Francia declara la guerra al tabaco en espacios públicos: ¿Una cruzada necesaria o un exceso de control?
Con una nueva normativa que prohíbe fumar en playas, parques y paradas de autobús, el gobierno francés desafía una tradición arraigada para proteger la salud pública
Francia ha dado un paso contundente en su lucha contra el tabaquismo. A partir del 1 de julio, estará prohibido fumar en una larga lista de espacios públicos: parques, playas, instalaciones deportivas, paradas de autobús y en torno a las escuelas. Este movimiento radical forma parte de una estrategia gubernamental más amplia para desalentar el consumo de tabaco, especialmente entre los jóvenes.
Una larga historia de humo y glamour
Durante décadas, el cigarrillo fue símbolo del estilo francés, inmortalizado en el cine por íconos como Jean-Paul Belmondo y Brigitte Bardot. La imagen del parisino elegante con cigarro en mano ha sido tan omnipresente como la boina o la baguette. Pero ahora, esa imagen romántica está siendo reformulada por razones muy concretas: la salud pública.
Francia registra más de 75,000 muertes al año por enfermedades relacionadas con el tabaco, unas 200 cada día, según el Ministerio de Salud. El costo humano y económico es inmenso, y el gobierno busca atacar el problema con medidas preventivas.
Una prohibición que divide opiniones
La nueva ley busca lo que el presidente de la Liga Contra el Cáncer, Philippe Bergerot, define como la "desnormalización del tabaquismo". "No estamos prohibiendo fumar en general; estamos prohibiendo fumar en ciertos lugares donde podría afectar la salud de otras personas, especialmente los jóvenes", afirmó.
La decisión ha generado reacciones encontradas entre los ciudadanos. Algunos aplauden el esfuerzo, como Anabelle Cermell, madre de un bebé de tres meses: "Me digo a mí misma, oh, realmente no es ideal para él, pero ¿qué puedo hacer? Tendría que... no tomar el autobús, no ir a parques".
Otros lo ven como un nuevo avance del estado sobre las libertades individuales. Natacha Uzan, por ejemplo, celebra la prohibición de fumar en restaurantes, pero considera que prohibir el acto al aire libre, en parques, es "un poco represivo".
El contexto: ¿Francia realmente fuma más que el resto de Europa?
Si comparamos con otros países europeos, Francia tiene una de las tasas de tabaquismo más altas. Más del 30% de los adultos franceses fuma, y la mayoría lo hace a diario. Peor aún, el 15% de los jóvenes de 17 años se identifican como fumadores habituales.
Este fenómeno persiste pese a medidas anteriores como las prohibiciones en bares y restaurantes (2007-2008) o el aumento progresivo de impuestos —hoy un paquete de cigarrillos cuesta más de 12 euros. Cuando hasta ahora el precio y las restricciones no han logrado erradicar el hábito, el gobierno ha tenido que endurecer las normas.
¿Y los cigarrillos electrónicos?
Curiosamente, los vapeadores están excluidos de la nueva normativa. Las razones no han sido detalladas en profundidad, pero se especula que el gobierno quiere concentrarse en el humo tradicional, quizás considerando los datos aún inconclusos sobre los efectos del vaping.
No obstante, numerosos expertos en salud pública alertan del riesgo de subestimar el impacto del vapeo en adolescentes. La OMS advierte que los cigarrillos electrónicos podrían actuar como una puerta de entrada al tabaquismo, no como una alternativa inocua.
Comparativas europeas: ¿está Francia siguiendo una tendencia?
No es el único país europeo que ha tomado cartas en el asunto. Reino Unido, Suecia y España han adoptado o están implementando medidas similares contra el tabaquismo en espacios públicos:
- Reino Unido: ha reforzado las restricciones de fumar en sitios públicos, y se planteó en 2023 la idea de prohibir completamente la venta de cigarrillos a las nuevas generaciones.
- España: quiere extender su prohibición a las terrazas de cafés y restaurantes.
- Suecia: apunta a convertirse en el primer país libre de humo en Europa, con una tasa de fumadores inferior al 5%.
¿Cuán eficaz será esta iniciativa?
El éxito de esta política dependerá de la vigilancia y la cooperación ciudadana. Una ley sin aplicación puede ser letra muerta. El gobierno planea establecer perímetros concretos alrededor de áreas sensibles (como escuelas y paradas de bus), los cuales se delinearán en un decreto complementario a publicarse en los próximos días.
Hay que tener en cuenta también que el mercado negro del tabaco en Francia está muy extendido, lo que podría socavar los esfuerzos legislativos. Si el ciudadano no tiene incentivos reales para dejar de fumar y puede conseguir tabaco con facilidad y precios atractivos, la norma puede tener un efecto limitado.
Francia, entre la libertad individual y el bien común
Este cambio legislativo pone sobre la mesa un debate profundo sobre qué debería primar en sociedad: ¿la libertad del individuo o la obligación del Estado de proteger a la comunidad?
En palabras de Bergerot: "En Francia, todavía tenemos esta mentalidad de decir: 'esta es una ley que restringe la libertad'. Pero esta percepción debe evolucionar".
La nueva normativa también se enfrenta al desafío cultural de “desglamurizar” el fumar. Mientras en otros países el cigarrillo ha sido demonizado durante años, Francia aún lucha contra su propia imagen romántica del fumador elegante.
¿Qué puede aprender América Latina?
En países como Argentina, México y Chile, las campañas antitabaco han tenido un impacto desigual. Si bien existen restricciones en espacios cerrados y campañas de concientización, el hábito persiste, especialmente entre adolescentes y en zonas de bajo nivel socioeconómico.
México ha sido pionero en la región al prohibir la publicidad de cigarrillos y recientemente ha declarado también zonas libres de humo en playas y parques. El ejemplo francés podría servir de aliado para reforzar esta agenda en toda Hispanoamérica.
Una política pública valiente... ¿o peligrosa?
La decisión del gobierno francés puede ser considerada una apuesta valiente y basada en evidencia científica. Pero si no se acompaña de educación, alternativas saludables, dispositivos de ayuda para dejar de fumar y un enfoque multidisciplinario que incluya la salud mental, podría provocar una reacción adversa.
Las políticas prohibitivas funcionan mejor cuando van acompañadas de promoción de la salud, apoyo psicológico y una narrativa clara: no se trata de castigar al fumador, sino de proteger al que está a su lado.
¿Es este el camino para un futuro sin humo? En Francia, al menos, han decidido que sí.