Corrupción, salud pública y espionaje: El oscuro caso de Linda Sun en Nueva York

Una exfuncionaria estatal enfrenta graves cargos de fraude, soborno y actuar como agente encubierta de China, en uno de los escándalos más complejos vinculados a la pandemia de COVID-19.

Por Redacción

Una red de poder, privilegios y corrupción

Linda Sun, una exasistente de dos gobernadores de Nueva York, enfrenta una serie de cargos que han sacudido los cimientos de la política estatal. El Departamento de Justicia de Estados Unidos acusa a Sun de aprovechar su posición durante los momentos álgidos de la pandemia de COVID-19 para obtener beneficios multimillonarios. Pero lo que empezó como una investigación por fraude ha evolucionado en un caso que involucra sospechas de espionaje, conflictos de interés y lavado de dinero.

Según los fiscales federales, Sun utilizó sus conexiones tanto en el gobierno de Nueva York como en su país natal, China, para beneficiar a dos empresas chinas privadas vinculadas a su marido. Estas empresas habrían recibido más de 44 millones de dólares por la venta de equipos de protección personal (PPE) al estado de Nueva York. Lo inquietante es que Sun nunca reveló los vínculos personales y financieros que tenía con estas compañías.

Del servicio público al interés privado

En 2020, mientras los hospitales colapsaban y la necesidad de mascarillas, guantes y batas era apremiante, Linda Sun ocupaba un puesto estratégico en la oficina del entonces gobernador Andrew Cuomo, y posteriormente en la administración de la actual gobernadora Kathy Hochul. Su papel era facilitar el aprovisionamiento de suministros médicos cruciales.

No obstante, los fiscales afirman que Sun y su esposo, Chris Hu, se valieron de esa posición para canalizar millones en contratos estatales hacia proveedores que les reportaban sus propias comisiones secretas. Además de los cargos de fraude electrónico, soborno y conspiración, Hu también enfrenta acusaciones de evasión fiscal.

Una parte central de la acusación indica que la firma de Hu en China recibió asistencia directa de Sun gracias a sus contactos estatales, lo que representa no solo un conflicto ético, sino también posibles violaciones de seguridad nacional, ya que ella habría actuado como agente no registrada del gobierno chino.

Una vida de lujos construida sobre la tragedia ajena

Los beneficios económicos obtenidos durante el caos de la pandemia habrían permitido a la pareja llevar un estilo de vida suntuoso: propiedades de varios millones de dólares en Long Island, autos de lujo y frecuentes viajes internacionales. Todo eso mientras miles de neoyorquinos morían o arriesgaban sus vidas en hospitales sin equipo suficiente.

Una auditoría interna estatal resalta que los proveedores seleccionados por Sun no cumplían con los estándares mínimos de seguridad y calidad requeridos, pero los contratos fueron aprobados de forma acelerada. Incluso algunos lotes de mascarillas adquiridas se enviaron defectuosos a centros de atención médica, obligando a su incineración.

Acusaciones previas por relación con el gobierno chino

Ya en 2023, Linda Sun había sido acusada de actuar en favor de los intereses diplomáticos y económicos de China sin declararlo ante las autoridades, tal como exige la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA). Esta ley busca transparencia si una persona actúa en nombre de un gobierno extranjero.

Sun, ciudadana naturalizada de EE. UU., habría participado en operaciones para facilitar inversiones empresariales chinas en la región triestatal, incluyendo el acceso a información sobre licitaciones, infraestructura e intereses estratégicos en energía renovable. Todos estos hechos la sitúan en el epicentro de una posible red de influencia extranjera con objetivos políticos y económicos.

“La señora Sun abusó de su confianza pública en uno de los momentos más vulnerables de nuestra historia reciente,” declaró el fiscal Jeffrey S. Berman. “Es un caso que conjuga corrupción, espionaje y traición a los valores democráticos.”

Implicaciones para la gobernanza de crisis

Este escándalo no solo pone en entredicho la integridad personal de Sun y Hu, sino también la eficacia de los procesos de control durante emergencias. ¿Cuántos otros funcionarios pudieron haber facilitado acuerdos oscuros bajo el supuesto de atender una crisis de salud pública?

  • Estados Unidos gastó más de $57 mil millones en PPE solo en 2020, según el Department of Health & Human Services.
  • Nueva York, uno de los estados más afectados, desembolsó alrededor de $2 mil millones en contratos de emergencia.

Las lagunas administrativas permitieron a actores internos como Sun manipular el sistema amparados en la urgencia. Esto evidencia la debilidad estructural del sistema de compras públicas de emergencia, una lección que aún no ha sido completamente internalizada.

El juicio por venir: ¿una litmus test?

Sun y Hu se han declarado inocentes y han sido liberados bajo fianza. La audiencia preliminar se realizará el próximo 25 de agosto, y el juicio formal comienza en noviembre. La fiscalía ha prometido presentar pruebas que incluyen registros bancarios, correos electrónicos secretos y testimonios de antiguos colaboradores.

De confirmarse los cargos, Linda Sun podría enfrentar hasta 20 años de cárcel por fraude electrónico y soborno, mientras que los cargos por actuar como agente extranjera podrían implicar penas adicionales de hasta 10 años. Para Chris Hu, las implicaciones fiscales y por conspiración involucran también millones que no fueron declarados al IRS.

Un síntoma sistémico de una pandemia global

La realidad es que el caso de Linda Sun no es una excepción aislada. De acuerdo con el Departamento de Justicia, solo en 2023 se realizaron más de 300 arrestos por fraude vinculado a la pandemia, en un esquema que representa un daño económico de más de $14.6 mil millones.

Los casos incluyen desde clínicas falsas que cobraban pruebas COVID-19 a pacientes inexistentes, hasta distribuidores que sobornaron oficiales locales para asegurar contratos millonarios. La crisis sanitaria global parece haber sido, también, una crisis de valores humanos.

¿Una oportunidad para reformar la ética pública?

Casos como el de Linda Sun deberían servir como catalizador para reformar las leyes de supervisión y transparencia en momentos de emergencia. La implementación de sistemas automatizados de verificación de proveedores, registros obligatorios de conflictos de interés y controles internos más rigurosos podrían prevenir que funcionarios inescrupulosos se beneficien de la tragedia colectiva.

Asimismo, el papel de agencias como el FBI, el IRS y la FARA debe fortalecerse no solo durante crisis, sino como parte inherente del tejido institucional estatal. Garantizar la integridad del aparato público es esencial para mantener la confianza ciudadana en tiempos complejos.

Este caso no solo denuncia una traición legal, sino un quiebre ético en el corazón del servicio público. La imagen de una funcionaria lucrándose mientras los hospitales imploraban por mascarillas es una herida difícil de sanar. Pero quizás también sea el punto de partida para construir un sistema más justo, vigilante y ético que esté a la altura de las futuras emergencias.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press