FIFA Bajo Fuego: ¿Está Estados Unidos Listo Para el Mundial 2026?

La tormenta del Mundial de Clubes expone fallas logísticas, decisiones cuestionables y descontento generalizado, mientras la FIFA se prepara para organizar el evento futbolístico más grande del planeta.

Una tormenta literal y figurada en Charlotte

El sábado pasado, el estadio Bank of America en Charlotte dio lugar no sólo a un enfrentamiento futbolístico entre grandes clubes europeos como Chelsea y Benfica, sino también a una serie de eventos que encendieron las alarmas de cara al Mundial 2026. El partido, correspondiente al Mundial de Clubes, fue interrumpido varias veces por alertas de rayos y extendido por casi cinco horas, lo que pone en tela de juicio la fiabilidad de la logística implementada por la FIFA en suelo estadounidense.

Enzo Maresca, técnico del Chelsea, no se guardó nada:

“Si ya están suspendiendo seis, siete u ocho partidos, probablemente algo no está funcionando bien”, dijo el italiano. “Estados Unidos no es el lugar indicado para hacer esta competencia”.

Las condiciones climáticas, el enemigo silencioso

Desde que inició el torneo, las altas temperaturas, las lluvias y las tormentas eléctricas se han convertido en protagonistas. Varios encuentros, programados para coincidir con los horarios televisivos europeos, se han disputado a temperaturas que rozan los 38°C (100°F). Este calor extremo ha levantado muchas cejas en torno a la decisión de la FIFA de priorizar audiencias internacionales por encima del bienestar de jugadores y aficionados.

Y no hay que olvidar que el Mundial 2026 involucrará a 48 selecciones por primera vez en la historia, lo que implica una carga logística aún más grande. Si el experimento a menor escala del Mundial de Clubes ya muestra fallas estructurales, ¿qué nos espera dentro de dos años?

Desorganización y tiempos muertos

Uno de los factores de mayor molestia durante el encuentro entre Chelsea y Benfica fue el largo periodo de espera para los jugadores y los aficionados. Con sólo cuatro minutos restantes en el tiempo reglamentario, se les solicitó a los fans abandonar la zona de gradas principal, a pesar de que nunca llovió en el estadio. Estas inconsistencias generaron frustración pública.

Reece James, capitán del Chelsea, comentó:

“Tuvimos que esperar mucho tiempo, y eso es bastante disruptivo”.

Mientras tanto, en el mismo estadio, la MLS celebraba un festival de goles con el partido entre Chicago Fire y Charlotte FC, que terminó 3-2 a favor de los de Illinois. Aunque fue una exhibición ofensiva vibrante, también se vio empañada por siete tarjetas amarillas en el segundo tiempo y el debilitado rendimiento de Charlotte, que acumula tres derrotas consecutivas como visitante.

Nashville, el viento fresco en medio del caos

Si hubo un respiro en esta semana complicada para el fútbol en EE.UU., llegó desde Nashville SC. Con una victoria 1-0 sobre D.C. United, gracias a un penal convertido por Sam Surridge —su gol número 16 del torneo—, el equipo extendió su racha invicta a 13 partidos. La actuación de Joe Willis, quien sumó su sexta portería a cero en la temporada, también ha sido fundamental para colocar a Nashville en la tercera posición de la Conferencia Este.

Pero incluso en este oasis de buenos resultados, la sombra de la mala planificación de FIFA se hace presente. En las mismas ciudades donde los estadios albergan tanto partidos de clubes norteamericanos como duelos internacionales, las condiciones del campo y las decisiones arbitrales también han sido puestas en duda.

¿Por qué Estados Unidos?

La elección de Estados Unidos como sede del Mundial 2026 (junto a México y Canadá) se basó en las infraestructuras modernas, una economía estable y un gran potencial de mercado. Pero los recientes eventos muestran que no todo reluce como se esperaba.

Históricamente, Estados Unidos ha demostrado capacidad para albergar grandes eventos deportivos (el Mundial de 1994, los Juegos Olímpicos de 1996, múltiples Super Bowls). Sin embargo, la naturaleza de los torneos de fútbol, que involucran múltiples sedes, climas diversos y horarios internacionales, presenta un reto logístico que no se ha manejado bien en este ensayo general de la FIFA.

En comparación, el Mundial de Qatar 2022 fue celebrado en una sola ciudad principal (Doha), con estadios relativamente cercanos y tecnología de punta para combatir el calor. La diferencia es que Qatar invirtió más de $220 mil millones para crear esa experiencia, algo que Estados Unidos no está replica

La cuestión televisiva y el negocio detrás del balón

Detrás del calendario inadecuado hay una urgencia innegable por cumplir con los horarios que benefician a audiencias clave, como Europa y Asia. Esto se logra a costa de los jugadores que deben realizar esfuerzos extremos en condiciones climáticas adversas. Recordemos que el 70% de los ingresos de la FIFA provienen de la venta de derechos comerciales y televisivos.

¿Vale la pena arriesgar la integridad física de jugadores y la experiencia de los aficionados por ratings? Todo indica que, para los órganos rectores, la respuesta ha sido un rotundo "sí".

Repercusiones: lo que la FIFA ya no puede ignorar

La acumulación de críticas no es nueva, pero sí cada vez más contundente. Jürgen Klopp, exentrenador del Liverpool, ya había denunciado el exceso de partidos en el calendario FIFA. Ahora, con Maresca, James y otros levantando la voz, se acrecienta la percepción de que los torneos están pensados para el negocio, no para el espectáculo.

En redes sociales, fanáticos no tardaron en expresar su frustración con el evento. En Reddit y Twitter (#ClubWorldCup), las opiniones más duras se centraron en la falta de criterio y la improvisación de la FIFA.

Y lo más preocupante es que esto ocurre en un país que también se prepara para albergar la Copa América 2024 y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 2028.

¿Qué debe cambiar FIFA?

  • Revisión del calendario: Priorizar horarios adecuados para condiciones climáticas locales, no solo audiencias internacionales.
  • Reducción de sedes dispersas: Limitar el número de ciudades-sede para facilitar logística.
  • Estándares más altos de infraestructura: Asegurarse de que cada estadio cuente con techos retráctiles o refugios aptos.
  • Comités locales con mayor autonomía: Las ciudades anfitrionas necesitan control real para responder a las condiciones en tiempo real.

Un ensayo general fallido para el Mundial 2026

En 2026, el mundo tendrá los ojos puestos en una versión del Mundial que será más grande, más compleja y más comprimida que ninguna otra en la historia. Si la organización actual no toma en serio la avalancha de críticas, el sueño podría convertirse en pesadilla.

Incluso los países coanfitriones —México y Canadá— podrían verse arrastrados por una marea de fallas logísticas si no se redefine la estrategia ahora.

La FIFA todavía tiene tiempo, pero también tiene una enorme deuda con jugadores, técnicos y aficionados. Porque un torneo no se gana sólo con goles, sino con profesionalismo dentro y fuera de la cancha.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press