional considera la mayoría de los asentamientos israelíes en Cisjordania como ilegales según el derecho internacional. Aun así, sucesivos gobiernos israelíes –tanto de izquierda como de derecha– han apoyado, explícita o implícitamente, la expansión colonial al ofrecer subsidios, infraestructura y seguridad militar.

Los “jóvenes de las colinas”: radicalismo sin control

Este grupo, compuesto principalmente por varones jóvenes, ultraortodoxos y sionistas fundamentalistas, se considera el rostro más extremo del movimiento colonizador. A menudo actúan al margen de la ley, construyendo puestos de avanzada ilegales y atacando a comunidades palestinas. Según organizaciones de derechos humanos como B’Tselem y Yesh Din, estos ataques han aumentado un 40% desde 2021.

Se estima que existen entre 80 y 100 puestos de avanzada ilegales en Cisjordania, muchos de los cuales han sido luego legalizados retroactivamente por el gobierno israelí. La impunidad ha sido el terreno fértil para que estos grupos se radicalicen aún más.

¿Un Estado dentro del Estado?

Es aquí donde la situación se torna aún más inquietante. Al atacar una base militar, estos colonos no sólo desafían la legalidad palestina, sino también a Israel como Estado soberano. Como dijo el Ministro de Defensa, Yoav Gallant, “Nadie está por encima de la ley, y menos en tiempos en que nuestros reservistas están agotados.”

La paradoja es que Israel ha armado, entrenado y protegido a muchos residentes de los asentamientos, y ahora algunos de ellos se vuelven contra las instituciones que los empoderaron. La situación plantea la posibilidad de un “Estado paralelo” gestionado por la milicia civil ultranacionalista dentro del aparato estatal israelí.

Crecimiento del extremismo y giro electoral a la derecha

No se puede analizar esta situación sin mencionar el notorio viraje político del electorado israelí, que ha dado cada vez más peso a partidos de corte nacionalista-religioso. Figuras como Ben-Gvir –quien fue condenado por incitación racista y apoyo a grupos terroristas hebreos– ahora ocupan cargos ministeriales clave.

Según una encuesta de Israel Democracy Institute realizada a comienzos de este año, un 65% de los israelíes cree que el gobierno favorece los intereses de los colonos sobre los del resto de la población. De manera alarmante, un significativo 20% dijo justificar los ataques "si el fin es proteger a los judíos en Cisjordania".

La condena internacional y las sanciones

El Reino Unido y otras naciones europeas han implementado recientemente sanciones contra ministros israelíes, incluyendo a Ben-Gvir, por “incitación a la violencia extremista”. Varios informes de la ONU detallan más de 1,200 ataques perpetrados por colonos contra palestinos desde 2022, incluyendo incendios, disparos, robos de cosechas y destrucción de casas.

Estados Unidos, principal aliado de Israel, ha comenzado a mostrar una postura más crítica. Washington ha presionado para que Jerusalén limite la construcción de asentamientos y condene públicamente actos de violencia.

Escalada del militarismo y frustración palestina

En paralelo con la guerra en Gaza, los palestinos en Cisjordania viven un deterioro constante de las condiciones. Nuevos puestos de control, redadas frecuentes y toques de queda han hecho que la región funcione como un gigantesco régimen de excepción. Todo esto alimenta el resentimiento, pero también el miedo.

“La verdadera guerra no es con Hamás, sino con los colonos a la vuelta de la esquina”, declara Najeb Rostom, jefe del consejo local de Kfar Malik. “Te quitan la vida, la tierra y luego se ofenden si respondes con piedras”.

¿Puede Israel contener el fuego que ayudó a encender?

El gran dilema para Israel no es solo estratégico, sino identitario. ¿Puede un Estado democrático seguir permitiendo que una minoría radical echen por tierra la ley, el orden y la convivencia, en nombre de una interpretación mesiánica y expansionista del sionismo?

La historia demuestra que los monstruos nacen del silencio. Israel enfrenta una disyuntiva similar a la que otros países viven con sus extremos internos: ¿cómo controlar a la bestia sin destruir los principios que prometió defender?

Mientras el mundo observa con creciente preocupación, la violencia de los colonos israelíes en Cisjordania ha dejado de ser parte de un conflicto territorial y ha pasado a convertirse en una batalla interna sobre qué tipo de nación quiere ser Israel.

“Los incendios provocados esta semana no sólo consumieron estructuras militares; también están quemando las frágiles fronteras de la legalidad israelí.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press